159. El extraño diario de Zac (en medio de la noche)

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Lucille me abandonó. Así lo sentí yo. Entonces me sentí más perdido que antes. Como si estuviera en un barco en medio del océano. Me ahogaba pero no sabía siquiera cómo.

Salí después de un rato. Me sentía muy miserable. Quería salir corriendo pero realmente no tenía ningún lugar. En mi casa no había nadie porque papá y Jill fueron a una fiesta con personas importantes que ayudarían en la próxima campaña electoral. Si me iba estaría solo. No quería estar solo pero tampoco me sentía cómodo rodeado de tanto ruido y personas... realmente no sabía qué quería. Lucille tenía razón, no era bueno tomando decisiones. Repentinamente me sentí muy falso. ¿Por qué era presidente del consejo estudiantil si no era capaz de elegir siquiera lo que quería?

Me sentía muy abrumado. También ansioso. Busqué una habitación vacía. Todas estaban ocupadas. Deambulé por el pasillo hasta que me detuve en la habitación de Will. La observé. Había estado ahí muchas veces. Aunque los recuerdos se sentían muy lejanos... como si hubieran pasado muchos años desde entonces. Estaba pensando en eso cuando la posibilidad de que él estuviera ahí me hizo reaccionar. Me alejé rápidamente. Bajé las escaleras casi corriendo. Abajo estaría más seguro, en medio de tanta gente. Me encontré con Gigi. La música se detuvo. Ella se acercó a mí.

— Hola señor presidente— me dijo—. Quizá no quiere saberlo pero me estoy portando muy mal esta noche. Merezco un castigo.
— No estamos en la escuela— le dije—. Y honestamente no me importa.
— ¡Qué cruel!— dijo ella.
— Gracias— dije.
— ¡No era un cumplido!
— Me sentí halagado.
— No es justo. Quiero sentirme halagada también. ¡Ya sé, baila conmigo!
— ¿Bebiste?— pregunté— ¿La tía Janeth sabe que estás aquí?
— Mi hermano también está aquí así que no tendré problemas— dijo ella mientras se balanceaba de un lado al otro.

La observé. Su vestido era demasiado corto y ajustado, pensé. Además definitivamente había bebido.

— Ven, no puedes seguir así— le dije.

La tomé del brazo. Pero ella aprovechó el momento para sujetarme y arrastrarme con ella a la pista de baile. La música empezó otra vez. Le dije a Gigi que se detuviera pero había demasiado ruido como para que me pudiera escuchar. Me llevó por entre las personas hasta estar justo al centro del lugar. Ella estaba bailando con mucha libertad mientras lucía genuinamente feliz. Yo quería que el presidente del país se equivocara y por accidente enviara una bomba nuclear justo en donde estaba yo.
Ella no me soltaba. Y aunque lo hiciera todos los de mi alrededor estaban ocupados bailando por lo que salir de ahí sería difícil.

En un descuido, me soltó. Me alejé un poco para que no pudiera verme. Empujé un par de personas pero logré ocultarme de ella.
Sólo tenía que salir de ahí, tomar mi teléfono y llamar a la tía Janeth para decirle que su hija estaba fuera de control y que si aceptaba mi consejo, debía meterla a una escuela militar.

Estaba muy enojado mientras pensaba seriamente en decirle eso a la tía Janeth cuando alguien chocó conmigo. Estaba tan furioso que me giré para reclamarle a esa persona. Hasta ya había pensado en lo que le diría.
Entonces levanté mi rostro para ver quién era y... resultó que quien acababa de empujarme era Will.
La luz era tenue pero aún así pude verlo con claridad. Él estaba a unos centímetros de mí, sin moverse y mirándome atentamente.
Fue como si el tiempo se hubiera detenido. Al menos para mí. Todos bailaban alrededor menos nosotros. El ruido y todo desapareció. Por un instante fue como si sólo estuviéramos los dos, sin nada más.

Hacía mucho que no lo veía tan de cerca, tanto que parecía un sueño. Estaba tan cerca de mí que si extendía mi mano terminaría tocando su pecho. Pero no tenía fuerzas siquiera para eso. Sólo me le quedé viendo, pensando que quizá era otro de esos sueños que solía tener en donde podíamos estar juntos. Pero no lo era porque sentía cómo el corazón me golpeaba tan fuerte con cada latido que dolía demasiado.

Recordé que Lucille dijo que no sería difícil superarlo.
Pero ella no sabía nada porque no había cosa más terrible que pensar en alejarme de ahí. Una parte de mí quería salir corriendo y no volver nunca. Pero otra quería seguir mirando a Will, para ver si lograba descifrar su cara y así saber qué estaba pensando. Para saber si me odiaba. O si quería arreglar las cosas. O si quizá simplemente yo ya no le importaba.

Deseé que la parte que quería salir huyendo ganara. Pero mis piernas tampoco querían cooperar. Así que sólo miré a Will por milésima vez ahí, a la mitad del salón a la media noche,  sin que ninguno de los dos pudiera hacer nada y sin que nadie más supiera que aunque todo parecía bien, yo estaba tratando de no ponerme a llorar. Y me esforzaba en ello tragándome todo lo que sentía. Pero cuando pude salir de mis pensamientos y concentrarme más en lo que pasaba, noté que Will parecía triste. Al principio parecía sorprendido pero en ese instante sólo se veía triste.

Solía pensar hasta entonces que él estaba pasando malos momentos por mi culpa pero sentía que yo me llevaba la peor parte. Pero su cara no decía eso. No había dicho ni una sola palabra pero para mí era suficiente porque conocía a Will tan bien que cuando entendí que en verdad había sufrido tanto, sentí muchas ganas de llorar. Como nunca. Pero no me fui.

Abrí la boca mientras mi respiración estaba tan agitada que nublaba todos mis pensamientos. Muchas cosas empezaron a pasar en mi mente y todas me decían lo mismo: debía salir corriendo si es que no quería terminar destrozado. Porque eso era lo que estaba pasando.
Pero no me fui. En cambio, hablé.

— Will— dije.

Mi voz debió perderse en medio de tantas personas, en medio de tanto ruido, en medio de la noche.

Pero no despegué mi vista de él. Lo capte todo: cuando hablé él se alejó rápidamente mientras parecía lastimado. Como si acabaran de dispararle con una arma y estuviera herido. Logró hacerse paso entre la gente y desapareció de mi vista. Me quedé ahí sin moverme unos segundos mientras la música sonaba fuerte y poco a poco salía del sueño en el que me metí cuando Will apareció.
Me llevé una mano a la cara mientras miraba al infinito. En algún momento, posiblemente cuando Will se fue, dejé caer mis lágrimas. Así que rodaron por mi cara y no me importó. Había demasiada gente como para que alguien lo notara. Incluso yo.

Dejé que se secarán. Me quedé ahí hasta que la canción terminó. No me moví para nada.
La música se detuvo. Navegué entre las personas. Llegué a la puerta. Salí. Pero no quería salir corriendo.

Lo entendí. No tenía razón alguna para salir huyendo. Nadie me perseguía. A nadie le importaba.
Y Will había huido de mí.

No, no quería irme. Quería entrar y buscarlo.
Pero él no quería eso.

Recordé lo que dijo Lucille otra vez. Yo quería ambas cosas. Quería que Will estuviera conmigo pero no me importaban sus sentimientos.

En parte tenía razón. En ese momento sólo deseaba desesperadamente encontrarlo y hacer lo que sea para que no luciera tan herido. Pero era imposible porque la razón por la que él estaba tan mal era porque me vio. Ir no ayudaría para nada.

Me senté en el cesped del jardín delantero de la casa de Will.
Me quedé ahí un rato. La música se detuvo.
Miré el cielo lleno de estrellas. Hacía frío allá afuera. Adentro todos iniciaron el conteo regresivo.

Lloré. Abracé mis piernas y escondí mi cara.
Ya era otro año y yo estaba llorando.

No podía hacer nada más.
Sólo eso y desear que ese nuevo año fuera mejor, aunque sea sólo un poquito.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora