Miré mi reloj, ya casi eran las 4:00 pm, hora en que se verían en casa de Jimi para visitar a Will. Evan estaba hablando con Jill en el sofá. Ya habíamos llegado del centro comercial. Debía darle el mensaje de Laura así que me acerqué a él.
— Evan, debo decirte algo— le dije.
— Zac, mira lo que le puse a mi teléfono nuevo— dijo mientras me lo mostraba.
— ¿Un sticker de papas fritas? Sí que amas las papas— dije.
— Ya veo las ventajas de tener un teléfono— dijo—. Ver papas me hace feliz.
— No creo que esa sea una buena ventaja— dije.Jill parecía feliz. Sabía que le gustaba ver a Evan así.
— Hay que comer— dijo Jill.
— ¿Qué cocinaremos hoy?— preguntó Evan.
— Hay brócoli— dijo ella.
— ¡Mi antiguo enemigo!Jill se fue a la cocina. Evan la siguió. Yo tenía que decirle lo que dijo Laura pero me pareció que quizá Evan estaba demasiado cansado como para querer ir. Además íbamos a cocinar.
Decidí no decirle, de por sí probablemente no iba a querer ir.Después de comer y de que Evan expusiera la teoría de que el brócoli era venenoso, subí a limpiar mi habitación. Evan me ayudó (puesto que era su habitación también). Terminamos rápidamente.
— ¡Qué limpio está todo!— dijo él feliz.
— Sí, hasta tengo tiempo de sobra— dije.
— ¿Tiempo?
— Programo todo lo que hago— dije—. Me sobró tiempo. Gracias a ti.
— Programar suena aburrido— dijo—, mejor deja que las cosas pasen. Que venga lo inesperado.
— Me gusta planear todo— dije—, tengo mi agenda en mi teléfono repleta de planes a futuro.
— Parece que tu teléfono controla tu vida— dijo—, eso está mal. Debes ser más impredecible.
— ¿Por ejemplo?— dije.
— ¡Ya sé!— dijo mientras tomaba mi balón de basquetbol—, ¡Juguemos un poco!No me parecía una buena idea. Pero yo había instalado hacía mucho una canasta de básquetbol arriba de la puerta de la cochera de papá. También tenía una cuando vivía solo. Jugaba de vez en cuando. Después de conocer a Jimi había dejado de hacerlo porque no tenía tiempo. Cuando quería jugar lo hacía con Jason en la escuela. No podía después de clases porque si encontraba un espacio lo usaba para visitar a Will.
Miré mi balón. Ya nada de eso que ocupaba mi tiempo estaba ahí.
— No me sé las reglas— dijo Evan.
— Juguemos sin reglas— dije—. Si quieres sólo podemos practicar nuestros tiros.
— ¡Me encanta!— dijo contento.Evan tenía buena puntería curiosamente. De hecho se le daban bien los deportes. Me sorprendió, es como si el mundo quisiera que le fuera bien en todo.
— Zac, creo que ya es tiempo— dijo.
— ¿De entrar a la casa?— dije.
— No, si no de... hablar.Lo observé. El tomó el balón y lo miró.
— Lo he pensado mucho— dijo—. Creo que puedo hacerlo. Puedo hablar con ellos.
— ¿De verdad?— dije sorprendido.
— Creo que puedo— dijo muy seguro—. Siento que puedo hacerlo. Necesito avanzar. De otra forma me quedaré estancado y no quiero estar así. El tiempo no se detiene. Jimi tampoco. No puede esperarme toda la vida y no es tanto por él, si no por mí. Quiero hacerlo. Pero necesito tu ayuda.
— Claro, estoy muy orgulloso de ti, ese debe ser uno de los últimos pasos del manual para ser un buen hijo adoptivo. ¿Cuándo quieres hacerlo?
— No lo sé— dijo—, pero creo que estoy listo. Sólo si vienes conmigo, de otra forma creo que podría salir corriendo.
— No te preocupes, estaré ahí— dije—, recuerda que si está lloviendo siempre puedes refugiarte debajo de mi paraguas.
— Entonces... ¿Puede ser hoy?Lo observé sorprendido. Evan era asombroso.
— Claro que sí— dije.
— Sí pero hay que hacer todo legalmente— dijo—, o volverán a castigarnos.
— Hay que decirle a Jill.Ella se emocionó mucho por Evan. Se ofreció a llevarnos. Evan estuvo nervioso en todo el camino. Jill sabía en dónde vivían y el trayecto fue largo. Traté de tranquilizar a Evan mediante una conversación pero seguía ansioso. Pensé que debía ser difícil. No me gustaba verlo así. Estaba en el asiento trasero junto a mí, posiblemente repasando en su mente lo que debía decir. Yo sabía lo difícil que era hablar de cosas complicadas. Comprendía cómo se sentía y sabía bien qué necesitaba.
Así que tomé su mano. Me observó confundido. Le dije que todo estaría bien y que si no, no importaba porque yo estaría ahí. Lo resolveríamos juntos.
Llegamos. La casa de los padres adoptivos era enorme. Virginia pareció muy sorprendida por ver a Evan ahí.
Entramos. Imaginé que Evan hablaría con ella enfrente de Jill y yo, pero pidió privacidad. Así que estuve muriendo de nervios mientras estaba sentado en un enorme sofá en una estancia elegante. Jill trató de tranquilizarme pero no lo logró.
— Con que así debe sentirse— dije.
— ¿Qué cosa?— preguntó ella.
— Llevar a tu hijo a su primer día de escuela.
— No lo sé, no tengo hijos— dijo.
— Pero así debe sentirse. Los abandonas con desconocidos en un lugar misterioso. Debe ser horrible.
— ¿Fue horrible para ti?— me preguntó—, cuando te llevaron a tu primer día de clases.
— Se suponía que debía entrar a los tres años pero mamá era torpe y se le pasaron las fechas de inscripción. Así que papá decidió educarme en casa hasta que cumplí cinco— dije—. Recuerdo mi primer día, papá estaba más emocionado que yo y mamá tenía una resaca por haber bebido el día anterior que trataba de curarse bebiendo más. Se despidieron de mí no sin que antes mamá me recordara que si un niño me golpeaba, yo debía golpearlo primero. Entonces papá se enojó con ella por decirme eso y empezaron a discutir. Me alegró no tener que estar en casa para escuchar esa discusión.
— Eso no parece bonito— dijo ella.
— Fue un buen día para mí— dije—. Descubrí que odiaba a todos mi compañeros y que mi maestra era una completa incompetente.
— ¿Por qué fue un buen día? Todo parece muy malo.
— También descubrí que era el único niño de mi grupo que sabía leer con fluidez— dije—, así que me sentí superior y eso es bueno.Miré hacia la habitación en donde estaba Evan. Pensé que posiblemente así se sentía papá cuando me vio entrar a la escuela: nervioso, con ganas de entrar y salvarme, como si quisiera ayudarme pero al mismo tiempo supiera que debía afrontar eso yo solo porque únicamente así crecería.
Yo lo sabía perfectamente. Evan debía enfrentar todo. Yo debía enfrentar todo. No me sentía dispuesto a hablar aún pero tenía que hacerlo. No sabía en dónde comenzar pero sentía que el tiempo ya estaba cerca.
Así que sólo pude mirar a Evan hacer lo que pensaba que yo jamás podría.
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Problemas de Pasillo
RomanceZac se siente traicionado. Jimi descubre que en realidad no sabe nada sobre Evan. Evan intenta impedir que su pasado no afecte su relación con Jimi. Laura se da cuenta de que no puede ignorar esos nuevos sentimientos. Will decide seguir adelante...