Verdades artificiales (17)

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Solo habían acudido Enzo Ferrati y Danny Van Bossen a aquella cita, que consistía en juntarse en las afueras del Mc Donalds de Wesport.

— Jack Adams no viene —Dijo Enzo, quien acababa de colgarle—. Le dió una especie de indigestión y se le hace un poco difícil salir de casa.

— Encuentro muy raro esto —Dijo Danny—. De pronto iban a ir todos a la fiesta y ahora resulta que no va a ir nadie.

— Jessica Córdoba también se bajó. Dice que tuvo problemas domésticos a última hora.

Estaban ahí comentando los pormenores de aquella previa cuando de pronto y sin previo aviso apareció una silueta más que conocida.

— ¡Ray, cabrón! –Exclamó Enzo— ¿No que te habías retirado?

Tras saludar a ambos con algo muy parecido a un abrazo combinado con algunos golpecitos en el hombro, Ray Pérez respondió:

— Yo nunca he dicho que me he retirado. La música es un trabajo para mí en estos momentos y he estado grabando. Me hallaba en Brington, por si es que no les había contado.

— Y apareces justo ahora que hay fiesta.

Estaban a punto de avanzar con el fin de tomar un taxi cuando apareció otra silueta más que conocida.

— ¡Angie Ireland! —Exclamó Enzo Ferrati — ¿Qué es esto? ¿Una fiesta de la resurrección de los muertos?

— Así veo —Contestó Danny Van Bossen, casi con rabia porque Kate Miller no le respondía los mensajes— ¿Irá a ir alguien más a esa famosa fiesta?

— La exquisita de Lena no ha respondido nada. Nos dió hora y dirección, así es que doy por hecho que sí ¡Vamos!

— Unos tragos y compartir con los colegas ¡Qué mejor! —Sentenció Ray Pérez—. Yo creo que lo de armar los equipos es una excusa bastante tonta y pues me parece muy bien.

Angie Ireland no se despegaba del lado de Ray Pérez, quien hacía lo posible por desprenderse de aquella compañía. Enzo Ferrati logró hacer parar a un taxi, quien los llevó enseguida colina arriba.

— Subir esto en bicicleta debe ser casi imposible —Dijo Enzo Ferrati—. Ahora entiendo por qué Lena Smith tiene esas piernas tan maravillosas ¿Pasa algo, Danny?

— No viene Kate, no viene Jack y no viene Tom. Todo esto me parece más que raro.

— Me hubiese gustado que hubiesen venido. Somos ocho en total nuestro grupo de amigos, nueve si es que contamos al coreano Lee Sung Wong. Hubiese sido la ocasión perfecta para distribuir los dos equipos que alcanzamos a armar.

— La cosa funcionó muy bien en nuestro equipo —Contestó Ray—. Yo creo que las cosas deberían seguir igual que siempre.

Una vez que descendieron del taxi tomaron inmediatamente el ascensor y Enzo Ferratti tocó el timbre. No salió absolutamente nadie.

— ¿Que onda? —Preguntó Danny Van Bossen?

— No sale nadie y no se oye nada de ruido adentro.

En ese entonces Angie Ireland, quien se había apartado, regresó de pronto, echándose su teléfono al bolsillo de su jeans.

— La fiesta se suspendió —Dijo Angie Ireland.

— ¿Como así? —Preguntó Ray Pérez.

— A Fanny Silverstein le dolió el apéndice o algo así. Tuvieron que partir de emergencia a la clínica.

— ¿Y por qué no avisaron antes de que llegáramos hasta aquí? —Preguntó Danny Van Bossen— ¡Todo esto me parece muy raro!

Enzo Ferratti agachó la mirada. Sentia que estaba demasiado perdido en todos los asuntos que giraban en torno a la academia de escritores y aquello lo angustiaba enormemente.

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En su antigua residencia que compartía con sus compañeras, Lena Smith estaba más que picada con Mak Savicevic. Estaba segura de que era él quien estaba detrás del silencio de Reno Cauldfield, quien no le respondía los llamados.

— ¡No entiendo por qué me eligieron a mí para mentir! —Exclamó Fanny Silverstein— ¡No me gustan esta clase de mentiras! ¡Soy supersticiosa y pienso que después estas cosas pueden pasar en la vida real! ¡Tengo demasiado miedo!

— Tranquila, mujer —Dijo Constanza Múller— ¿Prefieres eso o pasar la vergüenza de que tuvimos que suspender la fiesta porque casi todos se bajaron de ir?

— ¿Por qué no te hiciste tú la enferma entonces?

— Porque sabes actuar mejor que yo.

A Lena Smith casi ni le salían las palabras. Estaba demasiado picada con Mak Savicevic. Tal vez había sido él quien le había dicho a Reno Cauldfield que ni se asomara a la casa de las chicas. Lo peor de todo es que su amigo ni siquiera respondía las llamadas.

— Lo peor de todo es que ni siquiera entendí el sentido de hacer esa fiesta de ese modo, tan así a última hora —Dijo Fanny Silverstein.

— Fue una estupidez, perdón —Dijo Lena Smith—. La verdad es que desde que estoy en esa casa lo he pasado horrible.

Acto seguido agachó la cabeza. Tanto Constanza Müller como Lena Smith comprendieron inmediatamente que algo estaba pasando.

— Lo he pasado pésimo, chicas —Reiteró Lena Smith—. Ese departamento es demasiado grande y antiguo como para mi sola.

— ¿Y cómo? ¿No se supone que Andrew estaba contigo?

— Apuró demasiado la mudanza, chicas ¡Todavía no termina esa maldita gira! No quiero estar sola en casa. La verdad es que no sé que hacer.

— María José Juárez aún no nos ha dicho nada —Dijo Constanza Müller—. Tal vez se arrepintió o algo así.

— ¡Debiste habernos contado antes! —Exclamó Fanny Silverstein, olvidando las molestias que había sentido rato atras—. Tu cama aún está disponible. Si quieres, puedes pasar la noche aquí.

— Creo que eso es lo que haré, siempre y cuando no les moleste.

— Por supuesto que no nos molesta —Dijo  Constanza Múller.

Acto seguido, se dieron un buen abrazo las tres. Lena Smith se esforzó al maximo con el fin de reprimir unas lágrimas que se asomaban en cualquier momento.

— Debiste habernos contado antes —Repitió Fanny Silverstein— ¡Nos hubiésemos evitado pasar vergüenzas! ¡No sé cómo es que voy a tener que reaccionar mañana!

— Tranquila —Dijo Constanza—. Mañana habrán otra clase de expectativas por el asunto de los grupos. A propósito ¿Han sabido algo de las otras dos?

Recién en ese instante Lena Smith estuvo consciente de que no había comunicado a sus amigas la intención que poseía de hacer cambios en el equipo. Mejor así, pensó, antes de taparse una vez más su rostro con ambas manos.

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