La fiesta (4)

18 2 0
                                    

Javier Busquets estaba bastante más que atrasado para la fiesta pero en parte no le importaba, puesto que podía llegar a la ubicación exacta por su propia cuenta. Había estado pensando bastante en Jessica Córdoba, a quien pensaba ofrecerle mucho más que los quince centímetros con los cuales ella se conformaba y revisó una vez más sus fotos en redes sociales. Casi estaba a punto de volver a masturbarse con una foto dónde era ella misma quien  fotografiaba su culo frente a un espejo cuando su celular le anunció una llamada internacional proveniente desde Hungría. Era su padre y no tuvo más remedio que contestarle.

— Javo. ¿Cómo estás?

— Aquí estoy —Respondió—. Inspirandome para escribir buenos relatos. Creo que podría ser un muy buen escritor y estoy pensando seriamente en escribir guiones para cine. Tal vez me inscriba en un curso libre de cine en mi estadía por aquí.

Se imaginó un montón de escenas sexuales con Jessica Córdoba y aquello no le pareció tan absurdo.

— ¿Te estás burlando de mí? —Preguntó su padre, bastante enojado.

— Para nada, Pa. ¿A qué se debe este llamado tan gentil por parte tuya?

— Ah, eso. Tienes que irte a Londres ahora. Te pasaran a buscar dentro de quince minutos. El avión despega en dos horas. Mañana por la mañana hay montaje en el tranvía, en esa estación que está cerca del Támesis. A esos cerdos ingleses hay que hacerles creer que habrá un atentado terrorista.

— ¿Y no puedes enviar a otra persona? Resulta que hoy es la fiesta de bienvenida y bueno, para poder estar al tanto de todo tengo que conocer bien a mis compañeros y así...

— No nos interesa eso por ahora, Javo. Aprovecho de decirte que vigiles de cerca a los chicos ingleses o gentes medias raras de doble nacionalidad, trata de hacerte amigos de ellos o algo parecido.

— ¿Por qué?

— No nos preguntes por qué. Buenas noches, Javo.

Javier colgó, puesto que pensó que la suerte ya era mala y ya estaba echada. Lamentó bastante tener que posponer su asunto con Jessica Córdoba hasta la semana siguiente. Simplemente fue a buscar una mochila y echó ahí un par de mudas y estaba en eso cuando miró la hora; La fiesta debería haber comenzado hacía ya más de un buen rato, puesto que se le había hecho mucho más tarde de lo que él creía.

_________________________________

Peter Mc Brigde bregaba un montón y le seguía costando. No sabía realmente por qué. Creía que alguien le había dado algo debido a que el asunto había comenzado a serle altamente desagradable. Esa música. Esas luces que entraban por debajo de la puerta. Esa Cuba libre desvanecida encima de la taza del water sin terminar. Se percató con espanto que se le había puesto blanda.

— ¿Que pasó mi amor? —Le preguntó Jessica Córdoba, tras sacarsela de dónde estaba.

— No lo sé —Respondió Peter Mc Brigde— Tal vez me siento incómodo en este espacio. ¿Por qué no buscamos una habitación? Aquí hay varias.

— Yo ya estoy lista —Mintió Jessica, con el fin de liberarse de aquello de una rápida y buena vez— Yo ya recibí mi dosis de placer y a tí se te puso blanda. ¿Qué más se puede hacer?

— ¿O sea que me vas a dejar así?

A Jessica Córdoba le dio pena aquel niño bueno que se las daba de malo y miró su media erección por el espejo. Le daba risa al mismo tiempo que él se creyera la gran cosa pero al mismo tiempo por su piel demasiado blanca no pudo resistirse, puesto que aquel tono era su debilidad. 

— Puede ser —Respondio ella, subiéndose los jeans y acomodando el resto de su ropa.

— ¡No puede ser que te estés vistiendo!

Publicidad EngañosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora