129. El extraño diario de Zac (y Alex)

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— ¿Qué significa eso?— le pregunté.
— Que tal vez ellos creían que Will tendría suerte— dijo ella.
— Imposible— dije—. Laura ya me había confesado sus sentimientos antes y según ella, no esperaba que yo le correspondiera. Podría ser lo mismo aquí.
— Zac, Will no es Laura.
— ¿Qué tratas de decirme? ¿Crees que Jason y Laura esperaban que yo pudiera corresponderle a Will sin lugar a dudas? Laura es muy emocional a veces, quizá sí lo pensaba pero...
— ¿Qué hay de Jason?— me preguntó ella.

La observé. No sabía qué decir. Entonces, una sombra apareció en la puerta. Me giré. Era Jason.

— Qué oportuno— dijo Lucille.

Empecé a asustarme.

— ¿Qué haces aquí?— dije.
— Evan apuñaló mi dedo con un lápiz— dijo mientras me enseñaba su mano, tenía un dedo sangrante—. No fue su intención lastimarme.
— ¿Por qué hizo eso?— pregunté.
— Estaba jugando a tratar de balancear lápices— dijo Jason—. Entonces yo iba pasando por ahí y... Evan es peligroso.
— No se ve tan mal— dijo Lucille.
— Sí, sólo sangra mucho— dijo Jason—. El profesor me obligó a venir. Por cierto, las clases ya empezaron— me dijo.
— Sí, como sea— dije.
— ¿Por qué suenas tan molesto?— preguntó.
— Porque le dije que tú creías que él le correspondería a Will— dijo Lucille.

Jason parecía sorprendido.

— Lo sé todo— le dijo ella.

Al parecer esas simples palabras fueron suficientes para Jason.

— Honestamente— dijo él—, sí lo esperaba.
— ¿Qué?— dije sorprendido.
— Pero ya no importa— dijo—. Eso fue hace mucho.
— ¿Por qué?— le dijo Lucille alarmada—, ¿Por qué lo esperabas en ese entonces?
— Porque era muy obvio— dijo él entre risas—. Pero supongo que sólo me emocioné de más.
— ¿Por qué era obvio?— dije.

Él me observó.

— A Will le gustabas, ¿Ya aceptas eso?— me preguntó.

Sentía un nudo en la garganta.
Asentí ligeramente con la cabeza.

— Qué bien— me dijo—. Me agrada ver que ya eres menos tonto.
— Eso no ayuda ahora— dije.
— Pero es divertido. Para mí al menos. Bien, iré al grano: yo creía que había cierta química entre ustedes y por eso pensé que corresponderías a Will. Nada más. Me equivoqué al parecer. También Will.
— Yo no sentí nada— dije.

Él me sonrió.

— Lo sé. Me lo has dejado muy claro— dijo—. No sólo a mí, a todos. Así que perdóname por si eso te molestó.
— Estás siendo sarcástico y no me gusta— dije enojado.
— Estoy siendo sincero— dijo—. Pero está bien si crees otra cosa, esa es la base de nuestra amistad después de todo.
— ¿A qué te refieres?
— A que tú piensas una cosa, yo otra, me pides mi opinión, te la doy, te enoja porque no es lo que querías escuchar, te molestas conmigo pero sigues buscando mi consejo porque en el fondo no crees que yo esté tan equivocado.
— No parece una bonita amistad— dije.
— Lo es. En el fondo me quieres mucho— dijo—. Pero muy en el fondo, por ahí en donde escondes las cosas que no quieres sentir.
— Yo no escondo nada— dije.
— Bien, según el ciclo, me buscarás luego para que te aconseje— dijo—. Nos vemos hasta entonces.
— Te veré en unos minutos en el salón de clases— dije.
— Me despedía del Zac que quiere solucionar las cosas— dijo—. Porque el Zac que está a la defensiva lo veo todo el tiempo.

Se fue después de tomar una curita de un estante. Miré a Lucille.

— Presiento que ese chico es más listo que yo— dijo ella.
— Es más listo que todos— dije—. Por eso lo desespero tanto.
— Pero tiene sentido— dijo ella—. Casi siempre estás a la defensiva.
— No es cierto, es sólo que...

Nos miramos.

— Es cierto— dijo ella.

Su teléfono empezó a sonar. Lo tomó.
Salió un momento. Me quedé pensando en cosas. Todo era confuso, me sentía mal, como si todo fuera mi culpa.

Lucille regresó.

— Alex está en la puerta— dijo ella—. Creo que quiere hablar conmigo.
— ¿Alex?— dije—, ¿No estaba en casa de sus padres?
— Se supone. Quizá le pasa algo. Iré por él— dijo ella.

Salió. Me quedé un rato solo. No quería seguir triste pero... no podía entender qué quería Jason de mí. Tampoco podía dejar de pensar en lo que dijo. En sobre que escondo las cosas que no quiero sentir. Entonces recordaba a papá diciendo que el propósito de la vida era sentir.

Alex entró. Lo observé.

— Hola— le dije.

Él me observó fijamente. Se acercó a mí.

— ¿Te pasa algo?— le pregunté.

Se veía extraño. Tenía unas terribles ojeras y parecía inestable.

— A mí nada— dijo—. Pero tú sí que estás mal.

Lucille entró. Parecía cansada.

— ¿Qué pasa?— preguntó ella.

Alex la observó. Luego me miró a mí.

— No lo sé— dijo él—. Eso es lo que no entiendo. Porque se suponía que todo estaría bien pero Will no está para nada bien.
— ¿Qué?— dije.

No entendía nada. Lucille y yo nos miramos confusos.

— Mi hermano, el único hermano que tengo y la mejor persona del mundo, te dijo cómo se sentía y tú le arrancaste el corazón y lo lanzaste lejos— me acusó—. Como si no valiera nada.
— ¿Qué?— dijo Lucille—, ¿Cómo te enteraste de eso?
— Madie estuvo en casa de Will ayer hasta tarde— dijo él—. Me contó sobre eso. Will no me lo dijo porque yo me preocuparía por él y quería protegerme. Will siempre hace ese tipo de cosas porque no quiere que la gente sufra. Pero ahora sufre él. Así que yo lo protegeré.
— No sé qué te dijo Madie pero...— dijo Lucille.
— Lo suficiente— la interrumpió Alex—. Por eso estoy aquí.

Me observó.

— ¿Crees que puedes herir a mi hermano y andar por ahí feliz como si nada hubiera pasado?— me dijo enojado.

Yo me quedé paralizado mirándolo.

— No. Mereces sufrir como él lo hace— me dijo, nunca lo había visto tan concentrado y furioso—. Es una buena persona. No hay nadie más perfecto que él. Se merece que le pasen las mejores cosas del mundo. ¿Crees que me agradó la idea de que estuviera enamorado de ti? ¡Claro que no! Pareces estar tan trastornado como yo pero pensé que si no eras estúpido posiblemente verías que lo mejor que te podría pasar en la vida sería que alguien como él pusiera sus ojos en ti. Entonces lo dejé porque pensé que se merecía un poco de felicidad.
— Alex, basta— le dijo Lucille.
— No, déjame terminar— le dijo Alex, volvió a mí—. No sé qué te ha pasado en la vida pero seguro no es peor que lo que yo he vivido así que no tienes justificación. Estaba ahí frente a ti la posibilidad de ser feliz con alguien que te amaba como nunca había amado a alguien.

Su voz empezó a quebrarse. Sus ojos se llenaron de lágrimas.

— ¿Sabes lo que daría por que alguien me amara así? ¿Tienes siquiera idea de lo que es amar a alguien? ¿Sabes cuánto puede doler el amor?— dijo—, ¿Siquiera tienes corazón?

Las palabras entraban en mis oídos y me golpeaban tanto que no podía hablar.

— Ojalá nunca nadie te vuelva a amar nunca— dijo, Lucille trató de detenerlo pero no pudo—, porque no mereces nada. Ojalá un día ames tanto que no puedas dormir por las noches y cuando al fin puedas tomar todo tu valor y decir tu amor, esa persona te destruya y se ría de ti. Y ni aún así compensarás el dolor que le has causado a Will.
— Alex, tienes que irte de aquí— le dijo ella y lo sujetó del brazo.
— Aún no termino— dijo, estaba llorando pero seguía muy enojado—, aún no. No es suficiente. Nunca lo será.
— ¡Alex, vete de aquí!— dijo ella.
— ¡Will es lo único que tengo y este sujeto lo destrozó!— le gritó a ella—, ¿Con qué derecho lastimó a mi hermano así? ¿Por qué alguien le haría eso a Will? Él es la mejor persona del mundo... no merecía eso. Merece amor. Mucho amor.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora