134. El diario de Jimi

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Me preocupaba Zac. Al parecer se había peleado con alguien en la escuela. No quería creerlo pero tratándose de Zac era posible. Hasta que Jason nos confirmó que la persona en cuestión era Alex.

— ¿Por qué?— pregunté.
— Alex se enteró de que Will y Zac tienen problemas— dijo Jason—. No sé exactamente qué le contaron pero al parecer él culpa a Zac por todo.
— Ojalá supiera qué pasó entre ellos— dijo Evan—. Así podría ayudarlos. Pero Zac no quiere decir nada y Laura evita que le preguntemos a Will. Así que no lo hacemos.
— Ustedes no se preocupen por eso— dijo Jason—. Todo encontrará solución pronto.

Dicho esto, se fue.

— ¿Te has dado cuenta de que Jason sí sabe qué pasó?— dije.
— ¿Lo sabe?— dijo Evan sorprendido.
— Tengo la impresión de que todos lo saben menos nosotros— dije.
— ¿Significa que no quieren decirnos?— dijo—, ¿Por qué? Somos muy maduros, podríamos lidiar con cualquier cosa... ¡Pajarito!

Corrió a un árbol en donde un pajarito acababa de sentarse. Fui a alcanzarlo.

— Evan, concéntrate— dije.
— Lo siento— dijo—. ¿Qué propones que hagamos?
— Nadie va a decirnos nada. Pero podemos investigar por nuestra cuenta.
— ¿Cómo? Zac no quiere hablar de eso y Laura no quiere que hablemos con Will— dijo.
— Quizá Laura hable si le preguntamos directamente. Es la única opción que nos queda. Jason no dirá nada porque su ética profesional de psicólogo se lo impide.
— ¿Jason es psicólogo?— preguntó Evan.
— Quizá podamos sacarle algo de información a Zac— dije—. Sólo debemos encontrar una manera.

Evan me observó sorprendido.

— ¡Ya sé!— dijo feliz—, ¡Hagamos lo que haría Zac!
— ¿Qué cosa?— dije.
— Un plan. Zac siempre tiene un plan.

La idea parecía desesperada pero eran tiempos desesperados.

Después de la escuela, Evan y yo fuimos a casa de Zac. Jill abrió. Se alegró de verme.

— ¡Jimi, qué sorpresa!— dijo mientras apretaba mis mejillas.
— A mí también me alegra— dije con dificultad.
— ¿Vienes a visitar a Zac?— preguntó.
— Sí— dije.
— Yo también vengo a verlo— dijo Evan.
— Pero si tú vives aquí— le dijo ella.
— Lo sé pero esta vez quiero verlo de forma diferente— dijo Evan.

Jill nos observó confundida.

— Tenemos un plan— dijo Evan.
— No sé qué significa eso, pero adelante— dijo ella haciéndose a un lado.

Pasamos.

— Le avisaré a Zac que están aquí— dijo ella.

Subió las escaleras.
Regresó después de un rato.

— Dice que suban— dijo ella.

Eso hicimos.
Entramos a la habitación. Zac estaba acostado en su cama, mirando la lámpara de su techo.
Miré el lugar. Habían dos camas y muchas cosas de Evan. Parecía más la habitación de Evan que la de cualquier otra persona.

— Zac— dijo Evan—. Hola.
— Hola— dijo Zac sin moverse.
— ¿Estás bien?— dije.

Zac se levantó un poco. Me observó.

— No— me dijo—. Pero me sentiré mejor si vienes a acostarte conmigo.
— ¡Espera un momento!— dijo Evan—, ¿Qué te pasa? ¡Es mi Jimi!
— ¿Recuerdas aquella vez en la que dijiste que podía tomar prestada cualquiera de tus cosas con confianza?— le dijo Zac—, pues he decidido tomarte la palabra.
— ¡Jimi no estaba contemplado en ese acuerdo!— dijo Evan enojado.
— Demándame— dijo Zac—. Jimi, ven aquí.
— ¡De ninguna manera!— dijo Evan mientras me abrazaba—, ¡Si Jimi va acostarse en alguna cama, va a ser en la mía!
— ¿No les interesa preguntarme qué quiero hacer yo?— dije.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora