El poder del aire (4)

2 2 0
                                    

Tras haberse quedado toda la noche ordenando sus cosas luego de haber dormido prácticamente toda la tarde del día anterior, Lena Smith casi no se sentía preparada para abandonar aquella casa. Sentia nostalgia y más nostalgia y aquello lo sintió más aún cuando vió que sus amigas se levantaron.

— ¿Todo bien? —Le preguntó Constanza.

— Creo que sí —Le respondió Lena.

Acto seguido Lena Smith se echó a llorar y su amiga fue a ella a consolarla inmediatamente con un abrazo. A cierta distancia, Fanny Silverstein observaba aquello, también con lágrimas en los ojos.

— ¿Qué pasa? —Le preguntó Constanza— ¿Todo bien?

— ¿Te estás arrepintiendo? –Preguntó Fanny Silverstein.

– Sí —Dijo Lena Smith–. Todo bien.

En estricto rigor, Lena lloraba porque su novio le había dicho que recién durante el fin de semana el llegaría a Castlebar. Iba a estar sola durante todo ese tiempo y si es que había tomado la decisión de mudarse tan precipitadamente era simplemente porque quería no perjudicar a las chicas.

— ¿Qué pasa? —Repitió Constanza Müller— ¿En serio está todo bien?

— Si amiga —Dijo Lena, pasándose un dedo por los ojos— ¡En serio está todo bien!

— ¿No te gustaría quedarte una noche más acá? La verdad es que no te veo muy preparada como para irte de aquí aún.

— Tienes razón amiga, pero tengo que superarlo —Respondió Lena.

Fanny Silverstein comenzó a llorar más en serio y ambas chicas tuvieron que acercarse a consolarla.

— Tranquila —Le dijo Lena, dándole un abrazo—. Nos seguiremos viendo en clases y por nada del mundo vamos a dejar de ser amigas.

— Tienes razón —Le respondió Constanza— ¿Les parece si tomamos desayuno juntas por última vez?

— No va a ser la última vez —Respondió Lena Smith, intentando reírse.

— ¡Arriba el ánimo! —Dijo Constanza, intentando darle más fuerza a su voz— ¡Deberiamos estar contentas por nuestra amiga que va a dar un gran paso en lo que es su vida! ¡Adelante!

Lena Smith se fue inmediatamente a la cocina con el fin de ser ella misma quien iba a preparar el desayuno y sus amigas la siguieron. Después de aquello, ya no sabia si iba a poder seguir siendo la líder de aquel grupo.

______________________________

Sin dormir pero aún en la cama, Reno Cauldfield intentaba recordar la conversación que había tenido con Mak Savicevic y aquello lo hacía sentir demasiada vergüenza, tan así que sentía que la única solución era taparse la cabeza con las frazadas y no salir de ahí en todo el día.

En eso golpearon la puerta de su habitación. Era nada más y nada menos que su padre y no tuvo más remedio que levantarse a abrir.

— ¿Y tú? —Le preguntó Ian, tapándose levemente la nariz— ¿Desde cuándo estás bebiendo?

— Yo no bebo —Dijo Reno.

— ¡No seas mentiroso! —Exclamó Ian— ¡Eres mi hijo! ¡Es técnicamente imposible que yo no sepa lo que haces! ¿Dónde andabas anoche? ¿Por qué llegaste tan tarde?

— No llegué tarde.

— ¡Eres pésimo mintiendo! —Exclamó Ian, intentando no reirse.

Acto seguido, Ian Cauldfield cerró la puerta y se sentó a los pies de la cama de Reno, quien no tuvo más remedio que incorporarse.

Publicidad EngañosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora