El poder del fuego (9)

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Sin saber cómo habían ido a parar a un club de música latina y ahí tanto Constanza Müller como Fanny Silverstein se habían divertido de veras. Habían logrado botar prácticamente todo el alcohol que habían consumido y aquello, lejos de hacerlas retraerse, se habían distendido.

Steve y Anthony eran estudiantes de intercambio que habían llegado recientemente a Castlebar al igual que ellas.

— ¿Les parece si pasamos a comer una hamburguesa rancia antes de irnos a casa? —Propuso Steve.

— Tengo demasiada hambre —Dijo Fanny Silverstein—. Acepto.

Constanza Müller estaba de lo más feliz ahí, puesto que aquello le recordaba más o menos el estilo de vida que tenía en Nueva York. Estaba feliz porque eso era justo lo que necesitaba. En un rato más a dormir y esperar a que Lena Smith regresará desde Dublín para comenzar a trabajar.

Un auto los pasó a recoger y ahí estaban, charlando y riéndose. Habían llegado a un McDonald's y durante el camino Steve había pedido la orden, por lo que llegaron ahí inmediatamente a comer.

Los cuatro engullían con rapidez.

— Ahora sí —Dijo Fanny Silverstein— ¿Nos van a contar el maldito chiste por el cuál se reían al principio de la noche?

Anthony miró el suelo con melancolía y Steve le hizo un gesto.

— Acá estamos en intercambio —Explicó Steve—. Venimos desde la Universidad de Lisboa al Instituto tecnológico de Galway. La novia chilena de este sujeto no aceptó el intercambio y pues lo acaba de dejar.

— Pobrecito —Dijo Fanny Silverstein, acariciando el rostro de Anthony.

— ¿Ustedes son brasileños o son portugueses? —Preguntó Constanza Müller.

— Somos de Brasil —Respondió Anthony—. Allá nos ganamos una beca y en Portugal nos ganamos otra.

— ¿Y qué es lo que estudian? —Preguntó Fanny Silverstein.

— Estudiamos informática —Dijo Steve—. Nos dedicamos a la investigación de algoritmos.

— Opino que deberíamos ir a dejar a estas chicas a casa —Dijo Anthony—. Marcelo a estas alturas debe querer dormir.

— ¿Quien es Marcelo? —Preguntó Fanny.

— El chico que nos pasó a recoger al club latino y quién nos trajo hasta acá. El es estudiante al igual que nosotros y se gana la vida en esto.

— Vamos a casa —Insistió Anthony—. Hubo bastante química y no creo que sea está la última vez que nos veamos.

Constanza Müller y Fanny Silverstein se miraron como con sorpresa, puesto que a ambas les acomodaba bastante que el asunto fuese así, considerando que prácticamente vivían con miedo a salir creyendo que prácticamente cualquier chico lo único que siempre iba a buscar iba a ser el hecho de llevarlas a la cama lo antes y lo más fácil posible.

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Tras despertar pesadamente y demasiado temprano, Tom Mc Carty decidió poner las cosas en perspectiva y concluyó que estaba ahí por otras cosas más que por los vínculos humanos, por lo tanto desde ahí en adelante ya no le iba a tener que importar más la opinión del resto.

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