179. El diario de Laura

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Me encontraba diciéndole a los jardineros cómo debían quedar los arbustos cuando vi que todos miraban para adentro de la casa de Jill. Entré. Todos estaban en la sala mirando a las escaleras.

— ¿Qué pasa?— pregunté.
— Creo que algo está ocurriendo en la habitación de Zac— dijo Madie—. Escuchamos gritos. Pero Jill ya fue a ver.
— ¿Gritos?— dije.

Al poco rato los escuchamos.

— Debemos ir— dije.
— Evan también fue a revisar— dijo Madie.
— Espera un momento— dije—, si no es con Evan, ¿Con quién pelea Zac?

Volví a escuchar los gritos. Pero no sabía qué pasaba. Me quedé ahí junto a la tía y primos de Zac, que ahí estaban también. Todos menos Gigi. Lucille y George aparecieron. Nos encontraron ahí.

— ¿Qué tanto ven?— preguntó George.

Jill y Evan aparecieron. Bajaron por las escaleras.

— ¿Qué pasa?— dije.
— No lo sé pero creo que Jimi tiene todo bajo control— dijo Evan.
— ¿Zac estaba peleando con Jimi?— preguntó Madie—, ¿Con ese niñito?
— En realidad no creo que estuvieran peleando— dijo Jill.
— Iré a verlos ahora— dijo Lucille.
— No, creo que necesitan su espacio— dijo Evan—. Créanme, Jimi sabe lo que hace.
— Entonces hay que volver a lo nuestro— dije.

Obviamente era lo que menos deseaba. Quería salir corriendo para ver que había pasado. Sin embargo Jason tenía un plan y no quería arruinarlo. Él era un genio y seguramente sabía algo que yo no que solucionaría todos los problemas. Así que con el dolor de mi corazón, me retiré de vuelta al jardín.

Jill apareció. Se veía preocupada.

— Todo saldrá bien— le dije.
— Eso espero— dijo ella—. Porque le dije al fotógrafo que capturara cada momento.
— No sólo en la boda— le dije—. Me refería a todo.

Ella me observó. Sonrió.

— No sé cómo agradecerte por todo lo que has hecho— dijo ella.
— Está bien, me gusta ayudar. Además, no soy nada de ti y aún así me invitaste a tu boda— dije.
— Eres amiga de Zac— dijo ella—. De alguna manera siento que sus amigos son más que eso. Así que te siento parte de la familia.
— A decir verdad ahora que lo pienso— dije—, Zac formó una familia sin querer.

Miré a mi alrededor. Realmente nadie era familiar directo de Zac, pero lo queríamos como uno. Estaba segura de que él también nos quería.

— Es un buen chico— dijo ella—. Ojalá pudiera ser más feliz.
— No te preocupes— le dije—. Cuidaré de él y me encargaré de que no le pase nada.
— Entonces cuento contigo— dijo ella—. Nuevamente.

Nos miramos. Jill me agradaba mucho en verdad.
Mi teléfono empezó a sonar. Lo tomé. Era Will.

— Perdón, debo contestar— dije.

Me alejé. Salí a la calle. Ya era tarde y no había nadie.

— ¿Will?— dije—, ¿Por qué no contestabas? He tratado de hablar contigo todo este tiempo y...

Él y yo no habíamos hablado desde aquella vez cuando le dije que Zac lo quería. Sobre todo porque me sentí muy decepcionada cuando él no me creyó y siguió con su plan inicial.

— Lo siento— dijo, sonaba extraño—. La verdad es que te llamé porque quería decirte que... no iré.

Me quedé en silencio unos segundos mientras procesaba la información.

— ¿Qué?— dije.
— No puedo hacerlo— dijo.
— ¿Qué cosa no puedes hacer?
— Yo no... puedo ir y pretender que él es un desconocido. Todavía no. Es demasiado pronto. Simplemente... es demasiado.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora