1. El diario de Jimi (en un pasillo)

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Miré a Evan. La luz de los cientos de focos se reflejaban en sus ojos. Mis brazos estaban alrededor de su cuello y los suyos rodeaban mi cintura. Me sonreía. No pude evitar sonreír también.

No había nadie en ese pasillo. Sólo nosotros. La música se escuchaba tenuemente, pero podía oirla junto al barullo de todo lo que pasaba del otro lado de la puerta.

— Estoy empezando a pensar que Zac quería que yo perdiera— me dijo.
— ¿Lo crees?
— Zac siempre parece estar planeando todo, buscando una forma de controlar nuestras vidas.
— Dicho de esa forma parece que Zac es un malvado dictador— dije.
— No dudo que lo sea. Ahora es presidente del consejo estudiantil, mañana podría tratar de conquistar países o continentes. A mí me basta con haberte conquistado a ti.
— ¿En verdad? ¿Significo más que un país?— pregunté.
— Más que el mundo entero— dijo.

Mi corazón casi se muere. Estuve a punto de un paro cardíaco. Sentí como la sangre se acumulaba en mi rostro. Pero me sentí muy feliz. Evan podía conformarse conmigo, yo era feliz simplemente con escuchar unas cuantas palabras suyas.

— Eso fue... lindo— dije, bajé la mirada la suelo. Observé mis zapatos y los de él.
— Gracias— dijo.

No dije nada. No sabía qué decir.

— ¿Porqué repentinamente te ves nervioso?— preguntó.
— Estoy nervioso— dije.
— ¿Por qué?— preguntó.
— Porque dices muchas cosas lindas.
— Tú eres lindo y estoy bailando contigo. Me siento muy cómodo, para nada nervioso.
— Pero tú puedes hacer muchas cosas— dije—, en cambio yo...
— En realidad no— interrumpió—. Pero verte hace que sienta que puedo hacerlo todo bien.

Sonreí.

— Soy muy feliz— dije.
— Yo también— dijo.

Seguimos bailando en silencio. Sentía que mi pecho iba a explotar y no podía evitar dejar de sonreír.

Entonces, la puerta se abrió. Nos detuvimos y observamos. Era George.

— Oh, lo siento— dijo—, lamento interrumpir, eh... ¿Quieren que ponga un letrero de "no molestar” en la puerta?
— Sí, por favor— dijo Evan.
— No es necesario— dije.
— Vamos Jimi, podemos hacer que este lugar sea sólo para nosotros— dijo Evan.
— Las personas podrían necesitar algo de aquí— dije.
— Qué considerado— me dijo George—, pero si quieren puedo darles privacidad. Ya saben, PRIVACIDAD.

Lo observamos.

— ¿Qué estás sugiriendo?— pregunté.
— Ya saben... no espero que ustedes no hayan...— dijo George—... pues... cómo lo digo... cuando un hombre y un hombre se aman demasiado... necesito unos muñecos para explicarme mejor.
— George, ya vete de aquí— le dijo Evan.

Sentía que mi cabeza iba a explotar de pena. ¿Se veía mucho que Evan y yo...

— ¿Qué significa eso?— le pregunté angustiado—, ¿Qué es muy obvio?

George me observó.

— Estaba bromeando— dijo George, asombrado—, pero... ¿Es en serio? ¿Ustedes lo han hecho? ¿Y qué tal?
— George, ya vete— dijo Evan y empezó a empujarlo.
— ¿Qué tal estuvo Evan?— me preguntó George, batallando por quedarse—, ¿Crees que estuvo bien? — ¡George, vete de aquí!— dijo Evan.

Lo sacó de la habitación y cerró la puerta. Me moría de pena.

— Qué molesto— dijo Evan.

La puerta se abrió. Era Lucille.

