Verdades artificiales (10)

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Tras ver aquel correo electrónico que anunciaba que al día siguiente debían inscribirse los grupos para el Grand Slam, Lena Smith tomó inmediatamente su bicicleta y se dirigió hasta la casa de Reno Cauldfield.

Había oído de la misma boca de el que las cosas en su grupo estaban mal, y considerando que ella no quería saber ni de María Jugovic ni de Ana Izmailova por asuntos de que aquellas chicas no tenían mucho en común ni con ella ni con sus amigas, se le pasó por la cabeza tomar en cuenta los consejos de Samantha Rhoades e intentar fichar buenos elementos con el fin de potenciar su equipo. Reno Cauldfield y Mak Savicevic eran una excelente dupla y estaba segura de que sus amigas Constanza Müller y Fanny Silverstein iban a estar de acuerdo con aquel cambio.

Reno Cauldfield la recibió en el jardín y ella le expuso inmediatamente la idea que se le había ocurrido.

— Tendría que hablar con Mak —Respondió Reno, mordiéndose un poco las uñas, ya que no esperaba para nada aquella visita —. No es algo que pueda decidir solo.

— ¿Y cuál es la postura de Mak con respecto al problema que tienen?

— Mak quiere hablar con Rob, la verdad. Confía ciegamente en que vamos a reparar el equipo.

— ¿Y tú? ¿Crees que lo logren?

— La verdad es que no.

— ¿Crees que Mak quiera integrarse a nuestro equipo en caso de que no logre solucionar a tiempo sus problemas con Rob?

— La verdad es que no sé —Respondió Reno—. Mak Savicevic es tan misterioso como impredecible.

— ¿Estarías dispuesto a intentar convencerlo? Ustedes no tienen muchas habilidades literarias tipo tierra, así es que bajo esa lógica, nosotras si o si vamos a ser un aporte para ustedes.

— La verdad es que está bien difícil — Dijo Reno—. Para serte sincero, no creo que eso a Mak le importe mucho.

Lena Smith miraba a Reno Cauldfield con todo su ser. Quería convencerlo a toda costa pese a que Mak Savicevic le apestaba.

— ¿Cuando crees que puedas hablar con él?

— Hoy mismo. Va a venir a almorzar aquí hoy.

— ¿Con tu padre?

— Pues sí, con mi padre. Según él, es parte del premio por haberse adjudicado el torneo de habilidades literarias tipo aire.

Lena Smith sacaba cálculos. Si Reno y Mak se unían a su grupo su equipo se volvía prácticamente invencible, tomando en cuenta que iban a haber tres top ten. Ganando el Grand Slam le iban a sacar una buena distancia a Tom Mc Carty y Kate Miller, 1 y 2 del ránking en ese momento, y para pasar a Mak después tenía toda la segunda parte del año.

— Supongo que tengo que irme en ese caso —Dijo Lena Smith—. Ahora iré donde las chicas. La casa está a disposición en caso de que tengamos que reunirnos.

— Está bien —Respondió Reno, mordiéndose las uñas—. Una vez que esto termine te estoy llamando.

Lena Smith se acercó a Reno y le dió un beso en la mejilla, muy cerca de los labios. Luego tomó su bicicleta y desapareció rumbo a la casa de sus amigas.

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Javier Busquets la había citado a un restaurant de comida italiana ubicado en Galway vía un escueto mensaje de texto y cuando intentó llamarlo de vuelta para cancelar no encontró respuesta, por lo que no tuvo más remedio que acudir allí.

Y ahí estaba su compañero, esperándola en el estacionamiento.

— Por fin llegaste —Le dijo—. Nos están esperando adentro.

— Lo siento mucho –Respondió ella—. Creo que me avisaste demasiado encima.

Javier Busquets sonrió con ironía.

— Tú trabajas para mí y tienes que hacer lo que yo diga a la hora que sea.  Da lo mismo qué y con quién. Mientras no me pagues el dinero que me debes, las cosas van a ser así ¿Estamos?

Jessica Córdoba no pudo evitar echarse a llorar al imaginarse que ahí podían haber unos amigos de Javier. Quizá harían lo suficiente con tal de llevársela por ahí y aprovecharse de la situación.

— ¿Qué pasa? —Le pregunto Javier—. O sea está bien, te recordé que me debes dinero, pero no es para que pongas así.

Simplemente no podía evitarlo. Incluso estaba pensando hasta en retirarse de la academia con tal de no volver a verle la cara a su compañero.

— ¿Quienes nos esperan? —Preguntó, bastante poco entusiasmada.

— Nuestro equipo pues. Mañana hay que inscribir a los grupos para ese famoso Grand Slam y pues bueno, me di el lujo de contratar un refuerzo, un buen elemento para nuestro equipo. Este almuerzo es para presentarlo en sociedad ¿Qué te parece?

— Habrá que ver eso —Respondió Jessica Córdoba, algo más tranquila pensando en que iba a ver caras conocidas–. ¿Dijiste que contrataste un refuerzo?

— Así es —Respondió Javier—. Estamos haciendo las cosas igual como que si fuésemos un equipo de fútbol.

Pese a que no entendía nada de fútbol, a Jessica Córdoba le agradaba bastante la idea de poder ver caras nuevas en su equipo. Nada contra Lana Ramsey o María José Juárez, pero sentía que no tenía  nada en común con ellas salvo por el hecho de ser mujeres.

Ingresaron al salón y ahí vió a sus compañeras. Tras mirarlas, no podía creer que ella haya sido la última en enterarse de aquella junta.

— Nuestro flamante refuerzo ha ido al baño a lavarse las manos –Dijo Javier—. Oh, esperen ¡Ahí viene!

Grande fue la decepción de Jessica Córdoba cuando vió aparecer a Rob Irwin de gafas oscuras, quien tomó asiento inmediatamente en la cabecera de la mesa.

— Muy bien —Dijo Javier Busquets—. Les presento a nuestro nuevo capitán. Podría ir primero en el ránking, pero está un poco desmotivado. Nosotros podríamos darle esa motivación ¿O no, Jessica?

Jessica Córdoba no respondió. Todo aquello le caía pésimo.

— ¿Algunas palabras de bienvenida para nuestro nuevo capitán?

En eso llegó el mesero a tomar la orden y Jessica Córdoba pensó en la idea de esperar hasta el día siguiente con el fin de cambiarse de equipo. Tenia toda la tarde para gestionar aquello e iba a utilizar todos sus recursos con tal de conseguirlo.


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