El poder del agua (13)

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Casi sin darse cuenta como aquello había ocurrido, Mak Savicevic terminó contándole a Kate Miller algo así como gran parte de su vida sentimental.

— ¿Y después de eso desapareció? —Le preguntó ella.

— Así es.

— ¿Esa chica estaba detrás de casi tomar la decisión de retirarte de la academia antes del torneo de habilidades literarias tipo fuego en duplas?

— Así es —Respondió Mak, retirando los platos.

Tras oir aquella historia, Kate Miller casi sintió como más admiración por Mak, tomando en cuenta que lo consideraba demasiado fuerte como para tener el rendimiento que tenía pese a sus penas.

Quería decirle un montón de cosas y no sabía por dónde empezar. Se decidió por hacer primero algunas preguntas.

— ¿Aún la quieres? —Le preguntó.

Lo vió en afán de lavar los platos y se levantó inmediatamente a ayudarlo.

— No te preocupes —Le dijo Mak, ordenando los utensilios— ¿Quieres otro café?

— Pues bueno —Le dijo Kate, mirándolo directamente a los ojos pese a que él agachaba la vista.

Una vez que volvieron a tomar asiento Mak Savicevic le respondió:

— Ya no la quiero, por supuesto que no —Respondió—. Ocurre que me dejó un vacío mas o menos grande y tal vez producto de eso me falta energía.

— ¿Entonces crees que deberías llenar ese vacío con otra chica?

Kate Miller lo vió reirse y luego ponerse serio. Se sentía fascinada escuchándolo pese a que se le hacía cada vez más difícil sacarle las palabras.

— Por eso no fui hoy a clases —Dijo Mak—. Ayer me dió una especie de crisis, trabajé toda la noche para no intentar pensar en eso y pues bueno, eso me dejó algo de cansancio.

— Te entiendo perfecto pero al mismo tiempo no.

— ¿Por qué?

— Pues porque no deberías sentir ese vacío por otra persona. Si tú te lo propusieras, podrias llenar ese vacío prácticamente al instante.

— ¿Por qué lo dices?

— Pues porque eres un chico muy guapo y muy listo. Me imagino que chicas interesadas en tí no van a faltar ¿Has probado en las aplicaciones de citas?

— La verdad es que aquí en Castlebar no. Sí en otras partes.

— ¿Y por qué no lo haces?

— Pues porque estoy descansando un poco. No quiero enfrentarme a eso de nuevo con tantos rollos mentales, no sé  si me entiendes.

— Creo que te entiendo perfectamente —Respondió Kate Miller— ¿Tienes mucho sueño? ¿Te gustaría dormir?

En estricto rigor, a Mak Savicevic casi se le caían los ojos.

— Te dejo —Le dijo ella—. Yo tengo que ir a preparar el torneo para mañana.

— Yo también tengo que hacer esa cosa —Le dijo Mak.

— Espero no haberte molestado con mi visita.

— Para nada —Le respondió Mak, de pie frente a la puerta—. Es más, te doy las gracias por haberme escuchado.

En eso Kate Miller se acercó lo suficiente como para darle un abrazo. El lo correspondió, sin indiferencia y es más, le daba la impresión de que su compañero lo necesitaba demasiado, tan así que permitió al máximo que aquello durara lo más posible.

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