18. El diario de Laura

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Sin saber cómo lo hizo, la profesora repentinamente tuvo la idea de ir a la playa. Yo salté de alegría. Había una playa a no muchas horas de distancia de mi ciudad. Sería un viaje largo pero seguramente a Zac le haría bien. Él no quería ir. Dijo que su cumpleaños no le entusiasmaba y que prefería pasar sus últimos días de vacaciones en su casa. Entonces Jason fue iluminado por los dioses y se le ocurrió una idea genial: le dijo que en realidad quienes querían ir a la playa éramos Jimi y yo. Parecía malo que lo manipuláramos así pero creíamos que el aire fresco de la playa podría hacerle bien. Él terminó aceptando porque ante todo es un buen amigo.

Sabía perfectamente que no le negaría la felicidad a Jimi. Eso también me hacía sentir mal. Zac era del tipo de persona que sacrificaría su felicidad por la de los demás.
Igual que Will.

Dolía ver a dos personas que merecían la felicidad sufrir de esa manera.

Jimi no tenía ni idea de que lo usábamos para atraer a Zac a la playa. Además, no era una fiesta de cumpleaños en concreto, era más un picnic playero. Curiosamente, la persona más feliz por eso era George, aún cuando él acababa de regresar de su luna de miel en la playa.

Quedamos de vernos en casa de Zac. George nos llevaría a algunos en su auto y otros iríamos en el auto de Jill. Yo me emocioné y llevé muchas cosas. Me hacía mucha ilusión usar traje de baño.

Muy temprano, llegamos al punto de encuentro. Para mi sorpresa, el primero en llegar muy temprano fue Evan, que llegó corriendo muy contento.

— ¡Hoooolaaaa Laurita!— dijo cuando me vio mientras agitaba su mano.
— Hola Evan— dije—. Llegas temprano. ¿Y Jimi?
— Sus padres lo traeran.
— Qué bien— dije—, ¿No es genial ir a la playa?
— ¡Es estupendo!— dijo él—, creo que después de tantas cosas nos merecemos esto todos.
— Yo también lo creo— dije, luego dudé un poco en preguntar lo siguiente pero lo hice—, por cierto... ¿Todo está bien entre Jimi y tú?
— Hablamos— dijo—. Hay cosas que debemos arreglar pero lo haremos con calma.
— Me alegra que hayan solucionado eso— dije.
— Sí, me tenía muy preocupado.

Entonces, apareció George. Evan fue con él. George sí que iba muy playero, con una camisa hawaiana y sandalias. Se puso a hablar muy animadamente con Evan.
Yo miré por la ventana que correspondía a la habitación de Zac. Sabía que existía una posibilidad de que Zac no quisiera ir. Tenía que aceptarlo. Esperaba lo mejor, obviamente.

Jason llegó después de un rato, lentamente. Parecía tranquilo.

— Hola— dije.
— Hola— dijo—, lamento llegar tarde.
— No es tan tarde— dije—. Jimi aún no llega.
— Sus padres lo traerán.

Jill se acercó a nosotros. Traía un montón de cosas. Nos acercamos a ayudarla.

— ¿Qué hay ahí?— pregunté.
— Comida— dijo ella—. Me emocioné con eso. Hay que subirla al auto.

Eso hicimos. Después de un rato, el auto del padre de Jimi llegó. Él se despidió de sus padres y se acercó a nosotros. Evan corrió para abrazarlo. Jimi, un poco sonrojado, nos saludó tímidamente.

Nos acercamos a él. Entonces, cuando todos teníamos la vista en Jimi, él observaba consternado detrás de nosotros. Nos giramos. Era Zac, que acababa de salir. Lo observamos. Parecía el Zac de siempre. Evan y Jimi lo observaron sorprendidos.

— Hola— dijo él.

Entonces Evan y Jimi se acercaron a él rápidamente y lo abrazaron. Zac pareció aturdido un poco pero luego sonrió. Me alegró mucho ver eso.

— Parece que me extrañaron— dijo él, de repente parecía el Zac de antes.
— ¡Mucho!— dijo Jimi, sin dejar de abrazarlo.
— Sí, mi autoestima ha estado muy alta últimamente porque no estabas para molestarme— le dijo Evan.
— No te preocupes, me encargaré de hacerte sentir miserable como siempre otra vez— dijo él.

Sí, las cosas parecían estar por solucionarse.

Aunque claro, no podía evitar pensar que si todo hubiera ido bien, Will estaría ahí también.
Eso me desanimó un poco. Pero estaba segura de que él entendía lo que pasaba. Además, ya había planeado su fiesta de cumpleaños sorpresa para la noche.

— Bien— dije—, hay que organizarnos para ver quién va en qué auto.
— ¡Yo voy con Zac!— dijo Evan—, ¡Y Jimi también!
— Ya sé que me aman pero eso no es necesario— dijo Zac.
— No nos alejaremos de ti— dijo Jimi.
— Sí— dijo Evan—, debes compensar varias semanas de abandono.
— Me siento como un padre que abandonó a sus hijos— dijo Zac.
— Zac, Evan y Jimi podrían ir en mi auto— dijo Jill.
— Entonces Jason y yo iremos con George y con la profesora— dije.
— ¡Entonces hay que irnos!— dijo Evan feliz.

Eso hicimos. El trayecto fue cómodo. George parecía feliz. Jason tenía una aura de tranquilidad que expulsaba a su alrededor. No me había dado cuenta de eso hasta ese momento.

Había estado muy enfocada en todos los demás que no me sorprendía no ver ciertas cosas. Jason tenía una perforación nueva en la oreja izquierda. Era pequeña, imperceptible casi y su cabello la cubría un poco. Me quedé observándolo mientras él miraba por la ventanilla.

Por más que lo pensara, no podía terminar de descifrar a Jason. Era tan misterioso y maduro. Nunca podía saber qué estaba pensando pero siempre estaba segura de que él estaba un paso adelante de todos nosotros. Como si entendiera todo a su alrededor. Como si hubiera una fórmula para hacerlo. Quería preguntarle cómo era posible hacer eso. El porqué él parecía entender el universo, uno que yo ignoraba completamente. Uno que yo quería descifrar.

Entendí entonces que mi comportamiento de las últimas semanas no era más que un intento de ser más como él. Había estado apoyando a Will y a Zac siempre pensando en qué haría él.
No me sorprendía querer ser más como él, que parecía siempre saber qué hacer. Me molestaba no poder lograrlo. Después de todo yo no era él. Nunca lo sería. Pero fue hasta ese momento, en ese auto, mientras el viento fresco se filtraba por las ventanas y despeinaba nuestros cabellos, que yo pude estar consciente de que en efecto, Jason era maravilloso.

Sonreí. Me sentía feliz y aliviada de haberlo conocido. De otra forma sería un desastre todo. Hasta sentí lástima por el resto de la humanidad, que no tenía un Jason a su lado.

Entonces él se giró y me observó. Nuestros ojos se encontraron.

— Eh...— dije, me había quedado sin pretextos, sabía que era extraño verlo de esa forma—... hola.
— Hola— dijo, parecía extrañado por eso.
— Eh... yo sólo estaba eh... ya sabes... viendo...
— ¿Viendo?— preguntó dudoso.
— Sí— dije, traté de parecer menos tensa—, no me había dado cuenta de que tienes una perforación nueva.
— Ah... eso— dijo.
— Es nueva, ¿No?— me sentí aliviada por encontrar un tema que hiciera menos incómodo el momento.
— Sí, lleva conmigo un par de semanas— dijo.
— Ah, qué bien— dije.

¿Qué había sido eso? ¿Porque de repente tenía muchos nervios?
Miré al frente. George y la profesora estaban hablando sobre la playa, metidos en su conversación. Internamente, yo gritaba pidiendo que se metieran en mi conversación y me salvaran.

— ¿Todo está bien?— me preguntó Jason.

Lo observé. No sabía cómo contestar eso.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora