El poder del agua (7)

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A esas horas de la noche, Jean Manuelle Rodriguez por fin lograba mudarse al nuevo departamento de un ambiente que había adquirido tras una difícil búsqueda que al fin culminaba allí, en un lugar qué, si bien no era el ideal, por lo menos cumplía con los estándares de privacidad necesarios.

Tenía un montón de cajas y cosas que organizar, por lo que antes de todo decidió holgazanear unos momentos, con el fin de organizarse y hacerse una idea más positiva con respecto a lo que iba a ocurrir de ahí en adelante, tomando en cuenta que al día siguiente comenzaba a trabajar en un bar, cuestión que le iba a permitir de todos modos seguir yendo a clases.

En resumidas cuentas, estaba más que feliz producto de una incipiente mejoría en su calidad de vida.

En eso sonó su teléfono. Era nada mas y nada menos que Camila Suarez y respondió con muchísimo gusto.

— Hola guapo —Le dijo ella— ¿Lograste mudarte al fin?

— Por fin lo logré —Respondió Jean Manuelle, sacándose los zapatos para así estirarse más cómodamente en la cama— ¿Qué haces?

— Te llamaba pues. Catalina recién llega mañana y pues bueno... Supongo que hay muchas cosas que conversar.

— ¿A qué te refieres?

— Cosas quizá, relacionadas con los torneos. Se viene el Grand Slam y por las cosas que han ocurrido últimamente, veo que tal vez no tenemos el equipo completamente formado ¿Sabías que hay penalizaciones en caso de que durante el Grand Slam alguien abandone el equipo?

— No tenía idea —Dijo Jean Manuelle, buscando un cigarrillo.

Debido a no obtener nada de tabaco desde sus bolsillos, Jean Manuelle se puso de pie con el fin de registrar en su chaqueta y ahí sí que le fue bien. Lamentaba enormemente no contar con alguna ventanilla en su habitación.

— Oye —Dijo Camila.

— ¿Sí?

— Espero que no te distraigas tanto con el cambio de hogar. Sé que no va a ser fácil hacerlo y entiendo bastante esa parte, pero recuerda la academia.

— Está bien —Dijo Jean Manuelle.

— Buenas noches, Jean.

— Buenas noches, Camila.

Acto seguido, Camila Suarez colgó y aquello, para Jean Manuelle Rodriguez era como el nuevo comienzo de algo mucho mejor que estaba muy cerca de ocurrir.

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Las chicas se hacían llamar María y Ana y aquello a Rob Irwin le dio más que mala espina, tomando en cuenta que ni siquiera veía que eran amigas entre sí.

—¿Y son hermanas? —Preguntó Rob.

— No —Respondió una.

— Sí —Dijo la otra.

— Vos disfruta —Le dijo Hakan Mastourí a Rob, agarrandole a cada una una nalga—. Ellas están aquí para que lo pasemos bien. No te preocupes por nada.

Por más que lo intentaba no podía pasarlo bien. Sentía que la cerveza no le entraba hasta que de pronto Hakan Mastouri se puso de pie encima de una mesa de centro.

— ¡Atención! —Exclamó de pronto— ¿Quereis drogaros?

Acto seguido sacó unas píldoras rojas. Tanto María como Ana arracaron las suyas inmediatamente de la mano de Hakan Mastouri, quien le lanzó una a Rob Irwin, quien tragó inmediatamente la suya con un buen sorbo de cerveza.

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Tras aquella interminable videollamada con Sonia, Javier Busquets no podía dejar de pensar en todo lo que acontecía, basándose en la idea de que iba a tener que seguir coordinando montajes para acercar a Mak Savicevic a su familia.

En primera instancia, Caks había pagado una suculenta cantidad de dinero con el fin de desalojar inmediatamente el departamento vecino de Mak, con el fin de ocuparlo en aquello.

Luego tomó su teléfono y vio que Jessica Córdoba estaba en línea a esas horas, por lo que decidió llamarla.

Su compañera tardó bastante en responder:

— Hola —Le dijo ella— ¿Qué quieres ahora?

— Me gustaría saber cuando podremos culminar lo que comenzamos hoy.

— ¿Ah sí? ¿Para qué? ¿Para que me abandones otra vez en la parte más al norte del mundo? Prefiero que no ¡Muchísimas gracias!

— Está vez será distinto. Te lo juro que sí, siempre y cuando no andes tan distante.

— ¿Distante yo? ¿Acaso las putas personales tenemos que tener sentimientos también?

Javier Busquets no pudo evitar soltar una sonora carcajada.

— No deberías responderme así —Le dijo—. Ahora necesito que me cuentes... ¿Desde cuando hay algo entre el winner y tú?

Hubo un silencio que según Javier Busquets fue demasiado provocador.

— ¿Me puedes responder?

— La verdad es que no tengo idea de dónde sacaste eso.

— Te he visto con el, tal cual como me mirabas a mí en un principio mirándolo a él. Desde que Mak Savicevic está distanciado de Kate Miller que lo he visto observandote como un cordero degollado. Quizá se distanciaron porque tú interviniste.

— ¿De dónde sacas tanta imaginación? La verdad es que me cuesta bastante creer que seas tú quien está diciendo todas esas estupideces que en estos momentos estoy oyendo.

— Solo digo la verdad. Lo único que a mi me interesa es que por ahora sigues siendo si o sí mi puta personal ¡Te necesito a primera hora antes de clases! Necesito echarte una rápida en el baño porque estoy demasiado desesperado.

— Vas a tener que aguantarte —Dijo Jessica—. O en el mejor de los casos acudir a otra de tus putas personales ¡Yo no trabajo más para ti!

— ¿Qué estás diciendo?

— Lo que oyes, Javier Busquets.

— ¿Y el dinero que me debes?

— Esta semana te lo estoy reembolsando.

— ¿Y de dónde sacaste el dinero?

— Mi novio —Respondió Jessica—. Mi novio ha venido aquí por mí.

Oír aquello no estaba para nada en los cálculos de Javier Busquets, quien por el momento decidió bajar la guardia.

— Mañana hablamos —Decidió decirle.

— Creo que contigo ya no tengo nada más que hablar. Hasta la vista, Javier Busquets.

Acto seguido fue Jessica Córdoba quien cortó la comunicación y aquello para Javier Busquets fue el colmo de la desesperanza, según lo que él entendía por desesperanza.

Decidió que era hora de dormirse, pensando en que nada de aquello podía ser tan terrible si es que se decidía a analizar las cosas desde otra perspectiva.

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