164. El extraño diario de Zac (y Jason)

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Decidí seguir mi propio consejo: iría a hablar con Jason. Le había recomendado a Jimi hablar con él porque me dijo que tenía problemas, y viéndolo de ese modo estaba seguro de que yo tenía más problemas que Jimi.
Generalmente trataría de no pensar en eso y me escondería en mi habitación para alimentar a Doradito aún cuando el veterinario me había dicho que dejara de hacerlo porque le estaba causando obesidad... sin embargo ese era un nuevo año. En verdad deseaba hacer algo para cambiar mi situación.

Deseaba poder ser otra persona. Quizá ser más como Jimi, que no evitaba hablar de sus problemas. O como Laura que era muy expresiva.

Pero no, yo era Zac. Nunca podría ser alguien más. Darme cuenta de eso me entristeció un poco.

Pero no era tiempo para deprimirse. Bajé a la cocina. Jill estaba ahí.

— Hola— dijo ella.
— ¿Tenemos algún postre?— dije.
— Hay yogurt y un poco de helado en el congelador— dijo ella—. Mejor revisa porque hay muchas posibilidades de que Evan ya se lo haya comido.
— O Madie— dije—. Vino el otro día y se la pasó comiendo.

Revisé. El helado había desaparecido, en su lugar había nota de disculpa. Me sorprendía la capacidad de Evan para comer mucho y seguir como si nada. Por suerte el yogurt seguía ahí. Lo tomé.

— Voy a salir— dije.
— ¿Irás con Jimi?— dijo ella—. Evan también está con él.

El padre de Jimi había ido por él y por Evan. Posiblemente Jimi estaba castigado en esos momentos.

— Iré con Jason— dije.

A Jill le agradó la idea de que me fuera. “Es bueno que visites a tus amigos” dijo. Ella era una buena madre.

Salí. Caminé por las calles. Me llevaría un tiempo llegar pero el ambiente estaba muy tranquilo. En el camino llamé a Jason.

— ¿Estás en tu casa?— le pregunté.
— Sí pero...
— Nos vemos en un rato— dije.

Terminé la llamada.
Seguí caminando. Pensé en varias cosas. Pero siempre la imagen de la cara de Will interrumpía mis pensamientos.
Odiaba esa cara triste. Porque Will era alguien muy feliz.

Antes de mí lo era.

Llegué y me sentía hasta aliviado. Al menos ya no tenía que enfocarme en mis pensamientos. La mamá de Jason me abrió la puerta. Me agradaba su mamá, era una señora robusta muy simpática que siempre estaba ocupada haciendo algo. Así que nunca había conversado con ella. Me dejó pasar a la habitación de Jason. Toqué tres veces. Él me dijo que podía pasar desde adentro. Abrí la puerta.
Casi me voy de espaldas.

— Hola— dijo Laura mientras me saludaba con la mano.
— Entra y cierra la puerta— dijo Jason.

Eso hice. Me acerqué. Laura estaba sentada en su cama. ¿Qué hacía ahí?

— Creo que mi tiempo ya terminó— dijo ella—. Tengo que irme.
— Lamento eso— dije.
— Está bien, pero aprovecha tu turno— me dijo ella.
— Podrías volver luego— le dijo Jason—. Pero no de 6:00 pm a 8:00 pm porque en ese horario estaré con Evan y Jimi.
— Yo quiero ese horario mañana— dijo ella.
— Lo anotaré en mi agenda— dijo él.

No me había dado cuenta en qué momento Jason se volvió nuestro terapeuta pero sin duda lo hacía muy bien.

Laura se acercó a la ventana. La abrió. Empezó a salir por ahí.

— ¿Qué estás haciendo?— le pregunté.
— Me voy para que tú puedas hablar de tus problemas— dijo ella.
— Podrías ir por la puerta— dije.
— No, nadie sabe que estoy aquí— dijo ella—. Es un secreto. Así que no lo digas .
— ¿Subiste aquí por la ventana?— pregunté.
— ¿Traes yogurt?— me preguntó ella.
— Es para Jason... ¡No me cambies el tema!
— ¿Esperabas que me comiera un litro de yogurt?— dijo Jason.
— Yo puedo ayudarte con eso— dijo Laura—. Amo el yogurt.
— Es de fresa con trocitos de fruta— dije.
— Qué bien— dijo ella mientras se asomaba su cabeza por la ventana—. Me guardan un poco.

Luego desapareció. Me acerqué a la ventana. Ella ya estaba cruzando la calle.

— ¿Bajó por el árbol?— dije sorprendido.
— Sí, como un mono— dijo Jason.
— ¿Porqué no usa la puerta?
— No lo sé— dijo él.
— Laura es más rara de lo que pensaba— dije—. Rara y fascinante.
— Y compleja— dijo él—. Pero ustedes no hablan mucho. De otra forma lo entenderías.

Lo pensé. Laura y yo habíamos solucionado las cosas pero aún así se sentía un poco de incomodidad cuando estábamos solos. Ella era amiga de Will, muy amiga de él así que estaba seguro de que en el fondo no me había perdonado.
No la culpaba, yo tampoco lograba perdonarme por eso.

— ¿Y?— preguntó Jason—, ¿Qué pasó?

Lo observé. Realmente no quería hablar de eso. Me apenaba hacerlo. Pero me senté en su cama y lo observé.

— Lucille está enojada conmigo— dije al fin—. Se supone que debíamos hablar pero sólo arruiné las cosas.
— ¿Y?— dijo—, ¿Algo ha pasado desde entonces? No, todo sigue igual.
— Ella me odia.
— No, sólo debes volver a hablar con ella— dijo.
— Sé que voy a volver a arruinarlo.
— Entonces puedes volver a intentarlo— dijo—. Zac, sé que no estás acostumbrado a eso pero equivocarse no tiene nada de malo. Siempre puedes volver a empezar.

Recordé cuando Will salió corriendo.

— ¿Y si ya no se puede?— dije—, ¿Y si todo terminó?
— Zac, es sólo una discusión, no el fin del mundo— dijo.

Lo observé.

— No me refería a eso— dije—. Hablaba de Will.
— ¿Will es el fin del mundo?— preguntó.

Lo pensé un poco. Era confuso.

— Will se fue cuando me vio— dije—. Entonces se sintió como el fin del mundo. Porque antes creía que a él siempre le gustaría encontrarme e incluso una vez pensé que el día en el que él me odiara sería el fin del mundo porque parecía imposible... pero ahora me odia. Will me odia y lo peor es que entiendo por qué lo hace porque hasta yo me odiaría y no entiendo la razón por la que no lo hago.

Regresé mi mirada a Jason. Él parecía tan sereno como siempre.

— ¿Por qué te odiarías a ti mismo?— preguntó.
— Porque arruino todo lo que toco. Pero eso ya lo sabes.
— A Will nunca lo tocaste— dijo él.
— Claro que sí, muchas veces— dije—. Cuando me abrazaba, cuando tomaba mis manos porque quería decirme algo alentador, aquella vez cuando dormí en su cama, esa otra vez en el campamento cuando tomó mi mano para evitar que me cayera...
— ¿Te das cuenta de lo que me estás diciendo?— dijo.

Lo pensé.

— ¡Oh por dios, en verdad arruino todo lo que toco y a Will lo toqué muchas veces, más que a nadie!— dije asustado.
— ¡No, no me refería a eso!— dijo.
— ¿Entonces?— pregunté.
— A que en verdad eras muy cercano a Will. Más que a nadie. Con ninguno de nosotros hiciste cosas así. Sólo con él.

Lo miré. Ya me había dado cuenta de eso.

— Lo sé— dije apenado.
— ¿Sabes porqué?
— Porque Will me aceptaba— dije—. Porque yo le gustaba.
— Eso ya lo sé— dijo él—. Tú le gustabas a Will y por eso él era atento contigo, a lo que me refiero es a porqué tú lo dejabas acercarse mucho.
— Porque era mi amigo— dije.
— Yo también soy tu amigo— dijo—. Si trato de tomar tu mano, ¿Me dejarías hacerlo?
— Claro— dije.

Estiró su brazo. Sujetó mi mano.
Me quedé observándolo.

— Ojalá nadie entre por la puerta porque esto va a ser difícil de explicar— dije.
— Por supuesto, no es algo normal— dijo él—. Se siente mal, ¿No?
— No, sólo se siente incómodo— dije.
— Pero con Will no se sentía así, ¿Cierto?— dijo.
— Nunca pensé en cómo se sentía— dije—. De hecho ni siquiera lo había notado hasta cuando empecé a meditar en los momentos que pasábamos juntos.
— Era como algo muy natural entre ustedes, ¿No?
— Eso creo— dije.

Él me observó atentamente.

— ¿Por qué?— preguntó—, ¿Por qué con Will se sentía natural y conmigo es raro?

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora