Productividad excesiva (3)

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La reunión era solo con el capitán y entonces los demás integrantes de los equipos decidían si se quedaban a esperarlos o no a que salieran de ahí.

El grupo de Danny Van Bossen, Lee Sung Wong, Angie Ireland y Hans Wörns aún permanecía dentro del salón de clases según la información que Lana Ramsey les había proporcionado.

Reno Cauldfield volvía del baño.

– ¿Aún están con el primer grupo?

— Así es, hermano mío —Respondió Rob Irwin, bostezando.

Reno miró a Mak antes de decidirse a hablar:

— Lo que es yo preferiría irme rápidamente a hablar con mi tío Francesco. Está esperando que llegue papá a casa para partir rumbo al Lago Nes, así es que iría justo a tiempo.

— Yo iré a ver el asunto de unos dineros con mi madre —Dijo Hakan Mastourí—. Si logro hacerla podre viajar casi con tranquilidad.

Rob Irwin se puso de pie y se despidió solemnemente de ambos.

— Vayan tranquilos, hermanos míos —Dijo, así como quien está realizando un sacrificio—. Yo me quedo acompañando al bosnio transgresor.

Mak Savicevic apenas les estrechó la mano producto de la ansiedad, pensando todo el en qué podría llegar a consistir aquella reunión más en otra cosa que de pronto comenzó a perturbarlo.

— ¿Nos vemos a la tarde? —Propuso Hakan Mastourí.

— Podría ser en mi casa —Dijo Rob Irwin—. Por temas de espacio, prefiero que el centro de operaciones sea ahí.

Mak asintió absolutamente ido y tanto Reno Cauldfield como Hakan Mastourí desaparecieron inmediatamente.

— ¿Todo bien hermano? —Preguntó Rob.

– Si quieres entras tú a la reunión —Respondió Mak–. Creo que tengo un poco de ansiedad.

— Eso te pasa por dárselas de rebelde realmente sin serlo.

Acto seguido Rob comenzó a reírse.

— Tranquilo, hermano —Dijo, golpeándole  el hombro—. Si ganamos este torneo quedas en el número uno, así es que vas a tener que ser tú quien va a entrar.

En eso Mak Savicevic se puso de pie, con claras intenciones de ir hasta la cafetería.

— Voy por mi medicina —Dijo— ¿Te traigo algo?

— Traeme una medicina que no sea de tu medicina, hermano.

Mientras esperaba a que le entregaran s su pedido comenzó a sentir una especie de remordimientos que en parte lo bloqueaban y absolutamente todo tenía que ver con aquel viaje a Sudamérica que había hecho, lo cual le impedía enormemente disfrutar de lo que era la previa de aquella aventura.

En estricto rigor, lo que más lo tenía ansioso era el asunto del viaje, más que la competencia en sí y en ese momento se lamentó considerablemente por su condición de ser un ser tan cambiante.

Le llevó una botella con agua a Rob, quien la abrió y de un solo sorbo tragó casi la mitad de la botella.

— ¿Todo bien hermano? —Le preguntó Rob.

No sabía si producto de las alucinaciones con la droga u otra cosa era que sentía una ansiedad cada vez más intensa.

— ¿Me acompañas al salón? –Preguntó Mak.

— ¿Para qué?

— Necesito saber cuando me toca entrar y mientras eso ocurre me gustaría salir a caminar o algo así. No me siento bien.

— Esa porquería alimenta tu ansiedad, hermano —Dijo Rob, apuntando al café doble de Mak—. No creo que nos llamen pronto, en estricto rigor.

Iban casi saliendo de la academia cuando vieron a Lee Sung Wong en el patio, quien vio a Jack Adams al lado de Enzo Ferratti.

— ¿Como va? —Les preguntó.

— Aquí, esperando a que nos llamen —Respondió Jack.

— ¿Qué les dijeron allí dentro? —Preguntó Enzo Ferratti.

— Dijeron que nos podíamos quedar los cuatro porque en el grupo no había ningún líder. Solo expusieron barbaridades de nosotros en nuestros más que tristes rostros.

— ¿Como así?

— Esta es la última oportunidad de ganar puntos, por lo tanto si no llegamos al podio, tanto Danny Van Bossen como Angie Ireland pueden reprobar.

En eso se acercaron rápidamente Tom Mc Carty y Kate Miller, quienes provenían del baño.

— ¿Sabes si Hans Wörns se fue a su casa o no? —Preguntó Tom Mc Carty.

— Creo que sí —Dijo Lee Sung Wong.

— ¿Sabes que capitán está adentro? —Preguntó Kate Miller.

— Creo que están Lena Ramsey y María José Juarez —Dijo Lee Sung Wong.

En eso las vio salir a ámbas, quienes lloraban. Tom Mc Carty se acercó inmediatamente.

— ¿Que les pasó, chicas? —Preguntó.

— La junta de profesores nos destruyó —Dijo Lana Ramsey— ¡Dijo que estábamos a un paso de quedar eliminadas de la competencia!

Acto seguido, Tom Mc Carty se acercó a María José Juárez a abrazarla mientras Kate Miller hizo lo propio con Lana Ramsey, a quien intentaba consolar.

— Eres muy buena escritora —Le dijo— ¡Yo te leí! Solo te falta determinación y algo de carácter.

— ¡Dijo la profesora que casi estábamos eliminadas! —Exclamó—. Para colmo ni Javier ni Jessica están con nosotros.

— Calma —Decía Tom— ¡Por favor hagan un esfuerzo y no se rindan tan luego! Lo más probable es que si le ponen algo de intensidad al asunto obtengan puntos!

— ¡Vamos chicas! —Exclamó Enzo Ferratti— ¡Solo tienen que echarle ganas!

— Así es —Comentó Lee Sung Wong, con muchas ganas de acercarse a María José Juarez y abrazarla—. La peor gestión de todas es la que nunca se hace.

En eso aparecieron Lena Smith y Constanza Müller, quienes se acercaron inmediatamente a ellas.

— ¡Por favor no lloren! —Insistió Tom— ¡El Grand Slam otorga muchos puntos!

Constanza Müller sacó un trozo de papel higiénico de su mochila y se lo entregó a Lana Ramsey, quien hacía vanos y enormes esfuerzos en detener su llanto.

— Aún queda —Insistia Kate Miller—. Esto no acaba hasta que se acaba.

Acto seguido apareció Danny van Bossen, quien provenía del salón de clases.

— La profesora busca a Catalina Marchessi —Dijo— ¿Saben dónde está?

— La verdad es que ni he visto a esas —Dijo Tom— ¿Por qué no le envías un mensaje?

— No se me había ocurrido —Respondió Danny, riéndose y observando atentamente a Kate Miller, quien en esos momentos le sonreía.

Tras un buen rato en el cual las chicas se habían calmado un tanto de su angustia, Jack Adams se acercó a intentar darles algunas palabras de aliento. Sin lugar a dudas ellas no habían tenido la misma suerte que el, quien había recibido una invitación de la que tal vez era la mejor dupla de la academia.

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