El poder del aire (18)

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Tras acompañar caminando a Kate Miller hasta su casa, Mak Savicevic iba rumbo a la suya con el estómago que le rugía de hambre.

Pensaba en que las cosas iban bastante bien y aquello lo complacía enormemente, tomando en cuenta que las cosas iban mejorando desde cierta perspectiva y cuando ya se estaba acercando a su edificio se le iluminó el cerebro; Estaba seguro de que si escribía lo que se le había ocurrido iba a ganar la competencia.

Era cosa de atreverse. El intenso fuego que sentía que recorría ampliamente todo su interior lo hacía creer definitivamente que iba a adjudicarse aquel torneo individual de habilidades literarias tipo aire, tomando en cuenta que Ian Cauldfield le había dicho que simplemente ganaba el relato más genuino.

En eso subió las escaleras y se topó con Sonia, quien lo saludó amablemente.

— ¿Como le va? —Le preguntó ella— ¿Que tal el día?

— Muy bien –Respondió Mak.

Estaba intentando buscar sus llaves.

— ¿Estas muy ocupado?

— Sí pero no —Dijo Mak— ¿Por qué? ¿Necesita algo?

— Me gustaría que me ayudaras a remover la cocina, siempre y cuando no sea mucha la molestia.

En eso Mak por fin lograba abrir la puerta de su departamento.

— Voy y vengo —Le dijo.

Tras dejar sus cosas fue inmediatamente al baño y se miró al espejo encontrando que se veía pésimo. Se mojó la cara, con el afán de tener un rostro más creíble.

Cuando regresó al pasillo ahí estaba ella, quien le sonreía. No la encontraba muy parecida a Lerna, a propósito de que desde que estaba ahí por primera vez recordó de manera consciente de que había tenido sexo con  ella.

— Adelante —Le dijo Sonia— ¿Quieres beber algo?

— Muchas gracias —Dijo Mak, negando con la cabeza— ¿En qué necesita que la ayude?

— La cocina —Dijo—. Me gustaría cambiarla al extremo de allá y como me duele el brazo no puedo hacer mucha fuerza ¿Podrías?

— Por supuesto que sí —Respondió Mak, demasiado distraído pensando en Lerna tomando en cuenta que todo indicaba que ella no estaba en casa en esos momentos.

Acto seguido Mak Savicevic se dirigió donde Sonia le indicaba y se sintió casi estafado cuando comprobó que hacer aquello había sido mucho más fácil de lo que creyó.

— ¿Algo más? —Preguntó Mak.

— Mi hija Lerna no está porque fue a Dublin por el día ¿Almorzaste?

— La verdad es que no.

— ¿Te gustaría comer conmigo? Por favor di que sí. No hay nada más triste que comer sola en un lugar que no conoces muy bien.

— Pues acepto —Dijo Mak, rogando al cielo para que Sonia no oyera el rugir de su estómago.

Sonia le dedicó una intensa sonrisa mientras Mak no sabía qué procedía.

— Tome asiento, jóven —Le dijo ella— ¿Quieres beber algo antes de comer?

— ¿Algo como qué?

— ¿Una copa de vino, por ejemplo?

— ¿Usted va a beber también?

— Siempre y cuando usted lo haga. No me gusta beber sola.

— Entonces acepto —Dijo Mak.

Acto seguido, Sonia marcó un número de teléfono que había pegado en la puerta del refrigerador.

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