Se sentía mucho mejor que hace un par de semanas. Para Mak Savicevic, su estadía en Irlanda iba adquiriendo forma de rutina y eso se transformaba en vida, considerando que lo mejor que pudo hacer fue bloquear de toda clase de contacto a las personas que le hacían daño.
Ya no se sentía tan abandonado, ni en su trabajo como redactor fantasma ni como alumno en la academia, dónde cada vez era más amigo de sus amigos; Colega de Hakan Mastouri, cervezas y caminatas interminables con Rob Irwin y mucho rock británico con Reno Cauldfield, quien había resultado ser un talentoso guitarrista. Había hecho enviar sus instrumentos musicales desde Manchester y en términos generales estaba casi feliz, ya que había una especie de orden.
Unas dos o tres veces a la semana se arrancaba a trabajar afuera en el borrador con el cual había postulado a la academia. Era una novela muy larga a la cual le faltaba una parte y la pulía y la pulía con los conceptos que aprendía en clases y ahí estaba intentando concentrarse en la clase de Maga Pizarnik, dónde comprendía positivamente que era un alumno aventajado.
— Ustedes cómo escritores tienen que expandirse —Decía—. Tienen que hacer viajar su imaginación, tanto en el espacio como en el tiempo, sobre todo en el tiempo, que es un asunto mucho más difícil. Señor Ferratti ¿Usted sabe cuáles son las causas de la primera Guerra mundial? ¿Sabe dónde parte el asunto?
Enzo quedó pálido, más aún ante las silenciosas burlas de Danny Van Bossen y Hans Wörns.
— Anda, bosnio transgresor ¡Humillalo! —Le dijo en voz baja Rob Irwin a Mak Savicevic.
— ¿Sabe o no? ¿Usted, que le gusta burlarse de sus compañeros que son más tímidos?
En ese entonces Mak Savicevic se dió cuenta de que Kate Miller se volteó a mirarlo, ya que claramente la profesora hacía alusión a él. Notó inmediatamente que era una mirada distinta, llena de algo que en ese entonces fue incapaz de descifrar.
Más que no ser capaz de descifrarlo, era algo que muy en el fondo no se atrevía a hacer.
— Mak Savicevic —Dijo la profesora—. Usted lo sabe, supongo.
— Compatriota mío, supongo —Respondió bostezando.
Maga Pizarnik le regaló una sonrisa.
— La guerra del Chaco —Dijo la profesora, casi intuyendo que su alumno prefería permanecer en un perfil bajo— ¿Alguien sabe sobre la guerra del Chaco? Hay mucha gente de Sudamérica aquí. Señorita Müller.
— La verdad es que no.
— No sé si se fijan... Marchessi, Müller... Apellidos europeos, gente de Sudamérica. Para dominar el fuego hay que saber el origen del fuego. Cuénteme, señor Adams.
— Acá no nos enseñan mucho sobre Latinoamérica ¿Algún libro que me recomiende?
— ¿Alguien de Latinoamérica que le recomiende un libro al señor Adams?
Camila Suárez estaba a punto de responder pero Jean Manuelle Rodríguez la interrumpió con el codo.
— ¿Que pasa? —Le preguntó en voz baja.
— Catalina casi ni me habla —Respondió en el mismo volumen— ¿Acaso se le subieron los humos ahora que va primera en el ranking general?
— No tengo idea. Con Cata no hablamos mucho de tí.
— ¡Mak Savicevic! —Interrumpió la profesora, con su bozarrón— ¿Algún libro que le pueda recomendar a Jack Adams?
— ¡Las venas abiertas de América Latina! —Exclamó Camila Suárez, intentando meterse en la clase.
ESTÁS LEYENDO
Publicidad Engañosa
Novela JuvenilMak Savicevic, un joven y prometedor escritor que además de odiosamente competitivo es independiente financieramente, decide matricularse en la academia de escritores con el fin de competir por el preciado trofeo nobel de literatura digital. Los pri...