Verdades artificiales (19)

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– ¡Mak Savicevic! –Exclamó Samantha Rhoades– ¿Puede ya decirnos por lo menos quiénes componen el 75 por ciento de su equipo?

Por más que lo intentaba, a Mak Savicevic le costaba bastante asumir que ya no contaba con su compañero y lo lamentaba enormemente, puesto que había esperado todos esos meses que llegara aquel torneo.

— Hakan Mastourí, Rob Irwin y Reno Cauldfield, ese es mi equipo —Respondió, con una muestra de inseguridad que no pasó inadvertida.

— ¡Rob Irwin es de mi equipo! –Exclamó Javier Busquets! ¡Yo le he pagado para que trabaje con nosotros!

— No debería tener autorización para inscribirlo si es que no está presente —Dijo Martín West, sonriéndole con alevosía a Mak Savicevic.

Por su parte, Reno Cauldfield insistía en llamar por teléfono a sus compañeros, sin resultados positivos.

— ¡Me doy! —Exclamó Mak Savicevic, ante aquellas curiosas miradas que no cesaban—. Lo siento mucho, pero no contaba con esto.

— ¿Está renunciando a la competencia? –Preguntó Martín West, irónicamente.

— No es eso —Dijo Mak Savicevic—. No sé que hacer en estos casos ¡Rob no está!

— ¿Podemos inscribir a Hakan Mastourí por lo menos? –Preguntó Reno Cauldfield.

— Tiene que estar bien seguro de que su compañero va a trabajar con ustedes —Le respondió Martín West—. De lo contrario van a quedar descalificados.

— Dos bajas de este tipo y quedan descalificados.

Mak Savicevic recordó que Hakan Mastourí no había cumplido con los compromisos que tenía con él y aquello lo desesperanzó enormemente. Pensó que tal vez había sido un error enfocarse en el viaje a Sudamérica antes de solucionar sus problemas académicos considerando que se avecinaba la competencia más importante de su estancia en la academia hasta ese minuto y no pudo evitar taparse la cara ante tamaña presión producto de aquellas miradas.

— ¡Inscribeme a mí y a Jessica Córdoba en tu equipo con el hijo del profesor Cauldfield! —Exclamó Javier, ante la incrédula mirada de Lana Ramsey— ¡Podríamos dejar a Rob Irwin capitaneando a mi ex equipo!

— ¡Silencio! —Ordenó Maga Pizarnik—. Mak, por favor ¡Tienes que tomar una decisión rápidamente!

Casi por impulso y considerando que ya no tenía opciones, Mak Savicevic se jugó todas sus cartas.

— Reno Cauldfield y Hakan Mastourí representan el 75% de mi equipo —Dijo, con la máxima energía que podía emplear en ese momento—. La otra vacante queda disponible.

Acto seguido, Ian Cauldfield tomó el plumón y anotó en la pizarra, tanto los integrantes del equipo de Tom Mc Carty como los de Mak Savicevic.

— ¡Tarde o temprano este tipo tenía que pagar por su soberbia! –Exclamó Enzo Ferratti— ¡Muy pero muy bien!

— ¡Silencio! —Ordenó Maga Pizarnick— Lena Smith ¿Tiene claro quiénes conforman por lo menos el 75 por ciento de su equipo para el Grand Slam.

Mak Savicevic no pudo evitar sentirse mal tras oír las palabras de Enzo Ferratti y le habló bajísimo a Reno Cauldfield mientras Lena Smith no respondía.

— No quiero estar aquí —Le dijo— ¿Podrás pasar por mi casa después?

— ¿Y las reglas del Grand Slam?

— A la mierda el Grand Slam. No esperaba que Rob Irwin hiciera lo que hizo.

— No deberías irte.

— Rob Irwin no debería hacer lo que hizo ¡Pensé que nos distinguiamos por ser un equipo diferente!

Acto seguido, Mak Savicevic se puso de pie con el fin de abandonar el salón de clases.

— Permiso —Dijo—. No me siento bien.

Maga Pizarnick le hizo un gesto de que empatizaba con la situación y el salió.  Ian Cauldfield miró a su hijo con el fin de darle ánimos, tras hacerle un gesto que consistió en alzar discretamente su brazo y apretar el puño.

— Constanza Müller y Fanny Silverstein son el 75 por ciento de mi equipo —Dijo Lena Smith, con la voz más resuelta que pudo.

— ¿Y nosotras? —Preguntó María Jugovic.

— Dijeron el 75 por ciento del equipo ¿No?

— Pueden inscribir al equipo completo si es que lo desean —Dijo Ian Cauldfield.

— Dejemoslo así —Dijo Lena Smith.

En voz baja, Ana Izmailova le pedia explicaciones a Constanza Müller, quien no tenía idea de por qué hacía lo que hacía su compañera.

— Catalina Marchessi —Dijo Samantha Rhoades—. Necesito el 75 por ciento de su equipo.

— Fácil —Respondió ella—. Camila Suarez y Jean Manuelle Rodríguez.

— Al parecer ningún equipo está definido del todo —Dijo Ian Cauldfield—. Me parece un fenómeno super interesante.

— Javier Busquets, el 75 por ciento de su equipo, por favor —Dijo Samantha Rhoades.

— ¿Lo puedo nombrar completo?

– Mejor así, mucho mejor.

— Muy bien —Dijo Javier, imitando el gesto carácteristico del señor Burns de Los Simpons—. Somos Jessica Córdoba, Rob Irwin, Lana Ramsey y María José Juarez.

— ¿Está seguro de que Rob Irwin pertenece a su equipo?

— Por supuesto que sí. Si quiere le muestro la transferencia bancaria que le hice.

Acto seguido Javier Busquets se puso de pie y tomó su teléfono.

— No es necesario —Dijo Ian Cauldfield, rechazando categóricamente aquel ofrecimiento—. De los que quedan ¿Hay un equipo completo por ahí?

El resto del salón de clases quedó en el más completo silencio mientras Jack Adams intentaba calmar a Enzo Ferratti con un gesto.

— Parece que hay muchos asuntos que acá no están resueltos —Dijo Samantha Rhoades, mirando a sus colegas docentes— ¿Qué hacemos?

— Pienso que deberíamos darles un par de horas para que lo resuelvan —Dijo Ian Cauldfield—. Esto me parece increíblemente atípico.

— Estoy de acuerdo con el profesor Cauldfield —Dijo Maga Pizarnick.

— ¡Muy bien! —Exclamó Samantha, con energía— ¡Nos vemos dentro de un par de horas entonces! ¡Espero que estén definidos los demás equipos, al menos el 75 por ciento de los integrantes!

— Va a ser un mercado de pases bastante interesante, por lo que veo —Dijo Ian Cauldfield.

Acto seguido el cuerpo docente de la academia de escritores abandonó el salón de clases y en cuanto lo hicieron Reno Cauldfield hizo lo propio, ignorando en el acto el contacto visual que le ofrecía Lena Smith. Se dirigió inmediatamente a la cafetería y ahí se encontró con Mak Savicevic a quien sabía que iba a hallar ahí, fumando en la puerta e intentando comunicarse con sus compañeros de equipo vía telefónica.

— ¿Qué hacemos? —Preguntó Reno.

— Creo que vamos a tener que ir a la casa de ese par de desgraciados —Respondió, absolutamente incrédulo de lo que ocurría— ¡Francamente no puedo creer que esté ocurriendo lo que esta ocurriendo!

— ¡Vamos! —Excamó Reno, lo más resuelto que pudo— ¡No hay tiempo que perder!

Caminando en silencio detrás de su compañero que no se calmaba con nada, Reno Cauldfield hacia enormes esfuerzos para no sacarle en cara a Mak Savicevic el hecho de que su instinto le había advertido lo que estaba ocurriendo en esos momentos, con la diferencia de que no contaba para nada con la situación de que el resto de los equipos estuviese atravesando por un conflicto similar.

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