Solo es un juego (4)

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Mientras esperaban afuera, Catalina Marchessi, Camila Suárez y Jean Manuelle Rodríguez seguían discutiendo ante las silenciosas miradas de Sara Mc Brigde y Lee Sung Wong, quienes no daban crédito a la suerte que tenían de no tener que salir a exponer.

— Roberto Bolaño no estaba para nada difícil —Dijo Jean Manuelle— ¡No entiendo por qué me hacen esto!

— Nosotras lo leímos en nuestro idioma natal —Le respondió Catalina Marchessi— ¿Cómo no vas a poder entender esa razón que es tan sencilla como importante?

— Déjalo —Decía Camila Suárez— ¡Es imposible que nos entienda! ¡Estos europeos se creen dioses!

— No es necesario leer en su idioma natal para captar su escencia —Debatió Jean Manuelle, algo acalorado—. Lo que leí yo de él estaba más ambientado en Europa que en Latinoamérica y es algo mucho más apto para una persona con alma de clochard como yo ¿Acaso ustedes no captaron eso en la escencia de su obra?

— Si no te gustan las reglas te vas de mi grupo, así de simple —Le contestó Catalina.

— ¿Tú grupo? —Protestó Jean Manuelle, cada vez más enojado— ¿Quien dijo que este grupo era de tu propiedad?

— Yo lo digo y no se necesita saber más —Respondió Catalina Marchessi, con algo de altanería— A ver, decíme ¿Cuántos puntos tenés en el ranking?

— Los mismos que Camila —Respondió Jean Manuelle— ¿Por qué lo dices?

— Porque eso me hace ser jefa de grupo automáticamente.

— ¿Y eso quien lo dice?

— La FIFA —Intervino Camila Suárez, burlescamente.

— ¡Quiero salir a exponer yo! —Alegó Jean Manuelle— Estoy seguro de que con mi nivel de oratoria ganamos.

— Acá no se trata de oratoria, se trata de conocimiento e interpretación —Le respondió Catalina Marchessi.

Jean Manuel Rodríguez estaba muy nervioso. No confiaba para nada en la idea de dejar su destino en manos de aquellas chicas sudamericanas, pese a que al mismo tiempo eran su debilidad solo por ese inglés algo castellanizado.

— ¡Por favor chicas, se los suplico! —Insistió Jean Manuelle— ¡Necesito que saquemos el primer lugar!

— Todos lo necesitamos —Alegó Camila.

Acto seguido Lee Sung Wong se les acercó con unas hojas.

— ¿Y esto? —Preguntó Catalina Marchessi.

— Son mis apuntes —Respondió Lee Sung Wong, con una visible sonrisa—. Espero que les sean útiles para su exposición.

— Eres muy amable —Le respondió Camila, dándole una especie de abrazo que consideró raro, puesto que él era considerablente más bajo que que ella.

— Eso si es un muy buen gesto en equipo —Dijo Catalina, mirando con desprecio a Rodríguez— ¡Muchas gracias Wong!

— ¿Y tú, Sara? —Preguntó de pronto Jean Manuelle— ¿Te gustaría decir algo?

— Creo que no —Respondió Mc Brigde, sonriendo tímidamente.

— Nunca dicen nada ¡Pésima manera de partir en este grupo! ¿Acaso no creen?

Acto seguido Jean Manuelle Rodríguez hizo un gesto que no pasó desapercibido para nadie.

— ¿Que pasa? —Le preguntó Camila, impresionada ante lo que casi consideraba violencia.

— ¡Yo me voy de aquí! ¡No estoy para estar tolerando estás barbaridades! ¡Vayanse a la mierda!

— ¡Oye! —Le respondió Camila— ¡No seas mal hablado!

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