El poder del agua (10)

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Cuando Martín West entró al salón de clases con una buena cantidad de atraso, Reno Cauldfield estuvo consciente por primera vez de que iba a estar ahí solo en esa clase, sin sus amigos. No paraba de preguntarse qué era lo que les había sucedido.

— Algún grupo que adopte a Reno Florenzi por favor —Se apuró en decir West, riéndose y golpeandole el hombro una vez que se acercó—. Sus malas juntas no vinieron hoy y tal vez sea una buena oportunidad para que recapacite.

La mayoría de los presentes rieron con ganas mientras que Reno descubrió que Fanny Silverstein le sonreía y giraba su cabeza para hacerlo. Aquello lo hizo sonrojarse un tanto.

— ¡En fin! —Dijo West de pronto, con voz de instructor de guerra— ¿Como van las cosas con sus malditas vulnerabilidades?

— ¿Hay que exponerlas en público? —Preguntó Jack Adams.

— Tal vez sí o tal vez no. Más bien depende de sus seguridades, de qué están dispuestos a hacer para mostrar sus vulnerabilidades. Señorita Smith ¿Qué es lo que hace a usted sentirse vulnerable?

— El acoso callejero en Nueva York, por ejemplo —Respondió, al mismo tiempo que Constanza Müller y Fanny Silverstein asentian—. Era imposible andar a ciertas horas en ciertos lugares porque el asunto allá es horrible.

Kate Miller hizo un gesto un tanto burlesco que provocó inmediatamente una sonora risa en Enzo Ferratti y a quienes estaban al lado; Hans Wörns,  Danny van Bossen y Angie Ireland. Lena Smith le devolvió una mirada llena de desprecio.

— A usted, señorita Miller —Le preguntó West— ¿Qué es lo que la hace a usted sentir muy vulnerable?

— La indiferencia quizá, no lo sé —Respondió Kate—. La verdad es que no suelo sentirme vulnerable.

No tenía idea cómo decirlo, pero la indiferencia era lo que lejos más la hacía sentir vulnerable, en el sentido de que aquello solía hacerla llorar. Tom Mc Carty logró comprenderla a través de la mirada y Kate Miller no pudo evitar sentir pena, descubriendo que el chico que le gustaba ni siquiera estaba en clases en esa ocasión.

— ¡Reno Cauldfield¡ —Exclamó West— ¿Qué es lo que lo hace a usted sentir vulnerable?

En el acto Reno Cauldfield no supo qué responder, puesto qué, pese a su timidez, siempre había recibido esa especie de educación que consistía en que la vulnerabilidad era algo que jamás se debía mostrar en público.

— ¡Por eso considero que estas razas  británicas jamás van a trascender en lo que es la absoluta buena literatura! ¿Habrá aquí un amable británico que esté dispuesto a mostrarse vulnerable?

En eso Jack Adams se puso de pie. A través de un gesto, Martín West le mostró que hacer aquello no era tan necesario.

— Cuenteme, mister Adams.

— A mi me pone vulnerable el poco compromiso, las pocas ganas de pertenecer a algo. Eso aplica tanto en un equipo de trabajo como una relación— Explicó Jack Adams, intentando respirar muy hondo como para no manifestar tanto sus emociones.

Martín West decidió entender que aquello era buen material para ir haciendo una clase interesante.

— Lo que usted expone ¿Tiene que ver más con una relación de pareja más que con sus compañeros de equipo o es al revés?

Tras recordar a Nadia Dumitrescu, Jack Adams ya no se atrevió a exponer más de aquello. Casi le dieron ganas de contar las razones de su ruptura cuando de pronto se le ocurrió la respuesta a aquella pregunta:

— Prefiero escribirlo, profesor —Respondió, pensando más en no decir la verdad en ese preciso momento que con otra cosa.

— ¡Vamos a ver qué tan vulnerable es! —Exclamó West, frotándose las manos y prácticamente tomándole el pelo— ¡Quiero ver que tan vulnerable pueden llegar a ser! ¿Alguien aquí que esté dispuesto o dispuesta a mostrar el máximo de su vulnerabilidad?

En ese entonces, María José Juarez decidió contar su historia delante de todos aprovechándose de que en esos momentos Javier Busquets no estaba en el salón de clases, quien le había pedido que por favor absolutamente nadie supiera que era precisamente él quien le estaba prestando ayuda.

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Cada vez que estaba a punto de correrse ingresaba gente al baño y aquello lo interrumpía en su afán, sin saber por qué. Pese a que Jessica Córdoba no gemía precisamente,  a Javier Busquets le encantaba el sonido que ella hacía rítmicamente cuando su verga salía y entraba de aquella vagina cada vez más dilatada.

— No puedo acabar —Dijo Javier.

En eso Jessica Córdoba se arrodilló instantáneamente y en lo inmediato, haciendo uso de su boca completa, comenzó a presionar la aparición de aquella reacción, cuestión que bastante poco le importó en ese momento que volvió a aparecer gente.

Jessica le dió mucho más enfasis a su cometido y prácticamente no dejó respirar a Javier Busquets, quien depositó cierta cantidad de gruesa esperma en sus labios.

— ¿Todo bien? —Le preguntó Jessica Córdoba, limpiándose la boca de un modo que daba a entender que lo recientemente acontecido no era nada más y nada menos que mero trámite.

Sin responder, Javier Busquets se subió  inmediatamente los pantalones.

— Voy a clases —Le dijo—. Si te vuelvo a necesitar,  te estaré llamando por teléfono.

Una vez que quedó sola, Jessica Córdoba salió inmediatamente al pasillo y decidió que lo mejor que podía ser era irse a casa a darse una ducha pero descartó inmediatamente la idea debido a la presencia de Andres, quien en esos precisos momentos la llamaba por teléfono.

— Disculpa que te interrumpa en clases, amor —Le dijo él—. Quisiera saber a qué hora sales de clases.

— ¿Para qué? —Le le pregunto ella.

— Pensé que podría pasar a buscarte y almorzar afuera. Me encantaría que me mostraras un poco más esta ciudad ¿Será posible o sales muy tarde?

— Tengo que hacer un trabajo hoy en la tarde y no creo que pueda llegar temprano a casa —Le respondió Jessica, pensando en que lo que menos deseaba en esos momentos era tenerlo cerca producto de todas las decisiones que había tomado—. Tengo muchísimo que escribir.

— Muy bien —Le dijo Andrés— ¿Te espero para la cena entonces?

Casi sin pensar en las consecuencias, Jessica Córdoba decidió cortarle inmediatamente el teléfono, pensando en que si su novio se enteraba de que era la puta personal de alguien, de todos modos su relación estaba perdida.

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