Primeras enseñanzas (4)

27 4 0
                                    

Rob Irwin seguía dormitando en el pasto cuando de pronto una voz lo hizo abandonar definitivamente su letargo.

— ¡Hey! —Oyó desde arriba.

— ¿Que pasa? —Preguntó Rob, tras bostezar poderosamente.

Javier Busquets lo tomó de la mano con el fin de ayudarlo a incorporarse. Años atrás había sabido lo que significaba estar borracho a esas horas y Rob Irwin aceptó de buena gana aquel ofrecimiento caído del cielo. 

— ¿Estás bien, escribidor barra brava?

— No hablo español, Sorete.

— Vas a tener que ir acostumbrandote. Hay cinco chicas latinas que son preciosas, más ese estúpido puertorriqueño que te pasó esas pastillas de menta. Por si fuera poco hay un eslavo que domina al revés y al derecho el español, además de ambos franceses y yo, por supuesto, el único de la madre patria aquí presente, el máximo exponente de la lengua —Dijo, sacándo la lengua hacia afuera y moviendola lascivamente hacia adelante y hacia atrás— ¿Entiendes ahora, escribidor de mala muerte?

Rob Irwin intentó espabilar. No era la cantidad de alcohol precisamente lo que lo tenía así, era más bien la escasa cantidad de horas de sueño que llevaba en el cuerpo y optó por concentrarse en el presente mientras miraba las paredes repletas de hiedra.

— Hay que ir al salón de clases —Dijo Javier— Hay un tipo de quinto semestre que quiere hablar con nosotros para organizar nuestra fiesta de bienvenida. Lana Smith, que no sé por qué está al tanto de tantas cosas me dijo que te llamara.

— ¿Por qué a mí?

— Porque eres local.

— Pues vamos —Dijo Rob, al fin disfrutando de que al menos una persona reconociera aquella condición de anfitrión. 

Caminaban lentamente por el campus, puesto que se encontraban algo lejos de la sala dónde se celebraba aquella reunión. Rob Irwin encendió un cigarrillo.

— Puedo cambiarte esa mierda por otra cosa —Dijo Javier.

— ¿Por qué querrías cambiarme esta mierda por otra cosa?

— Porque me apesta el olor a cigarrillos a esta hora, compadre.

— Vas a tener que acostumbrarte. Esta isla es mía y no tuya y eso ya lo sabes.

Acto seguido Javier extrajo un pequeño frasco desde el bolsillo de su chaqueta.

— ¿Que es eso? —Preguntó Rob.

— Es algo para que dejes de dar pena y para que te concentres ¡Apaga esa mierda, por favor!

Antes de apagar el cigarrillo Rob le dió una última chupada. Luego le arrojó el humo en la cara a su compañero y posteriormente pisó la colilla. Javier hizo un exagerado ademán de que solo por esa vez lo iba a tolerar.

Después siguieron caminando.
______________________________

Tras ir a la dirección con el fin de encontrarse con el profesor Cauldfield y así pedir disculpas o algo parecido, Mak Savicevic se encontró con la noticia de que Samantha Rhoades no alcanzaba a llegar a tiempo desde Copenhague para su primera clase y que debido a eso la primera semana completa de academia llegaba hasta ahí.

Por si fuera poco Ian Cauldfield lo ignoró olímpicamente y tras ver que su compañero Reno Florenzi también lo requería decidió no insistir, puesto que consideró que era más prioritaria la condición de víctima de su compañero que definitivamente era mucho más tímido que él en desmedro de su propia actitud frente a eso. 

Publicidad EngañosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora