La noche fue larga. Will nunca se comunicó conmigo. Mi padre fue por mí y me llevó a casa. Se suponía que Will me llevaría a mí y a Jason. Pero no sabía nada de él.
Llegamos, papá dejó a Jason en su casa. Yo entré y fui a mi habitación. Me quité mi vestido rosa. Me preparé para dormir pero no le quité la vista a mi teléfono para nada. Cuando me acosté, lo puse junto a mi almohada. Me quedé dormida esperando que sonara.
Al día siguiente, me sentía cansada. Tomé un baño, me cambié y bajé a desayunar. Mi madre me notó muy preocupada. Le dije que estaría bien. Traté de llamar a Will en su trabajo pero al parecer, no estaba ahí. No podía localizarlo. Le llamé a Zac pero tampoco contestó. Le envié muchos mensajes pero nada cambiaba. Jimi me envió un mensaje preguntándome si algo había pasado porque al parecer no podía contactarse con Zac.
Me pareció extraño, Zac podía ignorar a todos menos a Jimi. Al menos que algo malo esté pasando. Pensé en la posibilidad de que otra cosa ocurriera con la familia de Zac y que éste recurriera a Will nuevamente.
Pensé en ir a verlo. Tomé mi bolso y salí de mi casa. Caminar me hacía bien aunque tuve mucho tiempo para pensar muchas cosas. Llegué a la casa de Will. Presioné el timbre pero nadie salió. Empecé a enojarme.
Caminé hasta el jardín trasero. Will nunca dejaba cerrada la puerta trasera de su casa. Me acerqué y abrí. Dudé un poco si debía entrar o no. Lo hice.
— ¿Will?— pregunté.
Todo estaba en silencio. Caminé por las habitaciones. Estaba por subir las escaleras cuando lo vi en el sofá de la sala, sentado.
— ¿Will?— dije.
Él se giró a verme. Se veía terrible, como si llevara semanas sin dormir.
— ¿Qué pasó?— pregunté.
No dijo nada. Sólo bajó la mirada al suelo. Me acerqué.
— ¿Está todo bien?— dije.
No contestó.
— Te he estado llamando— dije.
No dijo nada.
— Zac tampoco contesta— dije.
Me observó rápidamente. Lo miré a él. Esa era la clave. Zac.
— ¿Estás bien?— pregunté angustiada.
Negó con la cabeza mientras su cara tenía una mueca de aflicción que nunca antes había visto. Se llevó las manos a la cara.
— Tú— dije—, tú te...
— Lo arruiné todo— dijo al fin, con mucho pesar.
— ¿Qué?— dije—, no, no es cierto.
— Zac me odia— dijo.No sabía qué hacer. Me acerqué a él temerosa de escuchar qué iba a decir.
— ¿Le... le dijiste?— pregunté.
Asintió con la cabeza.
No necesité hacer más preguntas. Sólo de escuchar eso mis ojos se inundaron en lágrimas. Lo observé tratando de no llorar y mi cabeza sólo se preguntaba sin parar el cómo era posible que eso hubiera pasado.
— Es que yo— dije—, pensé que él... pensé que ustedes...
Will me observó. No podía ver su cara sin sentir su dolor. Una lágrima rodó por su mejilla. Sufría porque cómo no hacerlo.
Pensé que daría lo que fuera por no verlo así.
Me acerqué y lo abracé.
Entonces Will terminó de destrozarse. Estaba roto. Lo escuché llorar. No pude evitar llorar yo también.
Lo abracé muy fuerte, como si en verdad estuviera roto y tratara de hacer que las piezas no se cayeran al suelo. No dije nada porque no había nada que pudiera decir. Nada sería suficiente.No podía dejar de pensar en todo. Me sentía culpable. Zac no amaba a Will. Yo había pensado que sí. Casi podía jurar que había algo. ¿Estaba equivocada? ¿Era mi culpa por ilusionar a Will? ¿Qué de todas las cosas que había visto eran verdaderas?
Lo más importante, ¿Cómo podía repararle el corazón a Will? ¿Cómo podía hacer que sufriera menos?
Sabía cómo se sentía eso. Pero Will no era como yo. Él miraba a Zac de una forma específica. Una en la cual el amor se desbordaba de sus ojos. Tanto amor no parecía posible, pero ahí estaba, matando a Will en ese instante.
¿Qué podía hacer yo?, me preguntaba.
¿Qué estaba en mis posibilidades?— Lo siento— dije—, lo siento tanto...
— No es tu culpa— susurró él.
— En parte sí— dije—. Pero sé qué debo hacer.
— ¿Qué?— preguntó.Me miró. Tenía sus ojos rojos. Su cabello era un desastre.
— Estaré contigo— dije, traté de ser fuerte—, siempre. No te dejaré. Superaremos esto juntos.
— No— dijo con mucho trabajo—... creo poder superar...
— Claro que sí— dije—. Tú eres Will. Eres más fuerte de lo que piensas.
— No, debiste verlo... debiste ver su cara...Volvió a llevarse las manos a la cara. Lo abracé.
— Lo sé— dije—. Sé cómo te sientes.
— Lastimé a Zac— dijo.
— No, él estará bien— dije.
— Me odia... sé que me odia...
— No, no es así. Todo estará bien... yo lo arreglaré.Pero no sabía cómo.
Es más, no sabía si existía una posibilidad de arreglar algo que parecía roto.Mientras abrazaba a Will, un sólo pensamiento pasaba por mi mente: debí desear otra cosa cuando arrojé esa moneda en la fuente.
Debí desear que Will y Zac fueran felices. Pero deseé que Will y Zac fueran felices juntos.
Qué tonta había sido. Como si la felicidad dependiera de una persona.Además, ese deseo seguramente nunca se cumpliría porque no había sido el primero. Había sido el deseo de la segunda vez que arrojé la moneda a la fuente, luego de sacarla porque me había arrepentido de mi primer deseo.
Pensé que si tuviera la oportunidad de pedir algo de nuevo, desearía poder hacer a Will menos miserable.
O poder apoyarlo sin llorar con él. Poder ser fuerte y valiente. Más que antes. Para que Will pudiera verme y se sintiera mejor. Sintiera que las cosas mejorarían algún día porque yo estaba perfectamente.
Pero no, ahí estaba, llorando con él, como si fuera yo a la que acabaran de rechazar.Mis pensamientos volaron hasta Zac. ¿Cómo estaría él? ¿Qué tan afectado se sentiría?
Deseé que estuviera bien. También quise poder visitarlo y estar con él pero no podría hacer eso. Había tomado una desición: estaría con Will. Me necesitaba.
— Te juro— le dije— que un día ya no dolerá. No sé cuándo será pero... llegará el día. Hasta entonces estaré contigo. Lo prometo.
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Problemas de Pasillo
RomanceZac se siente traicionado. Jimi descubre que en realidad no sabe nada sobre Evan. Evan intenta impedir que su pasado no afecte su relación con Jimi. Laura se da cuenta de que no puede ignorar esos nuevos sentimientos. Will decide seguir adelante...