117. El diario de Laura

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En un giro de eventos extraño, Zac volvió a la escuela el siguiente lunes. Él habló con Jimi según parecía y las cosas entre ellos estaban bien. Eso decían pero Zac no se veía muy bien.
Sin embargo no tuvo tiempo para lamentarse porque muchas cosas pasaron en la escuela en su ausencia. Principalmente fue que apareció un extraño y anónimo bromista. En esa semana muchos había sido víctimas de él, desde profesores hasta toda clase de alumnos.

Por lo que Zac estaba más furioso que nunca. Y como siempre esa furia recaía en los miembros del consejo estudiantil.

— ¿Por qué siempre que me voy algo raro pasa?— se quejó cuando fuimos a la reunión del consejo.
— Entonces ya no deberías irte— le dijo Harry.
— ¿Y ustedes qué estaban haciendo?— dijo enojado.
— Cosas de alumnos comunes— dije—. Recuerda que también somos estudiantes.
— Y no es como si no hubiéramos buscado a ese misterioso bromista— dijo Harry—. Pero es muy hábil ocultándose. Lo único que sabemos de él es que deja una nota dando alguna razón absurda del porqué le está haciendo una broma a alguien.
— Además tiene mala ortografía— dijo Emery.
— Pues quiero saber quién es— dijo Zac—. Entonces, cuando lo tenga frente a mí, le caerá todo el peso de la ley. Será tan horrible que deseará no haber nacido.
— ¿Lo vamos a torturar?— pregunté.
— ¿Podemos hacer eso?— preguntó.
— Estoy seguro de que no— dijo Harry.
— Ustedes siempre me arruinan la diversión— se quejó.

Así, Zac empezó a crear extraños planes sobre como capturar al misterioso bromista.

— Estoy segura de que meter a los estudiantes en jaulas es completamente ilegal— dije.
— Para ustedes todo es ilegal— se quejó Zac.
— Quizá podríamos simplemente esperar a que atacara de nuevo y capturarlo— dijo Harry.
— No sabemos quién será su próxima víctima— dije—. Tengo un listado de todas sus víctimas hasta el momento.

Se lo di a Zac. Miró el papel unos cuantos segundos.

— ¿Se han dado cuenta de que sólo ataca a gente que todos conocen?— dijo.
— ¿Qué tratas de decir?— dijo Harry—, ¿Estamos en peligro?
— No ha atacado a nadie del consejo— dijo Zac perspicaz—. Es raro. Si yo fuera un delincuente trataría de arruinarle la carrera política a mi autoridad más cercana.
— Ese serías tú— dije—. Porque varios maestros ya han sido víctimas de bromas.
— Y de pésimo gusto si me preguntan— dijo Harry—. No son graciosas para nada.
— Yo me reiría si te la hicieran a ti— le dijo Zac.
— Eso ya lo sé— dijo Harry ofendido—. Pero lo importante aquí es que nunca me hagan nada.

Estábamos ahí, en la sala discutiendo cuando Evan entró. Estaba cubierto con algún líquido blanco.

— Hola— dijo él muy tranquilo.
— ¿Qué te pasó?— pregunté.
— No lo sé— dijo—. Estaba caminando por ahí y alguien me lanzó algo encima... creo que es leche.

Nos acercamos.

— El bromista atacó otra vez— dijo Harry.
— Sí, es leche— dije después de ver a Evan de cerca.
— ¿Qué tienes en la cabeza?— le preguntó Zac.

Le quitó algo blanco. Era un papel bastante mojado. Lo desdobló con cuidado.

— “Por ser increíblemente sexy”— leyó Zac.
— ¿Hasta hacen una broma por eso?— dije incrédula.
— No es una mentira— dijo Evan—. El bromista tiene buen gusto.
— ¿Deberíamos entrar en pánico?— dijo Harry—, somos del consejo estudiantil, somos conocidos y sexys, seguramente somos la próxima víctima.
— No, no pasará— dijo Zac—. Lo encontraré. No importa qué tenga que hacer, lo detendré.
— Pero si a ti no te hizo nada— le dijo Evan.
— No, pero piénsalo, si no lo detenemos, seguirá atacando a gente usando excusas ridículas. ¿Qué es lo próximo que hará, atacar a Jimi porque lo considera demasiado lindo?
— ¡No, no lo haría!— dijo Evan con dramatismo.
— Podría si quisiera.
— ¡No lo permitiré!— dijo Evan—, ¡Te ayudaré a atraparlo!

Evan y Zac estaban unidos por dos causas que solían emocionar a ambos: Jimi y la venganza.

Así, en días posteriores, Zac se dedicó a investigar todo lo que pudo. Pero el bromista siempre iba un paso adelante: dos personas más cayeron. Eran una amiga de Harry y el profesor de álgebra.

Zac estaba más furioso que nunca, y la escuela al borde de un colapso nervioso. Ya nadie podría andar por los pasillos sin permiso y los profesores vigilaban todo el tiempo pero aún así el bromista se salía con la suya.

En realidad a mí no me importaba mucho. Estaba más preocupada pensando en Will y en lo que dijo. No sabía que pensar al respecto así que no lo había visto. Entonces, cuando estaba preocupada imaginando qué decirle, el bromista misterioso atacó de nuevo.

La víctima, Jason. Le lanzaron un pay en la cara. Todo el mundo vio quién era: alguien con máscara de gato. Jason iba por un pasillo cuando esa persona apareció y lo atacó. Entonces salió huyendo y nadie supo para dónde fue.

Cuando me enteré de lo que pasó, corrí a buscar a Jason. Lo encontré en la enfermería. Zac y la profesora estaban analizando la nota que encontraron en el pay.

— “Por ser posiblemente el sujeto más genial de la escuela”— leyó Zac.
— Probablemente es cierto— dijo la profesora.
— ¡Nunca perdonaré a quien te hizo esto!— le dije a Jason—, ¡Hueles a piña pero nunca lo perdonaré!
— ¿A piña?— dijo Zac—, ¿No era de manzana?
— ¿Podrían dejar de olerme?— dijo Jason.

Evan y Jimi aparecieron.

— ¿Estás bien?— dijo Jimi preocupado.
— ¿Tú estás bien?— le dijo Zac a Jimi mientras se acercaba a abrazarlo—, ¡No quiero que te ataquen a ti también!
— Oye, a mí me atacaron y no me abrazaste ni te preocupaste por mí— le dijo Evan.
— Tú no eres tan importante— le dijo Zac sin dejar de abrazar a Jimi.
— Claro que sí... y deja a Jimi, es mío— le dijo Evan enojado.
— Huele a piña por aquí— dijo Jimi.
— ¡Sabía que era piña!— dije.
— Soy yo— dijo Jason.

Zac pareció pensativo.

— ¡Lo tengo!— dijo.
— ¿Sabes quién hizo esto?— pregunté—, ¡Por que nunca se lo perdonaré!
— Creo que estás exagerando— me dijo Jason.
— No, tú eres el que parece muy tranquilo— le dije—, ¡Deberías estar invadido por una terrible ira!
— No ganaría nada enojándome— dijo.
— Jason, deberías ser más rencoroso, como todos nosotros— dije—. Menos Jimi.

Zac parecía haber tenido una idea.

— Lo sabía— dijo para sí mismo.
— ¿Qué cosa?— pregunté.
— No es un bromista— dijo muy serio—. Son varias personas.
— ¿Qué te hace pensar eso?— preguntó Evan.
— Por la facilidad con la que huye y porque las descripciones del bromista cambian según la persona que lo cuenta.
— Pensé que la gente contaba su propia versión bastante distorsionada para exagerar— dije.
— Yo también lo pensaba— dijo Zac—. Pero las primeras víctimas lo describen como alguien alto sin embargo el sujeto de hace un rato era bastante pequeño. Además, todos lo vieron. Huyó con facilidad, lo que significa que tiene cómplices. También la letra del papel ha cambiado. Comparando las notas, la de Evan y Jason parecen escritas por diferentes personas.
— ¡Sí eres Sherlock Holmes!— le dijo Evan.

Emery llegó.

— ¿Y?— le preguntó Zac.
— Es como usted sospechaba— le dijo Emery—. El pay es de la cafetería.

Nos miramos entre nosotros.

— Este misterio está cerca de ser dejar de ser un misterio— dijo Zac.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora