98. El diario de Laura (en modo resignación)

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No dejé de ver la cara de Derek mientras caminaba hacia él. Parecía en verdad sorprendido porque yo estuviera ahí. Alrededor de nosotros aún existía un caos de personas corriendo por todas partes. Se escuchaba el sonido de las sirenas de algún auto. Pero no me importaba. Sólo lo veía a él, mirarme como si fuera un fantasma. Me detuve.

Nos miramos. No sentía temor. Ni furia como hacía poco. Estaba bastante tranquila.

— Yo— dije, realmente no sabía cómo empezar—, no puedo creer que estoy aquí. Es decir, debería estar con Jimi...

Él reaccionó cuando dije el nombre de Jimi. Eso me hizo darme cuenta de muchas cosas. Ya sabía qué decir.

— ... honestamente vine aquí por ti, para buscar una forma de destruirte— continué—, para hacer hasta lo imposible por herirte. Quería verte sufrir. Aún quiero. No hay cosa que desearía más que ver en ti el mismo miedo que vi ayer en los ojos de Jimi. Pero es un poco tonto eso ahora porque si trato de herirte, sería como tú. Preferiría morir antes que ser tú. Así de equivocado estás. Hace poco sentía una furia terrible invadiéndome por completo pero ahora ya no siento nada. No dejaré que tengas algún impacto en mi vida ni en la de alguno de nosotros. No eres tan importante, no vales la pena. Sabes, creo que sí siento algo ahora que te veo. Siento lástima por ti. Porque tuviste la oportunidad de conocer a alguien como Jimi, incluso pudiste enamorarte de él. Y cuando conoces a una buena persona que te hace sentir cosas increíbles, es todo un honor que te rompa el corazón si es que no puede corresponderte.

Él parecía serio. Su expresión en general era indescriptible.

— No debías hacer nada más que amar a Jimi— dije—. Él jamás iba a amarte pero... ¿No disfrutabas verlo reír, aún cuando su risa jamás iba a ser tuya? ¿No te hacía feliz? ¿No te gustaba estar a su lado?

Parecía afligido y no decía nada. Ni siquiera me estaba mirando, sólo veía el suelo.

— Ahora lo perdiste para siempre— dije—. Ya es suficiente castigo, lo descubrí hace poco. Lo heriste y no volverá jamás. Vive con eso. Si es que puede llamarse vida.

Sonreí.

Me giré. Madie, Ben y el profesor estaban detrás de mí. El profesor caminó hasta nosotros.

— Quiero ir a casa— le dije.
— Claro que sí— dijo.

Luego observó a Derek.

— Eres un buen estudiante— le dijo—, pero no una buena persona. Quizá eso no te parece tan importante ahora pero en unos años verás que debiste hacer las cosas de otro modo. Solo espero que no sea demasiado tarde.

Dicho esto, me miró. Entendí que las apariencias eran más engañosas de lo que pensaba. Derek parecía una buena persona pero no lo era. El profesor parecía alguien muy duro pero no lo era.
Al final, éramos más que una primera impresión.

— Ahora que lo pienso— dijo Madie—, yo ya de por sí soy una mala persona. Así que no importa si hago esto...

Derek estaba sosteniendo un vaso de café. Madie se lo arrebató de las manos, le quitó la tapa y se lo arrojó encima.

— Disfruta tu café— le dijo ella con una falsa sonrisa.

Entonces se giró y empezó a caminar a la salida. Yo la seguí. Eso había sido genial. Simplemente genial.

Ben y el profesor fueron con nosotros al estacionamiento especial de profesores, que es en donde Madie había dejado su auto. Subí al asiento trasero del auto de ella.

— Yo debería llevarlas— dijo el profesor.
— Puedo conducir— dijo Madie.
— Te ves muy cansada— le dijo Ben.
— Siempre estoy cansada y eso nunca ha logrado detenerme— dijo ella orgullosa.
— Entonces conduce con cuidado— le dijo el profesor.

Nos despedimos. Miré por la ventanilla todo ese caos que dejamos atrás.

— Se preocupa demasiado— dijo Madie—. Es un hombre muy preocupado.
— ¿Quién?
— Lou.
— Ah, el profesor— dije—. Es grandioso.
— Se preocupa mucho.
— Yo creo que no es algo que le moleste— dije—. Hay personas a las que les gusta preocuparse por otros. Jason es así.
— ¿Cómo sabes que le gusta estar preocupado?
— Una vez le pregunté— dije—. Dijo que preocuparse por alguien significa que esa persona te importa lo suficiente como para estar dispuesto a velar por su seguridad... lo que me hace pensar que probablemente debe estar muy preocupado por mí si ya descubrió que no estoy. Lo que seguramente ya pasó.
— Seguramente aún no se da cuenta, es bastante temprano— dijo ella.
— Debía ir a la escuela con él— dije—. Vamos juntos todos los días. Seguramente le pareció raro no encontrarse conmigo. Entonces debió deducir que hice algo estúpido. Él siempre sabe este tipo de cosas. No sé cómo le hace.
— Lou es igual, es como si tuviera alguna clase de poder mágico que le avisa cuando voy a hacer tonterías— dijo ella.
— Como si fueran perfectos— dije.
— En eso sí que no estoy de acuerdo— dijo ella—. No existe nadie perfecto. Todos necesitamos ayuda de vez en cuando. Es decir, hace poco Lou en verdad me necesitó. Estoy segura de que Jason también te ha necesitado alguna vez y si no es así, entonces lo hará. Trata de estar ahí.
— Lo haré— dije.

Después de un tiempo, el teléfono de Madie sonó. Ella estacionó el auto en la orilla del camino para contestar. Escuché lo que dijo. Al parecer había sido Will. Ella le dijo que yo estaba ahí. Así que quedamos en ir a su casa.

Madie condujo nuevamente. Me preocupaba ver a Will angustiado por mí. Imaginé que ya me disculparía cuando lo viera. Llegamos. Entonces me sorprendió que no sólo Will estaba ahí. Todos lo estaban acompañando.

— Definitivamente le importas a muchas personas— me dijo Madie cuando los vio a todos ahí.
— A mí también me importan— dije.
— Entonces deberías tratar de mantenerlos unidos— dijo ella.
— Definitivamente lo lograré— dije—. Creo que ya es tiempo de que las cosas encuentren una solución.

Salimos del auto. Will se acercó rápidamente.

— ¿En qué estaban pensando, par de tontas?— dijo enojado—, ¿Saben lo preocupado que estaba?
— Lo sabemos— dije y lo abracé—. En verdad lo sentimos.
— Yo no— dijo Madie—. Pude vengarme y no me arrepiento.
— ¿Qué hicieron?— preguntó Will.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora