— ¡Aquí es! –Exclamó Francesco, dando la bienvenida.
Había que subir una escalera de fierro negro que daba a una terraza de madera, que tenía una mesa y sillas de plástico, un balcón, una parrilla y una especie de sofá para playa en el otro. Sí, la orientación de la casa tenía vista al mar, al igual que la sala de estar y el comedor, cuyo amplio ventanal de vidrio permitía fusionar ambas áreas si era necesario.
— ¡Está genial este lugar! —Exclamó Mak Savicevic.
Francesco les mostró la casa completa, pasando por alto su propia habitación. Les mostró ambos dormitorios restantes, uno con dos camas dobles y otro con varias camas pequeñas, perfectamente aseados. Terminó con la cocina, abriendo las puertas del cielo para Rob Irwin, mostrando un compartimento del refrigerador repleto de botellas de cerveza.
— Pueden sacar lo que quieran —Dijo Francesco, mostrando la despensa también—. Si no quieren cocinar hay pizzas congeladas. Lo único que les voy a pedir es que las botellas de vidrio vacías las vayan a dejar a la esquina, a un contenedor de reciclaje que hay. El agua caliente para la ducha es automática. No se que más decirles.
— Muchas gracias, maestro —Dijo Rob Irwin.
— Hay tv cable, internet, a la playa llegan en cinco minutos caminando. Yo ahora voy saliendo a una fiesta. Los llevaría, pero tienen que trabajar. Sientanse cómodos. Están en su casa.
Mientras iba saliendo, Francesco llamó a Reno Cauldfield para hablarle algo aparte. Hakan Mastourí se estiró cómodamente en el sofá. Sacó un cigarrillo de marihuana.
— ¿Se podría fumar acá?
— Preguntale a Reno, hermano —Sugirió Rob Irwin— ¡Oh! ¡El tío de Reno es un hombre sabio que sabe vivir!
— Así es —Dijo Hakan Mastourí.
Mientras Reno Cauldfield cerraba la puerta con un rostro de felicidad y de relajo que se le hacía casi imposible de disimular, Mak Savicevic regresaba de la habitación dónde había desocupado el equipaje con su laptop.
— ¿A trabajar ahora? —Preguntó Hakan Mastourí—. Deberiamos relajarnos un ratito.
— Expliquenme la sinopsis de la obra —Dijo Reno Cauldfield.
— Trae cervezas primero —Dijo Rob Irwin.
Reno Cauldfield se dirigió a la cocina, mientras Hakan Mastourí le gritaba desde el sofá:
— ¿Se puede fumar de la verde acá?
— Siempre y cuando abras las ventanas —Respondió Reno Cauldfield.
— ¿Y si vamos a la terraza? —Preguntó Mak Savicevic—. Me apesta estar encerrado, da sueño. Acostumbremos a fumar afuera también.
Salieron. Se instalaron. Rob Irwin, en muy poco tiempo, explicó la idea de la obra, la idea creativa.
— ¡Está buenisima! —Exclamó Reno Cauldfield— ¿Qué comen?
— Cebada —Dijo Mak Savicevic.
— Te lo dije, Reno —Dijo Hakan Mastourí—. Está muy oscuro aquí ¿No hay una luz?
— No lo sé —Dijo Reno Cauldfield—. Primera vez que vengo aquí.
— Debe haber —Dijo Mak Savicevic.
Hakan Mastourí se puso de pie a buscar un interruptor y lo encontró. Ver la terraza con luces los estimuló aún más, sobre todo a Rob, quien fue hasta la nevera por cuatro botellas más.
— Mañana compramos nuestras propias botellas —Dijo Rob Irwin—. De las mismísimas, para no abusar de tanta hospitalidad.
— Tranquilo —Dijo Reno Cauldfield—. Mi tío no se enoja. Lo peor que puede pasar, conociéndolo, es que se sienta mal si es que no ganamos.
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Publicidad Engañosa
Novela JuvenilMak Savicevic, un joven y prometedor escritor que además de odiosamente competitivo es independiente financieramente, decide matricularse en la academia de escritores con el fin de competir por el preciado trofeo nobel de literatura digital. Los pri...