Solo es un juego (5)

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No paraba de recibir llamadas de Mika que no quiso responder. Había un largo mensaje de ella también y tampoco lo había querido leer.

Para Mak Savicevic, el simple hecho de contenerse y hacer ese esfuerzo por olvidarse de ella lo antes posible lo agotaba enormemente, y tras darse varias vueltas con su ansiedad y su exceso de pensamientos que estaba haciéndolo a punto de arrojar su móvil por la ventana decidió irse a la cama, puesto que ya no daba más.

Si hubiese podido desaparecer en ese momento lo hubiese deseado perfectamente.

Pensaba en su vida en la academia y también en Mika y en su cansancio, que era como una mezcla de muchas cosas sin orden ni lógica objetiva, según sus intentos de descifrar lo que le ocurría a partir de hacer un esfuerzo y observar todo desde afuera.

¿Por qué lo llamaba tanto por teléfono? ¿Acaso quería algo de él? ¿Quería que regresaran? ¿Por qué iba a querer eso después de lo que había hecho?

Simplemente no podía borrarse aquella imagen en su cabeza en dónde ella y su primo follaban, escenas en las cuales ella hacía exactamente lo mismo que hacía con él tras decirle que lo amaba, que hombre como él no habría otro igual en su vida y que el había sido una especie de angel que le había iluminado el camino.

En eso sonó su móvil una vez más y no quiso mirar nada. Aquel ruido polifónico no hacía más que incrementar su ansiedad.

Acto seguido se echó a llorar, casi sin poder controlarlo, puesto que al mismo tiempo recordó los valiosísimos puntos que se estaba perdiendo en la competencia de la academia y aquello era sí o sí algo que no podía dejar pasar.

Simplemente no podía seguir aguantando. Largos días y horas y semanas con el mismo nudo en el pecho que a veces incluso le impedía respirar bien. No había conversado con nadie aquello que le ocurría y era por eso también que no había obtenido ni ayuda ni contención de ninguna parte y eso lo tenía que reconocer, puesto que su trabajo tendía a aislarlo cada vez más de sus semejantes.

Sin embargo se imaginó a si mismo contándole aquel problema a sus amigos y en parte casi se le detuvieron las lágrimas, puesto que fue ahí cuando se dijo a si mismo que aquello sí o sí tenía que ser cosa del pasado, tomando en cuenta que se le venía un brillante porvenir por delante siempre y cuando decidiera concentrarse en aquello.

Ni siquiera Mika sabía lo que el sabía y mucho menos Marko y casi que no daba más tras recordar que en un caso como aquel lo primero que haría sería confiarle aquella angustia a su primo. Volvieron a caerle lágrimas, puesto que al mismo tiempo sentía que algo como que conspiraba en su contra así como en términos generales y aquello casi no podía soportarlo, más aún tomando en cuenta que había preferido irse a casa en vez de permanecer en clases, en el lugar aquel que justificaba su estadía en aquella isla.

Era ahí su frustración en la academia, puesto que sentía casi como si estuviese haciendo todo mal por culpa de aquella chica que aún no podía desaparecer, ni de su vida ni de su corazón.

En eso volvió a sonar su teléfono y cayó encima con lo de la idea que le había dado a Reno, la de reunirse en torno a una barbacoa en su departamento, aprovechando que su balcón, si bien no era muy grande, era lo suficientemente espacioso como para que pudiesen estar los cuatro más o menos cómodamente. Sus amigos aún no le habían dado respuesta y desde lejos vio el nombre de Rob en la pantalla.

Decidió ponerse de pie y contestar, ya que aquello era una señal directa de que debía concentrarse en el presente y no en otra cosa.

— Hermano —Dijo su compañero—. Creo que te estás perdiendo una muy buena clase ¿Estás mejor?

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