A vencer o morir (5)

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Estaba resultando demasiado surrealista aquel fin de semana para Javier Busquets, según lo que él entendía por la palabra surrealista.

Tras una frenética e impulsiva llamada de su padre había tenido que viajar de urgencia a Barcelona, y tras verse nuevamente recorriendo aquellas calles concluyó que nada iba a ser como había sido hasta entonces, llegando a parar a una extraña clase de melancolía que hasta entonces no había experimentado nunca.

A fin de cuentas todo se ha reducido a placer, pensaba. Recordaba una de esas tardes/noches mirando dormir a Jessica Cordoba y casi le daban ganas de tener una vida normal.

Había logrado llegar caminando hasta ese pequeño hotel dónde lo había citado la junta central de la policía inteligente.

En la entrada así sin más lo recibió un funcionario que no había visto nunca.

— Buenas tardes —Le dijo— ¿A quien busca?

— Busco a mi padre —Dijo.

— ¿Y quién es su padre?

— El coronel Sczibor —Respondió Javier, pensando que aquello no podía llegar a significar absolutamente nada para un desconocido.

El funcionario abrió unos ojos ligeramente grandes antes de marcar el contestador, mientras Javier no podía dejar de pensar en Jessica y en su problema, tomando en cuenta que era demasiado evidente que ella estaba sufriendo mucho, producto de lo que había juzgado tras oír su voz.

— Ya viene —Respondió el funcionario, con una sonrisa que a Javier le cayó pésimo.

Tras un breve tiempo de espera apareció su padre, quien tras mirarlo abrió inmediatamente sus brazos.

— ¡Hijo querido! —Le dijo, con una voz tan animada que a Javier le era difícil de creer, ya que estaba acostumbrado a recibir solamente recriminaciónes e insultos—. ¡Ven inmediatamente a recibir las felicitaciones de tu padre!

Acto seguido se lanzó ahí, sin entender nada de aquella inesperada amabilidad, puesto que según él había hecho realmente poco como para merecer tanto.

— Eres el mejor, hijo. Lamentablemente nunca me he dado el tiempo de decirlo pero estoy orgulloso de tí ¡Mira esto!

Acto seguido su padre le mostró con una tablet aquel titular de la prensa de Cali, el cual exhibía el rostro de aquel hijo del empresario local, cuya desgracia se iba difundiendo a un ritmo insospechado.

— ¡Lo hiciste, Javo! —Exclamó riéndose—  ¿0 Javier Busquets? ¿Cómo prefieres que te llame?

La desgracia de Jessica es mi triunfo, pensó Javier, tras dejar nuevamente que su padre le diera unos suaves golpecitos en la espalda. Nunca antes en su vida se había cuestionado tanto la injusticia ajena.

— Adelante hijo. En el Hall de este hotelucho te tenemos una pequeña celebración.

Tras ingresar ahí vio un par de rostros solemnes que se lanzaron inmediatamente a él. Además de eso no vio nada que pareciese una celebración.

— Enhorabuena, funcionario Sczibor ¡Con esto has demostrado que instalar nuestra especie de nuevo orden no es para nada algo imposible!

— Enhorabuena, Javo ¡Con esto ya estás preparado para recibir misiones más importantes!

— ¿Cómo te ves seduciendo a la esposa de un importante empresario Salvadoreño?

Acto seguido los dos importantes funcionarios rieron a carcajadas, en compañía del padre de Javier.

Javier Busquets no sabía muy bien cómo comunicarse con esa gente. De todos modos comprendía que aquel triunfo le daba derecho a hacer algunas preguntas, por muy que lo más probable es que no se las respondieran.

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