96. El diario de Laura (en modo venganza)

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Madie y Ben contactaron a un chico que podría revelarnos todos los sucios secretos de Derek. Después de un rato en donde Madie enloquecía lentamente, empezó a llegar la información. Al parecer, Derek no sólo era bueno para fingir ser otra persona, si no que fácilmente podía reclamar el título de experto. No había nadie a quien no hubiera estafado, incluso entre sus amigos más cercanos (si es que le quedaba alguno). Material para venganza había de sobra.

— Deberíamos poner algunas de estas cosas en un video recopilatorio que podríamos transmitir en la pantalla gigante de la escuela— dijo Ben.
— También estaría bien que el video rondara por cada rincón de internet. Quiero que cada una de las personas que lo conocen sepan cómo es en realidad— dijo Madie.
— Creo que mejor trataré de no meterme con ustedes— dijo el profesor—, son verdaderamente espeluznantes como enemigos.
— Es el espíritu de halloween— dijo Madie—. Saca lo peor de las personas al parecer. Además, soy buena siendo mala.
— ¡Definitivamente la mejor!— dije.
— Laura, deberías juntarte más conmigo, podrías aprender muchas cosas— me dijo ella.
— No, definitivamente no deberían volverse más cercanas— dijo el profesor—, y Madie, deberías detener esta locura. Así el ciclo jamás se romperá. Ustedes lo odian, él los odiará, ¿Cuándo terminará esto?
— Cuando él se quede absolutamente solo y se sienta miserable— dijo Madie.

Luego ella empezó a reírse como loca mientras Ben la observaba con admiración. Yo en cambio entendía lo que el profesor Callahan estaba tratando de decir. Pero no parecía justo. Derek en verdad quería lastimar a Jimi y de no haber huido de ahí cuando tuvo la oportunidad, en verdad lo hubieran herido. Entonces eso no tendría vuelta atrás. No existiría justicia ni ley que lograra castigar a Derek lo suficiente como para compensar lo que hizo. Porque estaba irrevocablemente segura de que él hubiera lastimado a Jimi. Eso era lo que posiblemente más me perturbaba: la idea de que algo así de horrible pudo pasarle a Jimi hacía unas cuantas horas.

Entonces la furia me consumía y no podía pensar en nada más que no fuera en lo mucho que quería regresarle el golpe, al mismo tiempo que la culpa me mataba. Debí decirle a todos lo que sabía pero no lo hice porque aunque Derek me parecía una basura de persona, realmente nunca me terminé de creer que existiera alguien tan malo.
Quizá mi suerte encontrando buenas personas como Jimi y Evan me hizo olvidarme de que allá afuera no todos eran sujetos amables esperando agregarle a mi vida algo bueno. No, existían personas malas que sólo buscaban gente como nosotros, ingenuos que pensaba que todos tenían algo bueno que ofrecer. Pero no era así, sólo éramos muy torpes e ignorantes.

Pero no más. Lo había dejado pasar una vez pero ya no cometería ese error.

Alrededor de las cinco de la mañana, luego de muchas horas de edición de videos y tazas de café vacías, todo estaba terminado. Madie parecía más cansada que de costumbre (si es que era posible) pero se veía muy feliz. Sólo quedaba ir a la escuela y ver el resultado de tanto esfuerzo. Eso tardaría un poco porque las primeras horas de clase empezaban a las 8:00 am y debíamos esperar hasta ese momento.

Madie me llevó en su auto hasta la universidad. El profesor Callahan fue con Ben en su auto. Él no dejó de tratar de persuadirnos sobre nuestra decisión, aún cuando Madie intentaba hacer que se callara. Entramos al campus gracias a él. Entonces cruzamos el lugar para detenernos justo frente a una pantalla gigante al fondo de un patio.

— Sólo tenemos que mandarle la señal a mi amigo y el video estará en esta pantalla repitiéndose hasta que alguien logre detenerlo— dijo Ben.
— Será su fin— dijo Madie—... ¿Por qué todos nos están viendo?

Miré a mi alrededor. Efectivamente, todos los alumnos que estaban ahí se nos quedaban viendo.

— Porque Laura parece una novia y porque tú eres una doctora— le dijo Ben a ella.
— Debimos cambiarnos antes de venir aquí— dijo Madie—, destacamos tanto que nos relacionarán con el video.
— Les dije que era una mala idea— dijo el profesor.
— No había pensado en eso— dijo Ben—, definitivamente nada llama más la atención que ustedes.

Entonces empezó a sonar una alarma. Luego otra y otra más. Todos empezaron a correr de un lugar a otro.

— ¿Qué pasa?— pregunté.
— Es la alarma de incendios— dijo el profesor—. Pero es imposible que tan temprano alguien haya provocado un incendio... debo ir a verificar...

Corrimos hacia adentro. Las personas habían entrado en pánico y corrían de un lugar a otro. Entonces de repente agua empezó a caer de arriba. Esa protección contra incendios era bastante efectiva sin embargo nadie había visto ningún incendio en ninguna parte.

— El campus es grande— dijo el profesor—, quizá en algún lugar sí hay un incendio. De todas formas, hay que evacuar a todas las personas...
— Pero si se van no verán el video— dijo Madie.
— Pues hay que ponerlo ahora, aprovechando la confusión— dijo Ben.
— Sí, hay que hacerlo— dijo Madie.

Entonces todo en mi mente se conectó repentinamente cuando me giré y vi mi reflejo en una ventana. Estaba mojada, el agua había arruinado mi maquillaje y mi vestido estaba sucio y horrible. Parecía una especie de novia demente. Tenía unas ojeras terribles gracias a no dormir y por usar mascara de pestañas común en lugar de a prueba de agua. Esa no era yo.

Porque realmente no lo era. Estaba por usar los secretos y debilidades de otra persona que obviamente se lo merecía pero... ¿Eso no me hacía igual que él? ¿Qué cambiaría realmente si yo humillaba a Derek enfrente de todos? ¿Eso haría que Jimi se sintiera mejor? ¿Eso compensaba mi error al decidir no confiar en mis amigos? ¿Eso ayudaría que todos los problemas que teníamos como grupo se solucionaran?
No. Todo seguiría exactamente igual.

— ¡No, alto!— grité.

Madie, con el teléfono de Ben en la mano, me observó sorprendida.

— ¿Qué pasa?— dijo.
— No puedo hacerlo— dije—. No puedo destruir la vida de alguien.
— ¿Qué?— dijo ella estupefacta—, ¿Vas a arrepentirte ahora? Ya llegamos muy lejos, no te rindas...
— Es que... eso no ayuda en nada— dije—. Estoy segura de que me sentiría mejor por un rato. Disfrutaría mucho saber que él sufre pero después de que pase el efecto, me sentiría igual de mal que ahora. No porque Derek sea un desgraciado significa que yo deba serlo también. No porque alguien sea malo significa que los demás debemos serlo.
— ¿Y qué hay de la justicia?— dijo Madie—, ¿Acaso no merece Jimi un poco de justicia?
— Sí pero no es mi decisión— dije—. Jimi es el que debe decidir qué hacer.
— No entiendo, pensé que en verdad estabas furiosa— dijo Ben.
— Lo estoy— dije—. No soy tonta. Sé que él merece sufrir pero no soy la persona más adecuada para juzgar cuánto vale lo que hizo. Yo también me equivoqué esta vez y si voy a querer impartir justica entonces debo ser honesta con todos, incluso conmigo misma.

Madie ya no parecía enojada ni sorprendida. Se veía pensativa, igual que Ben.

— Créeme, haces lo correcto— me dijo el profesor—. Eres más que un impulso de venganza. No vale la pena gastar tu energía tratando de hacer sufrir a alguien que eventualmente obtendrá su merecido de alguna u otra forma. Deberías estar con tu amigo, haciéndolo sentir bien y seguro.
— Eso quiero hacer ahora— dije—, aunque no me siento bien. Me siento cansada, triste y decepcionada.
— Por supuesto que te sientes así— dijo él—. Eres una niña. Deberías estar en casa cuidando de ti misma porque lo que pasó no es algo fácil. No depende de ti únicamente su solución. Así que no te sientas mal por no poder herir a alguien aunque se lo merezca. Eso significa que no eres mala. Así que debes sentirte bien y orgullosa de ti por poder hacer lo correcto aún cuando podías obtener justicia por tu propia mano. Significa que maduraste.

Él era un buen profesor.

— Deberías ir a casa— me dijo mientras me sonreía.
— Deberíamos ir todos— dijo Madie.

Los miré. Ya no dudé, mi elección era la correcta.

O eso pensaba hasta que me giré lentamente y vi al final de un pasillo a Derek. Al parecer estaba atrapado entre el alboroto y la confusión. Mi primer pensamiento fue ir hacia él para golpearlo. Deseaba hacerlo, tuve que usar toda mi fuerza de voluntad para no hacerlo. Recordar lo que el profesor había dicho hacía las cosas más fáciles.

— Debo hacer algo— les dije a ellos—, o de otra forma no podré perdonarme nunca.

Caminé firmemente hacia Derek. Él, que miraba a los demás, me vio y no se la creía. Posiblemente me veía ridícula y estaba tan cansada que era difícil caminar, pero tenía que decirle un par de cosas.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora