Poco después de que acabó la temporada regular comenzaron a cambiar ciertas cosas en la vida de Rob Irwin, quien estaba de lo más feliz en la compañía de su hermano Liam, quien era futbolista de la segunda división de Inglaterra.
Aún recordaba aquel día que lo fue a buscar al aeropuerto. Siempre le había entusiasmado la charla que su hermano le ofrecía, ya que a sus sueños de futbolista frustrado previa lesión en la rodilla que le había impedido seguir practicando de manera competitiva siempre lo consolaba el hecho de que su hermano le relatara sus aventuras.
— Me peleé con el entrenador —Le contaba Liam, mientras bebían una suave botella de cerveza en el bar del aeropuerto—. Dice que no le sirvo en el equipo si es que pretendo no renovar para la próxima temporada.
Lo primero que hacía Liam en sus vacaciones era fumarse un cigarrillo y a Rob le daba gusto estar con el papa aquello.
— ¿Y qué es lo que piensas hacer? —Le preguntó.
— Pretendo entrenarme en casa estos meses. Mi mánager me va a buscar club en la Major League Soccer.
— Yo pensé que pretendías irte a un club de la Premier League.
— Mis aspiraciones son ser titular y en Inglaterra lo más probable es que siempre esté haciendo banca. Sé que allá en Norteamérica puedo mostrarme. Más que la Premier, mi sueño es vestir la camiseta de la selección nacional de Irlanda.
Acto seguido Rob Irwin se puso de pie y le dió un buen abrazo a su hermano.
— Estoy seguro de que lo vas a lograr —Le dijo—. Robbie Keane hizo historia allí. Ya sea jugando en la Bundesliga o en la Major te va a ir espectacular, hermano querido.
Luego de aquella única salida a beber, Rob Irwin consideró que una buena manera de cambiar el ciclo consistía en acompañar a Liam en sus entrenamientos. En un principio le costó seguirle el ritmo, pero tras unos días se desintoxicó y se reía bastante al considerar la idea de que tal vez aún estaba a tiempo de jugar al fútbol de manera competitiva.
Ya no sentia deseos de beber.
En acto de volverse productivo, Rob Irwin decidió volcarse a la lectura en esas tardes libres. Partió por Reno Cauldfield, a quien consideró demasiado claro y obvio, lo que hacía que las interpretaciones de sus textos fueran a prueba de tontos, lo cual era muy bueno desde una perspectiva comercial. Luego siguió con Hakan Mastourí, cuyas páginas se le pasaron volando puesto que el sí sabía hacer que la gente se divirtiera a través de sus páginas.
Tras una breve cantidad de horas en las cuales decidió salir a correr en soledad producto de que su hermano Liam se hallaba en Dublín visitando a una amiga, Rob Irwin al fin se decidió a leer la obra de Mak Savicevic, cuestión que tras una breve cantidad de páginas considero que era más o menos suficiente producto del inesperado impulso instantáneo que tuvo en ese momento.
Comenzó a escribir sin parar una novela, que consistía en personajes genéricos que tenían nombres genéricos. Se iban destruyendo entre sí, rápidamente. Aplicando los conocimientos adquiridos en una de las clases de habilidades literarias tipo aire, Rob Irwin escribió 4 mil palabras diarias, por lo que al cabo de diez días tuvo el borrador de una novela nueva en su poder.
Producto de que quería escribir esa novela sin contaminarse, Rob Irwin recién retomó la lectura de la obra de Mak Savicevic una vez que concluyó su borrador. A medida que avanzaba el asunto, concluía lentamente que aquello era lo más extraño que había leído en su vida, puesto que su narrativa era exageradamente periodística al mismo tiempo que los diálogos entre sus personajes era lo mejor que había tasado al respecto en su vida, puesto que eran sentimientos demasiado universales los que hacían interactuar a sus personajes.
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Publicidad Engañosa
Novela JuvenilMak Savicevic, un joven y prometedor escritor que además de odiosamente competitivo es independiente financieramente, decide matricularse en la academia de escritores con el fin de competir por el preciado trofeo nobel de literatura digital. Los pri...