— Te dije que la gente necesitaría entrar aquí— le dije a Evan.
— El letrero hubiera funcionado— dijo Evan.
— Lamento interrumpir— dijo Lucille—, pero necesito hablar con Evan urgentemente.
— Otro día— dijo Evan—, estoy en medio de algo.
— Sí, George ya me dijo— dijo ella.
— ¿Qué te dijo?— pregunté apenado.
— Será sólo un momento— dijo Lucille.
— Dime mañana— dijo Evan.
— Es sobre “ellos”— dijo ella.

Evan la observó sorprendido.

— ¿Ellos?— preguntó incrédulo.
— Van a venir— dijo ella.
— ¿Quiénes son “ellos”?— pregunté.
— ¿Los invitaste?— preguntó Evan.
— Tenía que hacerlo, es mi boda— dijo ella.
— ¡Pues diles que no vengan!— dijo Evan.
— No puedo hacer eso— dijo la profesora.
— Entonces me iré yo— dijo Evan.
— Evan, estás exagerando— le dijo ella.
— No, en verdad lo haré— dijo Evan mientras tomaba mi mano—, Jimi y yo nos iremos.

Se acercó a la puerta y me llevó con él. Yo no entendía nada.

— No es justo y lo sabes— le dijo ella.
— No me hables de justicia— dijo Evan, parecía molesto.
— ¿Qué pasa?— pregunté.
— Nada— me dijo Evan—, sólo debemos irnos.
— ¿Qué hay de Jimi?— preguntó ella mientras se acercaba a detenernos—, ¿No estaría bien que él los conociera?
— No, es mi Jimi— dijo Evan—. Ellos no tienen nada que ver conmigo o con él.
— Evan, no puedes seguir viviendo de esta forma— le dijo ella.

Ambos se observaron. Parecían muy serios.

— ¿Te irás el día de mi boda?— preguntó ella—, ¿Aún cuando dijiste que yo era la luz de tu vida?
— No quiero irme— dijo Evan—. Pero yo... no puedo verlos ahora.

Ella suspiró.

— Bien— dijo—. Arriba está la habitación de George, al final del pasillo. Pueden estar ahí todo el tiempo que quieran.
— ¡Te quiero Luz!— dijo Evan contento.

Ella se fue. Yo no entendía nada pero no sabía cómo preguntarle. Entonces nos encontramos con Laura.

— Hola— nos dijo.
— Laurita— dijo Evan—, ¿Qué haces aquí?
— Busco a Will. ¿Lo han visto?
— No, para nada— dije—, ¿Te ayudamos a buscarlo?
— No, yo puedo hacer eso sola. Sigan en lo suyo.

Se fue feliz. Evan había fingido estar bien pero realmente no lo estaba.

— Iremos a la habitación de George— dijo.

Subimos las escaleras. Llegamos a un pasillo. Al final estaba la habitación. Fuimos rápidamente. Evan abrió la puerta. Entramos. Cerramos.

— Ahora sí— dijo él—, nadie nos va a molestar.
— ¿Qué pasó?— pregunté.

Él me observó.

— No digas que “nada” porque sé que no es cierto— dije.
— No es importante.
— Parecía importante— dije—, ¿Quiénes son “ellos”?
— ¿Podemos hablar de otra cosa?
— Pero yo... quiero saber.
— No es necesario— dijo él.
— Evan, por favor— dije.

Nos miramos.

— Son sólo... unos invitados no deseados— dijo él—. No quiero hablar de eso.
— La profesora dijo que yo debería conocerlos, ¿Por qué?
— Está loca, debe ser por la boda, ignórala.
— Evan, por favor. Confía en mí.

Me acerqué a él y sostuve sus manos.

— No quiero verlos— dijo—, ¿Aceptas eso como respuesta?
— ¿Porqué? ¿Quiénes son ellos?

Lo pensó unos segundos.

— Mis padres— dijo.
— ¿Tus padres? ¿Tienes padres?— pregunté muy confundido—, es decir, obviamente sí porque por algo existes pero... no lo entiendo... vives solo... y dijiste que Luz era la única familia que te quedaba. ¿Me mentiste? ¿Por qué?

Él no dijo nada. Sólo lo observé. Entonces comprendí que no sabía nada de Evan.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora