Hakan Mastourí había desaparecido con Ana y Rob Irwin se había quedado con María, quien se le iba acercando cada vez más a él, quien no podía dejar de pensar en cómo iban a ser las cosas cuando llegara aquel desenlace inevitable.
Estaban uno al lado del otro y Rob Irwin, sin haber podido disfrutar en ningún momento de lo que se suponía que debía disfrutar, estaba ahí tenso, no dando crédito a lo que habían sido las cosas hasta ese momento y prácticamente pasando toda la noche arrepentido de estar ahí.
— ¿Así es que eres escritor? —Le preguntó María.
— Así es —Le respondió Rob Irwin, pensando en que por fin iba a preguntarle aquello que no se había podido sacar de la cabeza durante toda la noche— ¿Y tú? —Preguntó, casi sin respirar— ¿A qué te dedicas?
María tomó la verga de Rob Irwin por encima del pantalón.
— Soy una puta —Dijo María—. Una puta muy puta que le encanta tragar vergas, más aún a estas horas de la madrugada ¿Qué te parece?
Rob Irwin decidió reírse, y a medida que iba riéndose aquello le salía más natural.
— ¿Por qué esa risa? —Le preguntó María, acercándose aún más y acariciándole suavemente el rostro.
— No es que me esté riendo de tí —Se apuró en responder Rob—. Ocurre que dijiste algo que te salió prácticamente calcado a lo que diría una de las protagonistas femeninas de mis historias.
— ¿Algo así como ser adicta a tragar vergas a estas horas de la madrugada?
Rob Irwin volvió a reírse y María también.
— Algo así —Respondió, algo más en confianza.
— Siempre quise irme a la cama con un escritor —Dijo María— ¿Es muy difícil?
— Depende.
— ¿Depende de qué?
— De la comunicación que haya o algo así. Los escritores somos gentes asquerosamente sensibles.
— Así veo —Respondió María—
Me gustaría saber si por ahí habrá alguno muy rudo que sea para mí.En ese entonces Rob Irwin tomó el ron que había sobre la mesa de centro y dio un trago tan largo que sintió que le quemó incluso hasta las membranas. Luego cerró los ojos y respiró hondo.
— Creo que también podemos ser rudos si es que nos lo proponemos —Dijo Rob, tragando inmediatamente otro sorbo de aquella botella.
— Así veo —Dijo María, tras hacer exactamente lo que hizo él.
En eso Rob Irwin la tomó de la barbilla y le dio un buen beso, que ella respondió con un énfasis que a él le daba la impresión de que era exactamente lo que ella esperaba que ocurriera.
— Preferiría tomarme esta cerveza primero —Dijo María, alejándose delicadamente.
— Como quieras. Si es que lo necesitas, puedo incluso tomarme dos mientras te espero.
— Así me gusta —Le respondió María, chocándole la botella y luego poniéndose de pie rumbo al baño.
María desapareció y Rob Irwin se tomó la cabeza con ambas manos. Le era extremadamente difícil concentrarse bajo la lógica de que no podía haber ningún tipo de problema.
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Con Ana encima de sus piernas prácticamente cabalgandolo, Hakan Mastourí recordaba que aquel presente era algo así como parte de sus sueños, considerando que, pese a que había disfrutado de muchas mujeres a lo largo de su corta vida, sentía una especie de especial placer cuando el asunto se trataba de pagar por aquello.
Se sentía mucho mas vivo cuando aquello acontecía, tomando en cuenta que el hecho de ser escritor lo hacía sentir con el derecho a hacer lo que quisiera, bajo la lógica de que aquello poco menos que le otorgaba la libertad absoluta.
En eso Ana comenzó a frotarse más firme con el abdomen de Hakan Mastourí, quien decidió volver a concentrarse en ello agarrandole firmemente el culo, mientras ella buscaba desesperada aquella boca que terminó por encontrar, al mismo tiempo que él decidía utilizar aquellos besos para cambiarla de posición.
— Me gusta esto —Dijo Ana—. Eres bastante resistente.
— Voy —Respondió Mastourí.
Se arrodilló en aquel sofá, tomó las piernas de Ana y comenzó a darle lo más profundo que podía. Aquello le daba potencia máxima a la parte del cuerpo dónde el tenía más fuerza, lo cual provocó que ella comenzara a gemir de una forma desproporcionada. Le daba lo mismo si Ana era una puta o no, pero una de las cosas que más le proporcionaba placer durante el acto sexual era precisamente el acto mismo de regalar placer.
— Termina pronto, gordo —Le dijo Ana—. Más vale que te apures si es que quieres que vaya a complacer a tu compañero.
— Y yo tengo ganas de dormir un poco —Le respondió Hakan, sin dejar de darle duro.
En eso ella abandonó su posición y Hakan Mastourí puso su verga muy cerca de la boca de Ana, quien no tardó en comenzar a masturbarlo. Tras casi nada de trabajo logró derramar algunas gotas sobre una lengua cuya boca no tardó en echarse hasta la garganta todo aquel contenido.
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María se había tardado mas de la cuenta en regresar a aquel destartalado departamento de dos ambientes y Rob Irwin ya pensaba que lo habían timado, en gran parte pensando que a esas alturas era lo mejor que le podía ocirrir.
Lo primero que hizo ella fue sentarse en las piernas de él, quien la tomó de la cintura tras echar levemente su espalda hacia atrás.
— Pensé que ya no venías —Le dijo el, limpiandole la nariz, que contenía una leve cantidad de polvillo blanco.
De pronto Rob la miró y le pareció que aquella boca era la más linda que había visto desde que había abandonado cierto juego hace tiempo atrás, cuando su novia sueca de Nueva York había decidido regresar a su país. Desde entonces no había buscado nunca nada más y en eso había ocurrido aquel accidente, qué, por más que renegara de aquello, sí o sí había hecho lo suyo dentro de lo que era su ser.
— ¿Todo bien? —Le preguntó María.
— Todo bien —Le respondió Rob, excitandose mucho más tras detectar aquellos ojos absolutamente desorbitados que lo miraban fijo.
En eso María volvió a sonreír.
— ¿Qué pasa? —Le preguntó Rob.
Seguía riéndose.
— ¿Tú sabías que las putas no damos besos?
En eso Rob Irwin decidió jugársela más a fondo, dándole un beso que permitió que ella le arrancara inmediatamente la ropa.
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Publicidad Engañosa
Novela JuvenilMak Savicevic, un joven y prometedor escritor que además de odiosamente competitivo es independiente financieramente, decide matricularse en la academia de escritores con el fin de competir por el preciado trofeo nobel de literatura digital. Los pri...