64. El extraño diario de Zac (y un auto)

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El sol estaba en su esplendor. Tanto que empecé a sudar. Miré a Evan del otro lado del auto. Nos habíamos dividido las tareas, a él le tocaba lavar una parte del auto y a mí otra. No era tan malo, tocar agua con ese calor era muy refrescante. Sobre todo para Evan, el ejercicio lo hacía ver más radiante. Siempre me había parecido que Evan tenía cara de muñeca, pero nunca me detuve a observarlo detalladamente. Por eso en ese momento descubrí que efectivamente, me gustaba su rostro. Es más, sería difícil que a alguien no le gustara. Era perfecto. Además tenía una voz que encajaba bien con él. No como la de Will, que debía ser mi voz favorita de todo el mundo.

Una voz que hacía tanto que no escuchaba, tanto que temía poder olvidarla.

— Te ves preocupado— dijo Evan, sacándome de mis pensamientos—. Siempre estás así pero en este momento lo demuestras más.
— ¿En verdad?— dije—, qué raro. Debo tener cuidado.
— ¿Por qué?— preguntó él—, ¿Temes que la gente piense que eres humano?
— No quiero preocupar a Jill— dije—. Aunque también me gustaría que la gente pensara que soy un robot.
— Algunos ya lo piensan— dijo—. Además Jill ya está preocupada por ti. Demasiado tarde. De hecho todos están preocupados por ti.
— ¿También tú?— pregunté.
— Zac, vivo contigo— dijo—. Siento que te conozco a la perfección y no podría estar más preocupado.
— ¿Por qué?— dije—, ¿Qué hay de mal en mi?
— Duermes muy poco— dijo—, no puede ser saludable. Siempre estudias aunque sé que no lo necesitas. Ayudas con las tareas de la casa, organizas cosas del consejo estudiantil, me ayudas a estudiar y aún así te da tiempo para martirizarte a ti mismo pensando en Will probablemente. No eres un robot, eres un humano y ese estilo de vida te va a destruir algún día.
— No me martirizo a mí mismo— dije.
— Lo estabas haciendo hace un momento— dijo—. Conozco la cara que pones cuando piensas en cosas que no te agradan.
— Eso no es cierto— dije—, estaba pensando en gatos.
— No te gustan los gatos, crees que sueltan mucho pelo— dijo.
— Por eso— dije—, no me agradan. He ahí el porqué tenía mi cara de cosas poco agradables.
— Entonces no pienses en gatos— dijo.
— Es difícil, me estresan mucho. No puedo hacer nada al respecto.
— ¿Seguimos hablando de gatos o ya estamos hablando de Will?— preguntó.

Lo observé.

— No hay mucha diferencia— dijo—, Will también se distrae con cosas en movimiento fácilmente.
— No estaba pensando en él— mentí.
— ¿Entonces?
— En ti— dije—. Tú y tu extrañamente perfecto rostro.
— No sé si estar feliz por eso o mejor asustarme.
— Ambas cosas— dije.
— Espera un momento— dijo—, ¿Mi rostro te desagrada? Porque tenías tu cara de cosas desagradables.
— Me desagrada que sea agradable— dije—. Posiblemente porque eso ayudó a que conquistaras a Jimi. Mi Jimi.
— ¿Sólo por eso?— dijo—, además, en realidad no creo que Jimi salga conmigo sólo porque le gusta mi cara. Sería tonto que fuera por eso. Es decir, se supone que ya no soy el tipo de persona que está en medio de relaciones tóxicas.
— ¿A qué te refieres?— pregunté.

Él siguió limpiando los vidrios del auto.

— A que hace mucho me gustaba Alex y estuve dispuesto a salir con él aún cuando sabía que lo único que le gustaba de mí era mi cara— dijo.
— Definitivamente suena a una relación tóxica— dije—, supongo que ambas partes eran iguales de tóxicas.
— Alex me gustaba físicamente pero en retrospectiva creo que la razón principal que me llevó a querer estar a su lado era que parecía estar sufriendo mucho.
— Entonces pareces tener predisposición a estar junto a personas masoquistas— dije—. Vives en mi casa ahora, junto a mí.
— Pero es diferente— dijo—. No quiero estar contigo porque pareces estar sufriendo porque sé que en el fondo no lo estás.
— No entiendo— dije.
— Creo que te han pasado cosas malas— dijo—, pero no creo que te guste estar triste. No te dejas vencer aún con las malas situaciones. Siempre sales adelante de algún modo. Lo he visto. Sé que Will era tu mejor amigo y tenían una conexión inigualable que te dolió mucho romper. Lo he pensado mucho y si yo estuviera en tu caso me hubiera vuelto loco enseguida. Pero tú sigues adelante. Sé que te preocupa pero puedes manejarlo. Nunca podría hacer eso. Menos con alguien que me importe mucho.
— En realidad no sé manejar nada— dije, aún estaba sorprendido por sus palabras—. Sólo continuo porque es mi forma personal de huir. Pero por dentro soy un desastre.
— Pero por fuera no— dijo—. Yo no puedo hacer nada de eso. Sucede algo y... me asusto. Entonces empiezo a estropearlo todo.
— Pero se puede arreglar— dije.
— No sé cómo.

Lo observé.

— Habla con Jimi— dije—. Entenderá. Siempre lo hace.
— ¿Y si no?— preguntó—. Las cosas son diferentes ahora. Creía que lo nuestro soportaría lo que fuera pero sólo necesitamos tener un malentendido y todo se fue abajo. Ahora no sé qué decir. Creo que en algún momento Jimi se va a dar cuenta de que no hay ninguna razón por la que debería estar conmigo y se irá. Honestamente lo entendería. ¿Nunca te has puesto a pensar en ti mismo y has pensado que no hay nada que te hace especial? Yo lo hago últimamente. Los veo a todos y siento que estoy estancado. Todos avanzan menos yo. Entonces no sé qué hacer. Da mucho miedo. Sobre todo porque veo a Jimi y él siempre parece saber qué quiere. No duda de casi nada. Pero yo dudo de todo. ¿Cómo dos personas así pueden ser compatibles?
— Te equivocas— dije—. Posiblemente tienes razón en eso de que Jimi es alguien muy decidido. Pero él también duda. Sobre todo en ti. Así como tú piensas en cosas él lo hace también.
— No como yo lo hago— dijo.
— Eso no lo sé. Pero él duda. Todos dudamos de todo, nos sabemos a dónde vamos. Yo no lo sé. Por supuesto que pienso que soy una persona como las otras, pero eso depende de la situación. No siempre me siento así. Quizá últimamente piensas en cosas tristes porque estás pasando por malos momentos. Pero insisto, puedes salir de eso.

Me observó.

— Yo también creo que tú puedes salir de eso— dijo—. ¿Crees que puedes?

Lo observé.

— No lo sé— dije.
— Entonces yo puedo creer por ti— dijo con una sonrisa.
— ¿En qué me ayudaría eso?
— A confiar en mí— dijo—. Porque yo sé que no confío en mí totalmente pero sí en ti. Tú dices que puedo hacer cualquier cosa. Entonces quiero que esto sea también así para ti. Si un día no puedes confiar en ti mismo, entonces confía en mí porque creo que no hay nada que no puedas hacer.
— Eso es más de lo que merezco— dije.
— Es un trato— dijo—. Uno de mejores amigos. Yo cuidaré de ti de la misma manera en la que tú te preocupas por todos. Te mereces eso. Necesitas a alguien que cuide de ti.
— Puedo cuidar de mí mismo.
— Pues no haces un buen trabajo— dijo—. Así que estoy muy decidido. Trataré de enderezar mi vida. Hay muchas cosas que no me gustan y las solucionaré. Ya es tiempo. También para ti.

Parecía muy feliz. Me gustaba verlo feliz. Al menos alguien lo estaba.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora