63. El extraño diario de Zac (y un castigo)

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El domingo fue una locura. Por la mañana, la grua se llevó el auto y fue inevitable que descubrieran que no teníamos licencia de conducir. Se llevaron el auto y George tuvo que aparecer a solucionar eso, sin contar con lo sucio que quedó. George quería golpearnos pero después quería vernos muertos cuando descubrió que gastamos su dinero. Le dije que le pagaría pero se enojó de todas formas. Obtuvo su venganza cuando nos llevó a mi casa.

Papá sacaba llamas ardientes por los ojos. Había estado muy preocupado aún cuando le dije por teléfono que todo estaba bien. Por otro lado, Lucille se había preocupado tanto que llamó a los padres adoptivos de Evan. Entonces ellos estaban ahí, con mis padres. Pero en comparación, ellos no sacaban llamas, se veían genuinamente preocupados. Eran una pareja de mediana edad, de aspecto elegante.

Cuando bajamos del auto de George (todo sucio), miré a Evan. Sus padres y los míos estaban afuera de mi casa, esperándonos. Evan, que había estado bastante animado, los observó consternado. Yo lo entendía, era demasiado pronto. Así que desesperado, pensé en algo para tratar de controlar la situación.
Bajamos. George parecía feliz. Jill se acercó y me abrazó para luego abrazar a Evan. George seguía burlándose de nosotros.

— Nos acusaste con nuestros padres— le dije a él—, eso es muy bajo.
— No, yo fui quien los acusó— dijo Lucille.
— ¿Por qué?— dije sorprendido.
— Porque se robaron el auto de mi esposo, viajaron a algún lugar lejano y no dieron explicaciones. ¿Les parece poco?— dijo ella.
— Ya dije que mi teléfono no tenía señal allá a donde fuimos— dije.
— ¿Entonces porqué fueron ahí?— preguntó Jill.
— Larga historia— dije.

Evan caminó hacia sus padres. Ellos no se habían acercado. Hasta ellos entendían que era muy pronto.

— Hola Evan— dijo el hombre.
— ¿Estás bien?— dijo la mujer—, porque Lucille nos dijo que desapareciste y pensamos que quizá querías huir y... nos preocupamos.
— Estoy bien— dijo Evan, parecía concentrado—. Lamento haberlos preocupado.

Ellos dos lucían sorprendidos. ¿Evan disculpándose? Debía ser raro, sobre todo si consideramos que antes de eso ni siquiera les dirigía la palabra.

Yo estaba absorto mirando esa escena, sintiéndome muy orgulloso de Evan cuando papá empezó a regañarme.

— ¡Estás en problemas jovencito!— dijo enojado—, ¡Ambos están en problemas!
— Pero ya estamos aquí— dije.
— ¡Sí pero se fueron ayer!
— Deberías estar feliz porque volvimos— dije.
— ¡Estás castigado!— dijo—, ¡Ambos están castigados!
— ¿Me vas a castigar?— dije sorprendido—, ¡Jamás me has castigado antes!
— Pues espero que disfrutes tu primera vez— dijo él.
— ¡No pueden castigarme!— dije alarmado—, ¡Soy Zac, soy incastigable!
— Claro que no— dijo papá.
— Jill— le dije a ella—, dile que no puede castigarme.
— Estoy con tu padre esta vez— dijo ella.
— ¿Me estás traicionando?— dije.
— Lo siento Zac— dijo ella.
— Como castigo, tendrás que cocinar todo el mes— dijo papá.
— Eso no es un castigo— dije—, sólo quieres que haga algo que tu no quieres hacer.
— Evan te ayudará— me dijo Lucille.
— ¡No es justo!— dije—, ¡Exijo una reevaluación de la situación!
— No porque creo que hasta me saldrías debiendo— dijo papá.

Entró a la casa. Lo seguí. Evan se quedó afuera con sus padres, hablando.

— No puedes hacerme esto— le dije a papá.
— Sigue hablando y aumentaré el castigo— dijo él—. Además, le devolverás su dinero a George.
— Planeaba hacer eso— dije.
— Pues espero que sí— dijo George.
— Lo haré— dije—. Te haré un cheque.
— ¿Un cheque?— dijo él asombrado—, ¿Tienes una cuenta en el banco?
— Me gusta tener mi dinero en una zona segura— dije—. Además así puedo ahorrar.
— Qué bien— dijo él un poco decepcionado, seguramente quería molestarme—. Pero también quiero que laves mi auto.
— Lo llevaré al auto lavado— dije.
— No, lo lavarás tú— dijo él.
— ¿Por qué? Puedo pagar para que alguien lo haga— dije.
— Quiero que sufras— dijo—. Lavarás mi auto y Evan te ayudará.
— Y no dirás más al respecto o aumentaré tu castigo— dijo papá.

Lo observé irse. George me sonrió con superioridad y luego salió para reunirse con Lucille, que estaba con los padres de Evan.
Al menos eso estaba saliendo bien.

Después de un rato, Evan se despidió de sus padres y ellos se fueron. Lucille y George entraron a mi casa para hablar con mis padres. Evan y yo fuimos a mi habitación.

— Me sorprendió que no entraras en pánico cuando viste a tus padres— le dije.
— Pero sí estaba aterrado— dijo—. No quería que lo que pasó ayer fuera en vano. Quería que marcara una diferencia. Quiero cambiar. Solucionar todo. Así que aunque sea difícil, haré todo lo posible.
— Me enorgulleces— dije—. En otras noticias, estamos castigados.
— ¿Tu padre me castigó?
— Eso parece— dije—, no sé si es legal castigar a los hijos de otras personas.
— Los profesores castigan a hijos de otras personas— dijo Evan—, lo que me recuerda que Luz dijo que nos dejará doble tarea en la escuela como forma de castigo personal.
— Eso no es justo— dije—, desparecemos un día y todos pierden la cabeza. Sólo robamos un auto, gastamos dinero y tuvimos problemas con la policía, pero nada más. No es como si hubiéramos matado a alguien.
— Zac, no digas eso o nos van a dar más castigos.
— ¿Tan culpables nos vemos?
— Mucho. Suena mal. Pero fue divertido.
— Tan divertido como seguramente será cocinar por todo un mes— dije—. Pero tú estarás aquí, ¿No?
— ¿Está bien que siga viviendo contigo?
— Más te vale, mi padre no va a dejarte ir sobre todo ahora que estás castigado— dije.
— Me gusta vivir aquí— dijo—. Además, no planeaba irme sin cumplir mi castigo.
— ¿De verdad?
— Sí, tu padre me da miedo— dijo—. Va a ser mi alcalde en unos meses, no quiero que sea mi enemigo.
— No recordaba eso— dije—, hay que tratar de no hacerlo enfadar cuando sea alcalde o nos enviará a prisión.
— Tu padre no podría enviarte a prisión, te quiere mucho.
— No lo conoces como yo— dije—, si me lo merezco creo que podría hacerlo.
— Como que ya tengo ganas de ir a casa— dijo él.
— No te dejaré— dije—. Si yo sufro, sufre tú también.

Miré mi habitación. Evan se había estado quedando en la habitación de huéspedes. Así que tuve una idea.

— Creo que aquí hay espacio para otra cama— dije—, acomodando los muebles quizá...
— ¿Otra cama?— dijo él—, ¿Significa que voy a vivir contigo?
— Creo que podría ser más fácil— dije—. Para todo básicamente.
— ¡Me encanta!— dijo feliz—, ¡Seremos como hermanos!
— Eso suena raro— dije, recordé al policía—, ¿Sabes una cosa que no va a gustarte?
— ¿Qué?— dijo feliz.
— También tenemos que lavar el auto de George.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora