41. El diario de Jimi (en el primer día de clases)

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Primer día de clases. La gente normalmente está nerviosa y ansiosa por eso. Yo sentía que todas las mariposas de mi estómago estaban mareadas y querían salir. Me comían los nervios. No era de primer año (es más, en primer año me sentía menos nervioso), pero tenía más miedo que los que sí eran de primero.
Me asustaba todo. Papá me había llevado a mi primer día más temprano de lo normal. Lo que significó que se marchó rápidamente. Me quedé ahí, esperando. No conocía a nadie y a mi mente regresaban todas las cosas malas que me habían pasado en mis primeros días de clases. El tiempo pasó y la gente siguió llegando. Todos estaban probablemente bastante ansiosos por regresar a clases.

Miré a mi alrededor. Veía mucha gente pero nadie conocido. Recordé que cada año asignaban a los alumnos a nuevos grupos. Lo que significa que probablemente me alejarían de Laura. Eso me daba aún más miedo.
Me sentía perdido y mi ansiedad aumentaba al mismo tiempo que las mariposas de mi estómago que volaban rápidamente... entonces, apareció Evan.

Lo observé entrar. Mis mariposas que habían estado muy ocupadas molestándome repentinamente recordaron que estaban enamoradas de Evan y me invadió una felicidad absoluta. No pude evitar sonreír.

Él me observó y caminó hasta mí.

— ¡Jimi!— dijo feliz.

Corrí a abrazarlo.
Entonces recordé que aún estábamos en medio del patio, a la vista de todos. Me separé de él y observé a mi alrededor. Todos me miraban.

— Hay mucha gente desconocida— dijo él—. Me agrada.
— Me asusta— dije.
— ¿Por qué?

Iba a decirle que era porque temía cometer los mismos errores que el año pasado pero Jason llegó a nosotros.

— ¡Jason!— dijo Evan mientras se lanzaba a sus brazos.

Todos lo miraron. Entonces pensé que gracias a eso tal vez mi anterior abrazo con Evan no llamaría tanto la atención. La gente pensaría que Evan es muy afectuoso.

— Hola Jimi— me dijo Jason—, Evan, quítate de encima.
— Perdón— dijo Evan feliz—, pero me emociona regresar a la escuela. De alguna manera las vacaciones se me hicieron eternas. ¿Dónde están los demás?
— Zac y Laura deben seguir en la sala del consejo estudiantil— dijo Jason—. Ellos tenían que estar aquí media hora antes para su primera reunión.
— Ojalá a Zac le vaya bien como dictador de esta escuela— dijo Evan.
— No es dictador— dije.

Entonces vimos que las personas estaban observando algo. Miramos a esa dirección. Era Zac. Parecía muy seguro de sí mismo (como de costumbre), pero tenía una aura autoritaria increíble.
Cerca de donde estaba él, habían dos chicos que estaban molestando a otro. Zac se acercó y empujó a uno de ellos mientras le gritaba “No hay bullying en mi escuela”. Los pobres chicos salieron corriendo. Después de acomodar su cabello, debió darse cuenta de que estábamos ahí y caminó hacia nosotros mientras todos nos veían. Imposible no llamar la atención si Zac iba a estar con nosotros.

— ¡Eso fue genial!— le dijo Evan.
— Me gusta tu primera impresión como presidente— le dijo Jason.
— ¿No crees que fuiste muy duro?— pregunté.
— ¡Jimi, te ves increíblemente adorable hoy!— dijo Zac y puso su mano en mi cabeza para agitar mi cabello.

Entonces mis mariposas recordaron también que Zac las hacía sentir seguras y me sentí más tranquilo.

— ¿Y Laura?— dijo Jason.
— Está en la sala del consejo— dijo Zac.
— ¿Por qué? ¿Está instalando los calabozos?— preguntó Evan.
— ¿Por qué haría eso?— preguntó Zac.
— Pensé que los necesitarías para meter ahí a todos los que estén en contra de tu régimen de gobierno— dijo Evan.
— Esto es una democracia— dijo Zac—. Aunque admito que los calabozos no suenan nada mal.
— ¡Lo sabía, eres un dictador!— dijo Evan asustado—, ¡Y quita tus poderosas manos de Jimi!
— ¿Poderosas?— dije.

Laura apareció a lo lejos. Llegó corriendo, desbordando energía. Me abrazó.

— Laura está tan emocionada como yo— dijo Evan—, al fin alguien feliz.
— Yo estoy feliz— dijo Zac, con su misma cara de siempre.
— No se nota— dijo Jason.
— Soy feliz a mi manera.

Un chico rubio se acercó a Zac.

— Señor presidente— le dijo—, tengo su agenda lista para toda la semana.
— ¿Quién es él?— preguntó Evan.
— Es Emery— dijo Zac—, secretario del consejo estudiantil. Si nos disculpan, tenemos cosas de qué hablar.

Los observamos irse, con todas las miradas detrás de Zac.

— ¿Zac tiene su propio secretario?— pregunté.
— No es su secretario— dijo Laura—, es de todo el consejo. Pero por alguna razón también le organiza sus cosas. Emery debe tener mucho tiempo libre.
— ¡Emery debería ser nuestro nuevo amigo!— dijo Evan.
— ¿Nuevo amigo?— pregunté.
— Derek se fue. Y es normal que como es un nuevo año se integre un amigo nuevo a nuestro grupo. Podría ser Emery— dijo Evan.
— No conoces a Emery— dijo Laura—, es la primera vez que lo has visto y no puedes decidir por él. Además, si conocieras a Emery sabrías que él es callado, serio y le gusta estar solo.
— ¿Tú lo conoces?— preguntó Jason.
— Claro— dijo ella—. Fue secretario de la presidenta el año pasado. No puedo decir que somos amigos porque pues... él no habla mucho y no le importa otra cosa que no sea la escuela... pero no creo que sea del tipo de persona que quiera estar con nosotros.
— ¡Pero somos geniales!— dijo Evan.
— También ruidosos— agregó Jason.
— Entonces busquemos otra persona— dijo Evan—. Tal vez una chica, para que Laura no sea la única mujer del grupo.
— Creo que si alguien va a volverse nuestro amigo llegará por sí solo— dijo Jason—. Además, no lo sé, estamos atrayendo mucho la atención.

Miramos. Todos a nuestro alrededor nos estaban viendo. Me sentí nervioso.

Aparecieron los profesores. Al parecer el director de la escuela haría la ceremonia de apertura. Fuimos al auditorio. En medio de la ceremonia, Zac, como presidente del consejo estudiantil pasó a decir unas palabras de bienvenida. Tenía un discurso. Yo no sabía que él debía hacer eso pero Evan sí. Incluso dijo que había tratado de ayudar a Zac con su discurso. Recordé que se supone que Evan y Zac habían estado mucho tiempo juntos.

El discurso de Zac fue breve y un poco amenazante. La profesora desde lejos lo apoyaba.

Después de eso nos dijeron que debíamos buscar nuestros nombres en las listas de nombres que estaban pegadas afuera de los salones. Eso me asustó totalmente.

Nos separamos. Laura y yo nos pusimos a buscar. Guardaba la esperanza de que estuviéramos juntos otra vez. Evan, por otro lado, deseaba poder conocer gente nueva.

En el primer salón, Laura encontró su nombre. El mío no estaba. Revisé dos veces pero nada.

— No estaremos juntos— dije desanimado.
— Tranquilo, seguramente en el salón que te toque encontrarás alguna otra cara conocida— dijo ella.

Me despedí con cierta inquietud. Revisé en otros dos salones y nada. Entonces, en el cuarto salón, encontré mi nombre. Entré. Miré. Todos me observaron. No conocía a ni una persona. Sentí mucho miedo.

Busqué un asiento. Había uno disponible hasta el frente del grupo. Me acerqué y me senté. Me sentía miserable. Mis mariposas querían llorar. No había notado lo mucho que extrañaba las cosas como estaban antes.
Sentía que no debía ni moverme, que todos me observaban.
Miré hacia el frente y deseé desaparecer. Entonces, alguien me habló.

Observé a mi costado. Era una chica rubia. Pensé que estaba delirando. ¿Por qué ella me hablaría?

— Eres Jimi, ¿Cierto?— dijo ella. Asentí un poco confundido—. Soy Gigi. Probablemente no me conoces pero Zac habla de ti comúnmente.
— ¿Zac?— pregunté.
— Sí. Él es mi primo. Bueno, no realmente. Pero mi tía Jill va a casarse con su padre. Creo que no nos conocíamos antes, ¿Cierto? Es raro que te hable porque seguramente no quieres hablar conmigo pero... no conozco a nadie aquí y tengo la sensación de que todos me miran. ¿No te pasa lo mismo?

La observé sorprendido. Tenía ganas de llorar pero de alegría. Me ponía feliz no ser el único sintiéndose raro. Y había alguien que me conocía.

— ¿Quieres que me vaya?— preguntó.
— ¡No, para nada, quédate!— le dije.
— Entonces parece que seremos compañeros de clases— dijo ella.

Sonrió. Le devolví la sonrisa.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora