El poder del fuego (12)

1 1 0
                                    

Ya se estaba haciendo de noche y el día se le había hecho eterno a Kate Miller, quien no obtenía ninguna clase de respuesta desde ninguna parte.

Le había escrito un mensaje vía WhatsApp a Mak Savicevic, a quien ni siquiera le había llegado. Tal vez me bloqueó, pensó con angustia.

En eso, y con el fin de hacer algo con todo aquello que le ocurría se le ocurrió la idea de marcar el número de Tom, quien recién al tercer intento se dignó a responder.

— Hola Tom —Le dijo Kate.

— Hola Kate —Le dijo Tom.

— Te llamaba para preguntarte sobre el torneo de habilidades literarias tipo fuego ¿Qué es lo que vamos a hacer finalmente?

— Lo mismo de siempre, supongo. Ray Pérez no me ha respondido en todo el día y Hans Wörns tiene demasiado trabajo con esa maldita editorial de Hamburgo.

— ¿Así es que Ray Pérez no te responde nada?

— La verdad es que no.

— ¿No sé supone que dijo que iba a esforzarse en ser más participativo desde la medalla tierra en adelante?

— Se supone que eso fue lo que dijo.

— Espérame un minuto —Dijo Kate Miller, de pronto más resuelta.

Decidió abandonar aquella llamada con Tom. Rato atrás lo había visto en línea y en eso marcó su número. Ray Pérez le respondió de inmediato.

— Morena mía —Le dijo—. Justamente hoy me estaba acordando de tí.

— Así es que te estabas acordando de mí —Le preguntó Kate, con cierta picardía— ¿De qué te estabas acordando precisamente?

— De tu piel y de tu cintura. Viajo a Dublín en un rato más ¿Te gustaría acompañarme?

— ¿Y a qué vas a Dublín?

— Iré a conocer la acústica de un club latino al cual tal vez despues vaya a cantar. Tal vez mi música se haga más conocida aquí en un tiempo más.

Respiró profundo Kate Miller. Ella no quería nada de Ray, sin embargo le daba pena Tom.

— ¿Por qué haces esto? —Le preguntó.

— ¿Hacer qué, morena mía?

— Dijiste que ibas a integrarte más, que ibas a ser más participativo en los torneos grupales desde aquí en adelante ¿Por qué no llegaste hoy a la academia?

— Pues porque ni tú ni Tom me dijeron nada.

— ¿Y tienes que esperar a que nosotros te digamos para hacer algo por el grupo? ¿Tan bajo es tu nivel de iniciativa?

— Tienes que comprenderme, Kate ¡Estoy a punto de conseguir el estrellato definitivo!

Se acordó de Mak Savicevic, quien también tenía asuntos con la música. La diferencia es que este se había decantando por la literatura y por la competencia.

— Vete a la mierda, Ray.

— ¿Qué estás diciendo?

— Vete a la mierda, Ray ¡Las perdiste todas conmigo!

Acto seguido Kate colgó y marcó inmediatamente el número de Tom.

— ¿Sí?

— Ray Pérez ya no va. Tom. Creo que tendremos que hacernos cargo.

— Ya era hora, Kate.

— También quería decirte que sí o sí vamos a tener que juntarnos a trabajar. Cualquier diferencia que tengamos tú y yo tendremos que resolverla despues. Aquí lo que urge es el ranking y los puntos ¿Qué te parece?

Publicidad EngañosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora