Verdades artificiales (5)

1 1 0
                                    

Ahí estaba Rob Irwin, una vez más con una copa en la mano en un bar de aquellos que consideraba demasiado elegante para su gusto. Pese a que no pretendía precisamente vengarse de Mak Savicevic, su objetivo era hacerlo contra aquel sistema de creencias que tanto odiaba en esos momentos.

Bajo esa lógica aceptar lo que le proponía Javier Busquets no era mala idea del todo.

— ¿Por qué quieres hacer esto? —Se le ocurrió preguntar.

— Elemental pues compañero. Divide y vencerás.

— ¿Como así específicamente?

— Mi grupo necesita sumar puntos. Para sumar puntos, necesito que ciertos personajes no sumen. Echar abajo al winner, en estos momentos, es una estrategia genial. Hasta lo que yo tengo entendido, tu eres top ten.

— ¿Y en qué consiste ese trato que me quieres ofrecer?

— Fácil pues, barrabrava. La idea es pagarte un monto fijo para que seas el líder de nuestro grupo.

— ¿Y de cuánto dinero estamos hablando?

— Lo suficiente como para que puedas vagar un mes por Europa.

Aquello si que encendió las alarmas de Rob Irwin, quien con ello vio una buena posibilidad de regresar a Nueva York a espaldas de lo que eran las preferencias de su madre. Allí podría instalarse y buscar un trabajo en lo que sea. Irlanda definitivamente no le había gustado tras ya un buen tiempo de regreso ahí.

— Tengo un solo problema —Dijo Rob.

— Mande.

— Hakan Mastourí o mi compadre de bigotes, mi gordo querido. A él si que no lo puedo abandonar ¿Crees que podamos hacerle un espacio?

Javier Busquets sacó cálculos. En su equipo eran cuatro. A Lana Ramsey no la podía sacar considerando que era quien más podía aportar, y eso en términos de montaje era algo casi escencial. A Jessica Córdoba menos, puesto que sí salía de ahí sí o sí iba a tener problemas para mantenerla bajo control.

— No sé si pueda ayudarte con eso, la verdad.

— Entonces no hay trato —Dijo Rob Irwin—. Podré traicionar a propósito, pero la lealtad para mí es algo que no se transa.

— Uno tiene que ser leal a las convicciones propias —Dijo Javier Busquets—. Yo necesito salvar a mi grupo y se me ocurrió ofrecerte este trato. Estoy seguro de que una excelente forma de reducir distancias en el ránking es no permitiendo que el winner sume puntaje.

Tras oír aquello, Rob Irwin tragó un buen sorbo de gin, lo más lento que pudo. Tenía que estar alerta en todo.

— No lo había observado desde ese punto de vista —Dijo—. Muy buen punto el que acabas de mencionar. Lo que me preocupa es mi gordo de bigotes ¡No puedo dejarlo solo!

— ¿Y qué tan aporte es él?

— Demasiado.

— Lo tendré en cuenta —Dijo Javier Busquets, poniéndose de pie con el fin de buscar dinero en su cartera con el fin de pagar las consumiciones— ¿Vas mañana a la academia?

— Pues no lo creo.

— ¿Y cuándo podrás darme una respuesta?

— Te llamo yo –Respondió Rob Irwin, bebiendo el resto de la copa de un solo trago y poniéndose de pie también.

Acto seguido Javier Busquets caminó hacia la salida del bar. Rob Irwin hizo lo propio, sin despedirse y caminando en la dirección contraria de su compañero.

Publicidad EngañosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora