El poder del agua (4)

1 1 0
                                    

Mak Savicevic estaba ahí, entre retomar su trabajo remunerado de escritor de artículos por encargo o enfocarse en la competencia, tratando de llevar su vulnerabilidad máxima a las palabras.

Había decidido ir por un café cuando escuchó que sonaba su teléfono. Era nada más y nada menos que Jessica Cordoba.

— Mak —Dijo ella, casi sin respirar— ¡Necesito pedirte un favor urgente!

Sonaban The Beatles de fondo y decidió bajarle el volumen a la música.

— ¿Qué pasó? —Le preguntó.

— ¡Estoy abandonada! —Dijo— ¡No tengo idea donde estoy!

La oyó muy angustiada y no sabía que hacer.

— ¿Que puedo hacer por tí? —Le preguntó resueltamente.

— ¿Podrías venir a buscarme en un taxi? No tengo dinero para pagarlo.

— ¿Pero dónde estás? ¿Que ocurrió? ¿Estás bien?

Todo sonaba desordenado y en ese instante para él era todo confuso y desagradable, puesto que rato atrás la había llamado para invitarla a salir.

— ¡Estoy perdida! —Exclamó— ¿Te puedo contar despues?

— ¿Y cómo puedo saber dónde estás? —Preguntó, prácticamente sin entender nada.

— Te enviaré mi ubicación por Whatsapp. De verdad no sé dónde estoy.

— ¿Y cómo llegaste allí?

Sonaba realmente angustiada aquella voz.

— ¡Después te explico, por favor! ¡Solo ven a buscarme!

En eso hubo un ruido que daba a entender que la señal se había ido y aquello Mak se lo tomó bastante en serio.

Tomó su teléfono y llamó inmediatamente a Reno Cauldfield, quien para su suerte respondió rápido.

— Mak —Dijo— ¿Cómo estás? ¿Que sucede?

— Esto es una emergencia —Dijo Mak— ¿Por alguna de esas casualidades sabes conducir?

— Tengo licencia —Respondió— ¿Por qué? ¿Que sucede?

— ¿Crees que tu padre te preste su coche?

— La verdad es que no está y salió sin el coche ¿Me puedes contar que ocurre?

— Es una emergencia. Tendría que explicarte despues ¿Podrías pasar por mi a mi casa?

— ¿Todo bien, Mak? Me estás asustando.

— ¡Por favor, Reno! ¡No me hagas más preguntas!

— Está bien —Dijo Cauldfield— ¡Voy para allá!

Acto seguido Mak colgó y encendió un cigarrillo. Luego se puso una chaqueta y descendió casi corriendo las escaleras. Al igual que Reno Cauldfield, el no tenía idea lo que estaba ocurriendo.

-----------------------------

Un tanto arrepentido de haber abandonado a Jessica casi en las afueras del condado, Javier Busquets estaba ansioso por qué Caks hablara pronto del asunto.

En lugar de explicarle por qué le había dicho por teléfono que quería la cabeza de Mak Savicevic, Caks se dedicaba a beber vino y a hablar de vinos europeos, con una verborrea que a él le hacía creer que su colega de la policía de la mafia internacional era un completo ignorante con respecto al tema.

— Basta de tonteras —Dijo Caks de pronto— ¿Cómo está mi hermanito?

— Muy bien por lo que veo —Dijo Javier Busquets—. El tipo es un ganador por naturaleza.

En eso Caks soltó una sonora carcajada.

— ¿De qué te ríes? —Le preguntó Javier.

— Creo que eso no le va a servir de mucho, por lo que veo ¡Mi hermanito tiene los días contados!

— ¿Por qué lo dices?

— Pues porque sí. Mi madre está obsesionada con verlo y conocerlo y estoy seguro de que si ella logra cumplir su propósito estoy realmente frito.

— ¿Frito con qué?

— Frito con la herencia pues hombre. Creo que a eso vengo, a negociar contigo ¿Sabes si mi hermanito tiene alguna debilidad o algún vicio?

Javier Busquets se quedó en silencio. Sonia había hecho un trato aparte con él y no podía ignorar su parte.

— Deberías dejarlo en paz —Dijo—. Lo más probable es que el Winner quiera compartirlo todo contigo cuando llegue ese día.

— ¡Yo no quiero compartir nada con él, amigo mío! —Exclamó Caks.

— ¿Por qué?

— Pues porque... ¿Qué derecho tiene? Es simplemente un aparecido.

— ¿Un aparecido? Hasta dónde yo tengo entendido, tu madre lo abandonó.

— Por eso mismo pues. El destino de ese miserable era morir en la guerra ¿Por qué tiene que aparecer ahora?

— Pues porque por lo que veo es bastante capaz.

— ¡Necesito que me ayudes a cazarlo! ¡Podría darte un muy buen dinero si es que lo haces desaparecer!

— ¿Y por qué yo?

— Pues porque lo conoces mejor. Mi madre está haciendo los trámites para obtener permiso y viajar hasta aquí ¿Acaso no te das cuenta?

— ¿Cuenta de qué?

— ¡Estoy perdiendo mi fortuna y mi poder! ¿Cómo no vas a ser capaz de hacerlo caer en algo?

Javier Busquets decidió tomar algo más de distancia emocional en el asunto, considerando que hasta hace muy pocos momentos el también tenía ganas de asesinarlo.

------------------------------

Tras una larga búsqueda producto de que en aquella parte se iba la señal, Mak Savicevic y Reno Cauldfield por fin lograban localizar a Jessica Córdoba, quien yacía de lado en el suelo, casi en posición fetal. Verla en movimiento hizo que no creyeran que aquello fuese una tragedia horrible, aunque sí un episodio desagradable.

— Preferiría que me esperes aquí en el coche —Dijo Mak.

— Como quieras —Dijo Reno, quien pese a todo no entendía muy bien por qué Mak estaba ahí.

Mak Savicevic caminó hasta ella y se agachó.

— Jessica —Le dijo.

Jessica abrió los ojos y en cuanto lo vió se echó a llorar, sin siquiera levantarse del suelo.

— ¿Qué pasa? —Le preguntó Mak.

Ella seguía llorando ante la angustia de Mak, quien además de tener que lidiar con aquello debía aguantar a Reno, quien había llegado hasta allí de una forma bastante insegura con respecto a sus capacidades en el volante.

De a poco ella se fue calmando y Mak tuvo que recurrir a todos sus trucos para no caer en la impaciencia. Sentía que perdía el tiempo ahí en una causa que no le pertenecía, al mismo tiempo que se sentía un poco culpable por haber querido algo con ella. La ayudó a incorporarse.

— ¿Estás bien? —Le preguntó.

— Un poco mejor —Respondió Jessica.

— ¿Y cómo llegaste hasta aquí?

Jessica Córdoba intentó mantener su mirada en sus ojos pero no tardó en echarse a llorar nuevamente. Mak Savicevic le acarició el cabello y ella se echó en sus hombros y en eso sintió que su piel estaba demasiado helada. Se sacó su chaqueta y se la puso a ella.

— Vamos —Dijo Mak.

Caminaron unos pasos hasta el coche de Reno Cauldfield, quien decidió que no iba a articular ninguna palabra durante el camino pese al silencio existente.

Publicidad EngañosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora