107. El extraño diario de Zac

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Regresé a la escuela. Eran mis dominios después de todo y yo era su presidente. No había tiempo para pensar en cosas tontas como mis sentimientos. Debía actuar.

Esperé encontrar mi escuela como un bello santuario de aprendizaje, recreación y conocimiento, en donde individuos iban a extraer el delicioso néctar del saber... y me encontré con miles de rumores circulando por los pasillos de boca en boca, como una epidemia.

Traté de mantenerme positivo. No duró mucho. En el receso de clases, exploté.

— ¿Cómo demonios pasó esto?— dije enojado mientras todos los miembros del consejo estudiantil me observaban—, ¡Me fui unos días y la escuela se volvió un verdadero circo!
— Si lo dice por la invasión de gatos, le aclaro que ya nos estamos haciendo cargo de eso— dijo Emery.
— Lo digo por los rumores... ¿Una invasión de gatos?— dije confundido—, ¿Y eso cuando pasó?
— Emery, te dije que le contaríamos lo de los gatos luego— le dijo Laura.
— Pero ya estamos trabajando en eso— dijo Harry—, deberíamos concentrarnos en los rumores. Sobre todo en esos que dicen que antes de ser presidente estuviste en un reformatorio.
— ¿Qué?— dije completamente enojado.
— Harry, te dije que le diríamos sobre eso luego— lo regañó Laura.
— No, no me oculten cosas— dije.
— Pero podrías enojarte— dijo Laura—, más de lo que ya pareces.
— Ya estoy enojado— dije—. Y no cambiaré al menos que le busquemos una solución a esto.
— ¿Qué deberíamos hacer?— preguntó Harry.

Los observé.

— Hay que convocar una reunión— dije—. No sólo para dar el informe sobre lo recaudado en la fiesta, si no que también para aclarar que esto de los rumores es algo ridículo.
— ¿Y nos escucharán?— preguntó Laura.
— Tendrán que hacerlo o me verán muy enojado— dije—. Esta es mi escuela y no dejaré que se vuelva un circo.

O eso pensaba. Fui al jardín y me encontré a Evan acariciando a un gato. Sí, además de ser un circo también éramos un mal chiste.

— ¿De dónde salió este gato?— dije enojado.
— No lo sé, están por todas partes— dijo Evan—. Son tan bonitos...
— La próxima vez que quiera faltar a clases, por favor golpéame duro en la cabeza con algo— le dije.
— No es tan malo— dijo él.

Jason y Jimi aparecieron.

— ¡Miren, encontré un gatito!— dijo Jimi mientras levantaba uno en el aire.
— ¿Cuántos de ellos hay?— pregunté.
— Muchos— dijo Jason—. Pero ya están atrapándolos. Escuché que unos autos que los transportaban se averiaron afuera y que todos los animales que llevaban escaparon.
— Insisto, esta escuela es un chiste— dije.
— Si lo dices por aquel rumor que dice que antes de ser presidente eras un payaso, déjame te digo que ya lo desmentí— dijo Evan.
— ¿También dicen eso?— dije sorprendido.
— Decían porque ya lo desmentí— dijo Evan—. No podrías ser un payaso, eres la persona menos simpática que conozco.
— Gracias Evan— dije con ironía.
— De nada— dijo él feliz.

Él y Jimi estaban acariciando a los gatos. Entonces uno de ellos se acercó a mí. Comenzó a ponerse extraño y de la nada escupió una bola de pelo en mi zapato.
Esa fue la gota que derramó el vaso, me daban ganas de estrangular a ese gato. Jimi debió notar que me estaba conteniendo porque se acercó para alejar al gato de mí. Lo levantó del suelo y me miró.

Fue en un instante, pero recordé lo que le había pasado. Mi mente me recordó lo que habían tratado de hacerle y... sentí ganas de vomitar.

Salí corriendo. De milagro llegué al baño. Como si fuera una especie de maldición, vomité hasta el alma tal y como Madie había dicho.
Estaba pensando el porqué me pasaba eso cuando todo en mi mente se conectó.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora