Finales anticipados (7)

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A pesar de que tenía que instalarse lo antes posible a terminar el primer artículo escrito por encargo del día, Kate Miller no podía dejar de pensar en lo que se le venía a la noche.

Oía a todo volumen un viejo disco de las Spice Girls cuando al mismo tiempo no sabía que ponerse, por lo que prácticamente revolvió por completo su armario buscando un atuendo algo provocador que al mismo tiempo no fuese algo demasiado informal. Estaba segura de que Mak Savicevic estaba utilizando aquella instancia con el mero fin de estar a solas con ella en un contexto dónde ya no iba a ver clases y, a juzgar por cómo el la miraba, era seguro de que tenía otras intenciones.

Con respecto a eso, ella había decidido que lo mejor que podía hacer era dejar que las cosas pasaran de la forma más natural posible. Con Mak se sentía cómoda, pese a todo, y se divertía, puesto que lo encontraba bastante gracioso.

Más que feliz, Kate Miller se sentía satisfecha de que al fin iba a poder estar con él lejos de sus compañeros y de la competencia. Iba a poder enfocarse en otras perspectivas de él, ya que algo le gustaba. Ansiaba desde hace mucho tiempo contar con la oportunidad de estar a solas con él en un entorno neutro que no fuese precisamente la academia.

Estaba al máximo ahí en lo mejor de sus divagaciones intentando imaginar cómo podría llegar a ser el final de aquel encuentro cuando golpearon la puerta de su habitación.

— ¿Y este desorden? —Le preguntó su madre— ¿Vas a salir de noche?

— Un poco sí —Dijo Kate Miller—. Si todo me resulta bien, este mes voy a poder pagar la cuota de la hipoteca. Esta noche voy a saber cuándo me pueden pagar.

— No deberías ser tú quien se encargue de eso —Le dijo su madre—. En cuanto encuentre un empleo mejor que el que tengo te lo voy a devolver todo.

— Esta es mí casa también —Respondió fríamente.

— ¡Me duele mucho que no puedas dedicarte cien por ciento a escribir!

En eso Kate Miller se conmovió un tanto y fue a abrazar a su madre, cuyas lágrimas caían lentamente desde sus ojos.

— Mi niña —Decía su madre, tiernamente— No sé en qué minuto te transformaste en una mujercita.

— En la mejor del mundo —Le respondió Kate, besandola en la frente— ¿Y sabes? Me estoy dedicando a escribir artículos periodísticos por encargo. Es un trabajo muy divertido.

— ¿Y quién te lo consiguió?

— Un compañero de clases que se dedica a eso.

En eso sonó el teléfono de Kate Miller.

— ¡Hablando del rey de Roma! —Exclamó Kate Miller.

— ¿Es él?

— ¡Sí!

— Al parecer te gustaría que fuese algo más que tu compañero de clases —Le dijo su madre riéndose justo antes de abandonar aquella habitación.

Como no quererla, pensó Kate Miller, quien agradecia bastante tener una madre tan liberal.

— Hola Mak —Dijo, tras bajarle el volumen a la música— ¿Cómo estás?

— Bien —Le dijo—. La verdad es que estoy afuera de tu casa. Necesito hablar urgentemente contigo.

— ¿Por qué? ¿Pasó algo? —Preguntó Kate Miller, bastante preocupada— ¿Estas bien?

— Sí, yo estoy muy bien —Dijo Mak—. Disculpa por haberte molestado así, si no fuese tan urgente no estaría aquí.

— Muy bien. Bajo enseguida.

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