Verdades artificiales (9)

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Aquel día Javier Busquets se levantó muy temprano por la mañana. Iba a ser un día bastante importante bajo todo punto de vista, puesto que concluyó que iba a comenzar a enfrentar al objetivo en vez de atraerlo hacia sí, y bajo esa lógica, negociar con Rob Irwin era parte fundamental del asunto, considerando que con aquello iba a arruinar si o si a Mak Savicevic.

Decidió ir a buscarlo enseguida y grande fue su sorpresa cuando lo vio, recién bañado y sin nada de olor a alcohol.

— Maestro —Le dijo Rob— ¿Como van las cosas?

— Muy bien –Dijo Javier, intentando no esforzarse en parecer entusiasmado con el asunto de la competencia y el Trofeo Nobel—. Hablé con las chicas y pues sí, necesitamos un refuerzo en nuestro equipo. Tú serías un refuerzo de lujo para nosotros.

— ¿Me esperas un rato aquí afuera?

— ¿No podré esperarte allí adentro? —Preguntó Javier.

— Tengo que hablar con mi madre y explicarle que tengo que salir —Dijo Rob—. No quiero que piense que iré por ahí a alcoholizarme a cualquier parte. Por favor espérame aquí.

Acto seguido Rob Irwin desapareció y Javier Busquets llevó a cabo una idea que se le había ocurrido en ese momento, marcando inmediatamente el número de teléfono de su colega Mak Savicevic.

— ¡Winner! —Exclamó Javier— ¿Como amaneciste?

— ¿Que quieres imbecil? —Recibió como respuesta— ¿Acaso no crees que es muy temprano para tus estupideces?

— Lo sé, winner, lo sé. Pasa que es algo demasiado importante y bueno, ha ocurrido una desgracia para tu equipo literario.

— ¿Por qué lo dices?

— Pues porque tu amigo Rob Irwin acaba de aceptar unirse a mi equipo por una muy buena cifra. Ese pudo haber sido tú, pero te negaste hasta el final. Te aviso, winner, para que le busques reemplazante.

Hubo un silencio que el mismo se encargó de rellenar.

— ¿Que dices, winner? ¿Qué te parece mi jugada?

En ese momento Javier Busquets pensó en qué no estaría haciendo esa estupida llamada si es que Rob Irwin lo hubiese hecho pasar.

— Buenas noches, Javier —Dijo Mak—. Necesito dormir.

— ¿Y no vas a decir nada?

— Francamente me parece absurdo. Rob seria incapaz de hacer algo así.

Mak Savicevic colgó en el momento justo en el cual aparecía el aludido.

— Disculpa la demora —Dijo Rob, subiéndose al coche sin pedir permiso—. Ahora sí ¿Donde quieres que vayamos?

— Vamos a ir a la casa de Lana Ramsey —Dijo Javier Busquets–. Esto queda fuera del condado. A propósito, me gustaría hacerte una pregunta.

— Depende cual sea la pregunta.

— ¿Qué fue lo que te hizo decidir aceptar la oferta para unirte a nuestro equipo?

Nuevamente sin pedirle permiso a Javier, Rob Irwin encendió un cigarrillo tras sonreír maliciosamente.

— Quiero demostrar que soy el mejor —Dijo—. Yo creo que podemos ganar el Grand Slam. Solo tienen que hacer todo lo que yo diga.

— Y así va a ser —Dijo Javier—. Según mis informes, los capitanes de cada equipo son quienes tienen mejor ránking. Por tu ranking, tu serás el capitán de nuestro equipo.

— Antes de hablar de eso me gustaría que hablemos de asuntos monetarios —Dijo Rob Irwin—. Una cosa sin la otra no funciona.

— Eso está muy bien —Respondió Javier—. Me interesa bastante que los asuntos de dinero queden lo más claro posible.

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