Verdades artificiales (1)

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Mientras desayunaban bastante más tarde de lo que desayuna la gente, Sonia y Lerna estaban casi en silencio. Era muy poco lo que se conocían y ahí estaban, trabajando en aquel montaje.

— ¿Así es que le propusiste un viaje a Sudamérica? —Le preguntó Lerna— ¿Por qué? ¿Cual es el fin?

— Según un informe sicológico sobre su obra literaria que me proporcionó Javo Sczibor, el sueño de mi niño Mak es conocer Sudamérica algún día.

— ¿Y cuál es el sentido de eso?

— Que esté ahí en su máximo esplendor espiritual.  Ahí va a ser más fácil decirle que soy su madre ¿Qué te parece?

— Me parece horrible —Dijo Lerna—. Manipularlo de ese modo va a hacer que te odie más. Mak no tiene un pelo de tonto.

— ¿Y cómo lo sabes?

— Lo sé muy bien porque he hablado con el ¡Es demasiado buena persona como para le que hagas eso!

Sonia se puso de pie y la miró desafiante.

— ¿A tí que te pasa? —Le preguntó.

— ¿Que me pasa por qué?

— ¿Te lo llevaste a la cama una vez y ahora resulta que me quieres hacer creer que te enamoraste? ¡No me vengas con esos cuentos, por favor!

Lerna comenzó a reírse hacia adentro. Pese a que Mak le gustaba bastante, jamás podría llegar a enamorarse de un chico como él. En ese caso prefería a Lerka, quien había sido la inspiración absoluta al momento de escoger su nombre de trabajo como integrante de la policía inteligente internacional.

– Mak va a saber que es mi hijo —Explicó Sonia—. Luego le diré lo que le espera. Después de toda una vida en la miseria va a ser enormemente feliz administrando mis riquezas ¡Ya no va a ser necesario que tenga que escribir tantas estupideces para poder subsistir!

— Mak quiere ser escritor o músico —Le contestó Lerna—. Bueno, ya lo es. Me sorprende bastante que el imbécil de Javo no sea capaz de acercarse a él, aún así, cuando tiene a la mano esa clase de información ¡Tú deberías hacer lo mismo!

— ¿Como así?

— ¿Por qué no te muestras más interesada en su vida? ¿En los libros que le gustan? ¿En la música que hace? Ayer estaba en Dublín mirando guitarras.

— ¿Piensas regalarle una?

— Tú podrías regalarsela —Sentenció Lerna, poniéndose de pie con el fin de abandonar la sala.

Sonia se quedó ahí, pensativa, mirando aquella fuente con frutas de plástico. Tenía bastantes ganas de que su hijo la aceptara rápidamente y era por eso que estaba inmediatamente dispuesta a entregarle prácticamente el mundo a sus pies.

— ¡Mak no nació para ser un escritorzuelo muerto de hambre!— Gritó.

Tras presenciar que no hubo respuesta por parte de Lerna volvió a gritar:

— ¡Mak nació para ser el hombre más poderoso de nuestra maldita nación secreta escondida en medio de la nada!

El sonido de su teléfono alteró aquella comunicación. Era Caks, su otro hijo.

— Mamá —Dijo él— ¿Cómo están las cosas por allá?

— De lo más bien, hijo. Mak ha resultado ser un excelente vecino.

— ¿Como así?

— Lerna me ha demostrado que Mak es una excelente persona. No sé que es lo que tenemos que esperar para reclutar a mi hijo para la causa.

— Hay que tener cuidado, madre.

En eso hubo un absoluto silencio, situación suficiente como para que Sonia se preocupara un tanto de lo que se le decía.

— ¿Hay algo de lo cual preocuparse? —Preguntó Sonia, por si acaso.

— Siempre hay algo de lo cual preocuparse —Respondió Caks.

— ¿Como así?

— Pues muy simple.

— ¿Puedes hablar de una maldita vez?

Nuevamente hubo silencio. Para Sonia parecía como lo peor que podía llegar a ocurrir en ese momento, más aún tras verse a sí misma en esa situación, cada  vez más intrigante desde una perspectiva comunicacional.

— La institución está tras tus pasos —Dijo seriamente Caks.

— ¿Como así?

— Pues así tal como suena. Te queda máximo una semana como para merodear Europa. Si te llegan a descubrir, me imagino de que estás muy consciente de que todo esto se acaba.

Aquello no estaba en los cálculos de Sonia bajo ningún punto de vista.

— ¿No se supone que el permiso era por un mes?

— Eran esos riesgos los que te dije que se estaban corriendo —Dijo Caks—. La policía, la verdadera policía, está tras tus pasos por tus crímenes de guerra.

— ¿De cuáles crímenes me hablas, gordito? Yo no he matado a nadie.

— Prácticamente de pagaban por cada civil que asesinaban —Dijo Caks, burlescamente— ¿Acaso eso no es lo mismo?

Tras largo rato aguantandose, Sonia no pudo evitar golpear la mesa con el puño.

— ¡Ustedes! —Gritó— ¿Qué es lo que saben hacer bien ustedes?

— ¿Por qué?

— ¡¿Como es posible que yo, con todo el dinero que tengo, sea tan malditamente incapaz de ser una mujer libre?! ¡Vete a la mierda, Caks!

Acto seguido Sonia colgó y arrojó su teléfono en dirección hacia la pared. Lerna acudió prácticamente en el acto.

— ¿Que ha sucedido? —Le preguntó Lerna, conmovida por aquella tan repentina pérdida de control.

En eso Sonia se echó a llorar y pese a que en parte le sentaba horrible hacerlo, se acercó a consolarla, acariciandole suavemente la cabeza. Notaba cierta desesperación por algo y para ella, ver una mujer así, era sinónimo inmediato de intranquilidad.

— ¡Hombres! —Exclamó de pronto Sonia, apartándose de aquel regazo— ¡Los hombres son unos completos inútiles! ¿Te das cuenta?

Oír aquello hizo insistir un tanto a Lerna, quien consideraba que todo aquello era simplemente teatro.

— Yo opino que deberías decirle a Mak que eres su madre y ya está, y que estás arrepentida y que viniste a buscarlo ¡Tan simple como eso!

— No es tan fácil —Dijo Sonia, aún sollozando—. Ocurre que corro el riesgo de que a Mak lo eliminen, en caso de no considerarlo apto.

— ¿Por qué habrían de eliminarlo?

— Pues porque es elemental, mi querida Lerka. Nuestra mafia es algo muy delicado, un asunto que trasciende lo que es la justicia internacional. A través de Mak podrían llegar a mí o algo así.

Lerka oía todo aquello sin dar crédito a lo que Sonia decía. Concluía positiva y definitivamente que lo peor que le podía haber pasado a Mak había sido encontrarse con su madre.

Decidió no decir nada más, puesto que le llamaba enormemente la atención que el discurso de Javo fuese algo absolutamente distinto con ella a como era el de Sonia con el y con ella. La misión la encontraba cada vez más confusa y desagradable.

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