75. El extraño diario de Zac (y un beso)

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Evan estaba muy triste. Así que sólo lo abracé y le repetí varias veces que todo estaría bien porque yo lo solucionaría.

— Sé que puedo hacerlo— dije—, hablaré con Jimi y todo se solucionará. Confía en mí.
— ¿Y si no? ¿Y si no tiene solución?
— Sí tiene, yo...

Lo observé. Odiaba ver a Evan así, al borde de las lágrimas. Desesperadamente busqué algo qué decir que pudiera hacer que estuviera bien pero... ¿Y si resultaba que yo no podía solucionar nada después de todo? Porque se suponía que si podía entonces no debería tener ningún problema y... estaba lo que Laura había dicho.

Quizá al final yo era el causante de todo porque no hacía más que crear problemas.

— Yo— dije muy nervioso—... yo puedo... no, no puedo... sinceramente yo no he hecho nada más que causar esto y... ¿No se supone que debería poder hacerlo todo? ¿Entonces porqué sólo arruino todo lo que toco?

Evan me observó. Se limpió la cara.

— No creo que arruines todo— dijo—. Me has ayudado mucho.
— ¿De qué sirve si no puedo ayudarte ahora? ¿Porqué en lugar de hacerte bien parece que sólo te estoy dejando peor?
— Zac, eso no es cierto... tú has hecho mucho por mí.
— Y mírate ahora— dije—. Estás sufriendo. Todos los que quieren estar junto a mí terminan así. Jimi, tú, Laura... y Will.

Recordé lo que dijo Laura. Will estaba sufriendo por mi culpa. Yo había estado pensando todo el tiempo que él estaba bien pero... yo lo había lastimado al igual que a todos. Y salí huyendo sin importarme. De repente todo lo que Laura había dicho empezó a cobrar sentido.

— Yo estoy bien— dijo él—, bueno, lo estaré... trataré de que...

Lo observé.

— Eso no es cierto— dije—. No quieras engañarme.

Nos observamos.

— Quizá es muy tarde ahora— dijo.
— ¿Para qué?
— Para fingir estar bien. Para tratar de recuperar ciertas cosas. Porque no sé cómo es que todo se volvió el desastre que es y... parece que cada vez que solucionamos una cosa arruinamos otra.

Por un momento, sentí lo que él sentía.

— Quizá somos muy torpes— dije.
— Tú no eres torpe.
— Claro que sí, de hecho soy más torpe que tú— dije—, en realidad... nunca he creído que eres torpe. No de ese tipo de personas que son molestas. En realidad eres agradable y hasta cierto punto creo que... te envidio un poco.

Me observó sorprendido.

— ¿Por qué? Tú eres Zac, presidente del consejo estudiantil, ganador de un certamen nacional, amo y señor de nuestra escuela— dijo.
—Pero soy un cobarde— dije—. Me asustan muchas cosas y no sé cómo manejarlas. Sé qué debo hacer pero no lo hago y sólo me estreso tratando de fingir que todo está bien cuando no lo está.
— No tienes que fingir nada— dijo—. No conmigo. Porque yo no finjo cuando estoy contigo. No tienes que ser fuerte todo el tiempo porque no importa qué pase, para mí siempre serás el Zac que también es el respetado presidente del consejo estudiantil.
— Pero no sé cómo ayudarte— dije—, no sé si pueda. Debería poder asegurarte que Jimi va a volver pero últimamente no sé nada. Sólo sé que debo fingir estar bien para no preocupar a nadie.

Nos miramos. Debíamos ser las personas más patéticas del mundo.

— Somos un fracaso— dijo entre risas.
— Al menos estamos juntos— dije—. Y sabemos que somos un fracaso, lo que debe ser algo bueno, ¿No?
— No estamos solos, podemos dividir nuestros fracasos y parecerán menos grandes— dijo.
— Creo que así no funcionan el mundo del fracaso— dije.

Se dejó caer en mi cama. Me acosté suavemente a su lado. Miré el techo de mi habitación.

— ¿Qué va a pasar ahora?— dijo.
— Hablaremos con Jimi— dije.
— ¿Así nada más?
— ¿Tienes una mejor idea?
— Sí, podríamos quedarnos aquí para siempre y morir dentro de muchos años— dijo.
— Pensé que queríamos dejar de fracasar en la vida— dije.
— Sí pero también quiero evitar el dolor.
— Eso es imposible— dije—. Vivir significa dolor. Además, ¿Qué es lo peor que podría pasarte?
— Que Jimi rompa mi corazón.
— Pensé que ya lo había hecho.
— ¿Alguna vez te han roto el corazón?— preguntó.
— No lo creo— dije—, de hecho no tengo idea siquiera de cómo es eso.
— Es como si te rompieras una pierna pero sin que sepas que la tienes rota. Sólo sientes el dolor y quieres echarte a correr pero no puedes andar. De repente lo que creías que te mantenía con vida ya no significa nada porque hay algo más importante que ya no tienes. Entonces únicamente te queda recordar lo que era bueno. Y lo extrañas porque ya no está. Quizá en algún momento descubres porqué no puedes andar pero aunque trates, nada cura la herida y sólo sangra... mientras parte de ti muere. Para mí tener el corazón roto es como tener una herida abierta que no deja de sangrar, cuya cura ya conoces pero que no puedes conseguir. Te pone débil pero no mueres. Te cambia. Mejoras o empeoras. Pero nunca vuelves a ser el de antes.

Se quedó unos segundos sin decir nada. Realmente no podía entender nada pero... sonaba terriblemente doloroso.

— No quiero que rompan mi corazón nunca— dije.
— Yo tampoco— dijo.
— Trataré de que no pase.
— ¿Y si no puedes?

Lo pensé.

— Sí puedo— dije—. Porque quedamos que cuando no confíes en ti entonces lo harás en mí. Porque aunque la lluvia de afuera sea terrible, siempre puedes refugiarte en mi paraguas, ¿Recuerdas?

Se rió.

— Lo recuerdo— dijo.

Entonces me levanté. Él también. Estábamos muy cerca. No pude evitar quedarme viéndolo por unos instantes y pensar que definitivamente me gustaba verlo feliz. Evan tenía unos ojos muy expresivos que parecían sonreír cuando él lo hacía pero... eran totalmente diferentes a Will. Porque los de Will parecían decir muchas cosas.

Entonces concluí que efectivamente como dijo Laura, todo me llevaba a Will. Cada pensamiento, cada cosa, buena o mala. Todo era sobre él.

Odié que fuera así.

Ese pensamiento me perturbó y traté de mirar a Evan y concentrarme en él para no pensar en Will porque me estresaba simplemente recordarlo. Entonces, cuando al fin estuve atento mirando a Evan, noté que él estaba muy cerca de mí, observándome fijamente también. Tanto que podía escuchar su respiración. Me asusté y cerré los ojos. Pero no me moví. Estaba muy nervioso, sabía que debía quitarme de ahí pero no lo hice porque sentía en lo profundo de mí que existía algo que quería descubrir.

Como si ese sentimiento que estaba oprimiendo mi pecho ya lo hubiera sentido. Como si algo así ya hubiera pasado pero... ¿Cuándo?

Entonces sentí el aliento de Evan en mi cara. Abrí los ojos de golpe y lo observé asustado. Él, como si hubiera estado en alguna especie de trance al igual que yo, también reaccionó sorprendido.

Nos observamos completamente incrédulos. ¿Habíamos tratado de besarnos?

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora