Finales anticipados (9)

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Absolutamente cansado y con unas ganas tremendas de dormir una siesta de cuarenta y ocho horas, Javier Busquets esperaba que Sonia saliera del baño para comenzar a vestirse.

Pensaba en el curso de acción que tomarían los días venideros, sin el asunto de Mak y lejos de Sonia hasta que sonó su teléfono. Solo rogaba al cielo que no fuese aquella persona con la cual no quería hablar por nada en esos momentos, tomando en cuenta todas aquellas labores que había estado efectuando a sus espaldas.

— ¡Maldita sea!

No pudo evitar exclamar en voz alta antes de responderle a Caks.

— ¿Sí?

— ¿Cómo estás, maldito musculin? ¿Cómo está mi madre?

— De lo más bien —Respondió Javier, intentando adquirir un tono relajado– ¿Por qué?

— Pues porque yo también estoy muy bien ¡Esa perra de mi madre se va a arrepentir de haberme desheredado!

— No seas mal hablado, Caks. Tuviste la suerte de ser criado por ella al menos.

— ¡De todos modos me vengaré! ¡Vaya donde vaya la Interpool ya está tras sus pasos! ¡Bendita policía que no es de la mafia! ¡Si llega a ser atrapada acá, fuera de nuestro secreto país, nuestras autoridades van a congelar el acceso a sus cuentas bancarias! ¿Qué te parece?

A esas alturas a Javier Busquets le daba más o menos lo mismo lo que ocurriera. De cierta forma había aprendido que era el azar quien determinaba su curso de acción, por lo que en parte le daba más o menos lo mismo eso.

— En fin —Dijo Caks— ¿Pudiste hablar con esa Lerka? Es súper importante que ella no meta la pata en caso de que detengan a Sonia.

— A todo esto ¿Qué vamos a hacer con ella si es que atrapan a Sonia?

— Creo que mi madre quiere ir a Sudamérica. Allá también tenemos redes, por si es que no lo sabías. Si Mak quiere conservar su integridad, yo creo que lo más conveniente para él va a ser ceder a los encantos de Lerna. No sé si te lo dije, pero me serviría bastante que mi madre y Mak se pierdan por allá  ¡En ese caso mi herencia estaría a salvo bajo todo punto de vista!

Todo este asunto es un enredo de aquellos, pensó Javier Busquets, mientras sentía que Sonia se acercaba.

— ¿Te puedo llamar después?

— ¡Llámame cuando la perra de mi madre vaya camino al aeropuerto! ¡Tu trabajo no termina aquí y por supuesto que tengo que entregarte más instrucciones!

Javier Busquets colgó y casi no alcanzó  a pensar en nada cuando una vez más tenía a Sonia frente a sí.

— Pensar que en unas horas más voy a estar volando rumbo a Sudamérica —Dijo Sonia, instalándose a los pies de la cama— ¿No me vas a extrañar?

— Tienes que tratar de hacer las cosas bien —Le respondió, concluyendo que no valía mucho la pena informarle sobre el contenido de la llamada de Caks—. Cualquier cosa que pase, es la seguridad de nuestra nación secreta instalada en medio de la nada lo que está en juego.

— Por ahora me gustaría que me follaras por última vez a modo de despedida –Dijo Sonia—. Voy a extrañar demasiado esa cosa que tienes.

— ¡Hay que moverse! —Respondió Javier, de pronto harto de tener que estar tan pendiente sobre destinos ajenos a los que eran los propios— ¿Lograste comunicarte con Lerna?

— Acabo de llamarla para tranquilizarla ¡Está tan nerviosa la pobre!

— No sé cómo se las van a arreglar para irse al aeropuerto. Podría ir yo mismo a dejarlas pero va a estar Mak con ustedes.

— No te preocupes por eso —Dijo Sonia, acercándose aún más a Javier—. Mak mismo solucionó el problema, ya que será un muy buen amigo de él quien nos irá a dejar.

Sonia se aproximó aún más a Javier, gateando prácticamente. Puso su mano entremedio de sus piernas.

— Hemos follado todo el dia, Sonia. La verdad es que no me siento en condiciones para otra más.

— ¿Y si te tomas una pastilla?

— Peor aún. El efecto va a durar horas y horas y después no voy a saber cómo desquitarme. Yo creo que deberíamos ir poniéndonos de pie.

— ¡Por favor Javier! ¡Te lo suplico! Tal vez sea la última vez que vamos a poder follar.

— Has dicho lo mismo toda la tarde, Sonia ¡Yo creo que deberías irte a casa!

En eso Javier Busquets comenzó a vestirse. Haber visto a Jessica Córdoba durante la tarde lo había hecho recordar lo mucho que la extrañaba y Sonia se estaba transformando en un estorbo.

— ¿En serio no me vas a dar la última? —Preguntó tristemente Sonia.

— No hay tiempo —Dijo Javier.

— Sí se que no hay tiempo —Se lamentó Sonia—. Solo quería ver si es que salía.

Verla así de triste conmovió profundamente a Javier Busquets, quien sabia lo que se le venía a ella. Su poco temple al momento de no poder olvidar que había abandonado a su hijo con tal de obtener poder y fortuna la estaba haciendo arriesgarlo todo.

— ¿Crees que Mak me acepte como madre una vez estando en Sudamérica? —Preguntó Sonia.

— Jamás entenderé por qué preferirse hacerlo así. A propósito ¿A cuál parte de Sudamérica van a viajar?

— Al puerto de Valparaíso —Dijo Sonia—. Creo que allí no hay personas de las nuestras, a diferencia de Santiago de Chile ¡Nuestras malditas redes llegan hasta ahí! Me gustaría ver cómo interactúa Mak con esa gente antes de decirle que es mi hijo. Si todo sale bien, Mak se va a ir conmigo a vivir ahí, a ese país secreto en medio de la nada ¡En unos años más va a ser presidente de todos nosotros! ¡Ya vas a ver!

Tras sentir un poco de lástima producto de aquel entusiasmo, Javier Busquets la tomó de la cintura. Ella frotaba firmemente su culo sobre su pelvis.

— ¿Que pasa? —Le preguntó ella, intentando besarlo en la oreja— ¿Cambiaste de opinión?

— Solo colocate como a mí me gusta —Dijo Javier—. Tenemos exactamente diez minutos para hacerlo.

Al contrario a lo que dijo Javier, Sonia se dió la media vuelta y se puso inmediatamente de rodillas.

— Quiero que nunca te olvides de mí —Le dijo ella, mirando hacia arriba—. Una vez que tengas bien dura esta cosa me pondré así como a ti te gusta.

Acto seguido Sonia comenzó a proceder y ahí estaba Javier, más pensando en lo que se le venía a ella producto del arrepentimiento con respecto a las decisiones que ella había tomado más que en si mismo. Solo esperaba estar lo suficientemente repuesto a la noche con el fin de dejarle algo a Jessica Córdoba, cuyo instinto le indicaba que ella también lo extrañaba.

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