Finales anticipados (1)

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Tanto Rob Irwin como Hakan Mastourí habían decidido no asistir a clases durante aquella jornada. A cambio de eso habían optado por ir a beber unas cervezas a la orilla del mar, donde los débiles rayos de sol les daban algo de calor.

— Así es que te retiras —Dijo Hakan Mastourí— ¿Estás seguro?

— Cada vez más, hermano —Respondió Rob Irwin—. Después de la estupidez que hice ayer durante el día hace que menos ganas me den de volver.

— Yo consisero que es muy legítimo, hermano. Si puedes quedarte un tiempo más y ganar algo de dinero antes de regresar a Nueva York deberías hacerlo.

— De todos modos me da un poco de lástima el bosnio transgresor —Respondió Rob Irwin.

— ¿Por qué te va a dar lástima?

— No es lástima precisamente el sentimiento, hermano. Yo sé que el debe haber visto lo que hice como una traición.

— Yo no diría que es una traición, hermano. Por ejemplo yo, en mi caso, le acepté un trabajo que consistía en escribir artículos periodísticos por encargo ¿Se gana dinero? Pues si, por supuesto, pero ese trabajo me lo ofreció porque el ganaba también si es que yo escribía.

— ¿Y eso qué tiene que ver con lo que hablamos?

— Me fue bien con las apuestas pues borrachín. Además, el trabajo de Mak es demasiado agotador. Hace que después no me den ganas de dedicarme a la literatura creativa.

— Entiendo, hermano. De todas maneras el bosnio no es mala persona.

Hakan Mastourí encendió un cigarrillo. Miró largamente el horizonte mientras expulsaba apreciativamente aquel humo.

— ¿Y tú gordo? ¿Qué vas a hacer? Tampoco quisiste ir a clases.

— Me estado cuestionando muchas cosas mientras miro partidos de fútbol, hermano.

— ¿Como qué cosas te has estado cuestionando?

— La estancia aquí, en esta isla. Este lugar es demasiado tranquilo y da la impresión de que nunca pasa nada. Necesito un lugar más caótico para desarrollar mi arte.

— Pero acá se supone que estas estudiando pues gordo. Te estás perfeccionando en el oficio de escritor. Estas invirtiendo tu tiempo.

— ¿Estas hablando en serio maldito borracho?

— La verdad es que no. Lo único que me gustaba de la academia es la competencia hermano, la sensación de que puedo masacrar con mis letras a toda esa gente que no me cae bien.

— ¿Entonces por qué pretendes retirarte justamente antes de lo que es la competencia más importante?

— No me gusta mi equipo, hermano, esa es la verdad. El bosnio no es la persona que yo creía que era y pues bueno, creo que no hay demasiado más alrededor donde poder elegir.

— Tal vez si no le debiese esa cantidad de dinero a Reno Cauldfield ya me hubiese ido pero bueno, espero que este tiempo pase rápido.

En eso sonó el teléfono de Rob Irwin. Era nada más y nada menos que Javier Busquets y decidió no responderle. Las llamadas tanto de Reno Cauldfield como las de Mak Savicevic había decidido bloquearlas.

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Los ánimos estaban bastante calientes en el patio de la academia. Desde que el cuerpo docente les había dado permiso para solucionar aquellos problemas que no eran problemas no habían dejado de discutir.

— ¡Sinceramente pienso que esta situación pudimos haberla arreglado de otro modo! —Dijo Hans Wörns—. Se suponía que éramos una pandilla bastante unida.

— Eso no tiene nada que ver con el rendimiento —Le respondió Tom—. Yo quiero ganar el Grand Slam y para eso necesito conformar mi equipo con gente realmente comprometida.

— ¿Pero no piensas que se te pasó la mano? —Preguntó Enzo Ferratti—. Acá habemos estudiantes sin nada de puntos. La competencia está brutal ¿Sinceramente consideras que es muy malo el compañerismo?

Kate Miller lo oía todo con religiosa atención. De todos modos para ella las cosas estaban bastante claras.

— ¡Esto no es un acto de beneficencia! —Exclamó— ¡Se supone que es una maldita competencia!

— Y tú, Jack Adams ¿No vas a opinar nada? —Preguntó Enzo Ferratti— ¡Todo indica que fue tuya esta idea de perjudicarnos!

— ¿Perjudicarlos por qué?

— Por lo que está ocurriendo pues, por supuesto. Eres el gran beneficiario de esto ¡Yo creí que eras otra clase de persona!

Jack Adams tomó aire pesadamente y Kate Miller le tocó la mano, en señal de apoyo.

— A mí me da lo mismo el ránking y quien  escribe mejor —Le respondió Jack Adams—. Lo que me molesta es la absoluta falta de compromiso.

— Absoluta falta de compromiso que nos pudo haber perjudicado bastante más —Intervino Tom Mc Carty— ¡Tú mismo, Hans! ¡No aportaste ninguna maldita sílaba para nuestros trabajos grupales!

— ¿Y qué te ofendes tanto si terminaste primero en el ránking y Kate Miller segunda? ¿Acaso necesitabas mucho de mí?

— Por lo menos que hubieses estado físicamente presente. Haber expuesto un poco más de sentido de pertenencia a la causa, que se yo.

— ¡Pero si sabes que tengo demasiado trabajo con el asunto de la editorial!

— Y yo con mi música —Intervino Ray Perez.

Fue Tom Mc Carty esa vez que tomó aire para responder.

— ¡Ese no es mi problema! —Exclamó, mirando a Hans— ¡Yo también tengo demasiado trabajo!

— ¿Pero no se supone que somos todos amigos? De verdad así, muy sinceramente, me siento estafado ¡Ustedes jamás dijeron nada!

Acto seguido Hans Wörns se puso de pie.

— ¿Para dónde vas? —Preguntó Tom— ¿No se supone que estamos conversando?

— ¡Ya no me interesa conversar contigo! ¡Solo veo que hay ambición de poder!

Kate Miller no pudo evitar soltar una pequeña risa y Tom Mc Carty le pegó un pequeño codazo. Hans Wörns se alejó definitivamente.

— Calma —Dijo Jack Adams, tras notar la repentina tristeza de Tom—. Tarde o temprano va a comprender que no se tiene que tomar este asunto de manera personal.

Danny Van Bossen se acercó a Kate Miller.

— ¿A quién más piensan integrar al equipo?

— No lo sé —Respondió Kate Miller, mirando a Tom—. Permiso, tengo que hacer una llamada.

Tras comprobar que Mak Savicevic no estaba por ninguna parte del campus decidió llamarlo por teléfono y su compañero le respondió en el acto.

— Kate —Le dijo, así como apurado— ¿Podemos hablar más tarde?

A Kate Miller no le costó mucho identificar que su compañero estaba resolviendo la misma clase de problemas.

— Por supuesto que sí —Le dijo— ¿Vas a volver a la academia?

— Supongo que no tengo más remedio.

— Muy bien. Te espero entonces.

Acto seguido su compañero colgó y desde lejos vió que Enzo Ferratti seguía reclamandole a Jack Adams.

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