37. El diario de Jimi

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Los días pasaron. Muchas cosas ocurrieron en un tiempo tan corto. Evan dejó su trabajo. Según Zac, Evan necesitaba tiempo para dedicarse a resolver sus problemas. Además, descubrimos que sus padres habían estado depositándole dinero cada mes pero él no había tocado eso para nada. Así que nunca hizo falta que trabajara. A él no le gustaba pero Zac lo obligó a que aceptara el dinero.
Aún era muy poco tiempo como para que se reconciliara con sus padres así que no los había visto.

Por otro lado, yo entregué el mensaje de Zac a Will. Cuando fui a ver a Will, Laura estaba ahí. No sabía si ella debía o no escuchar el mensaje, pero me parecían unas palabras muy simples así que las dije. Al parecer me equivoqué, ellos quedaron muy sorprendidos cuando me escucharon. Laura dijo que necesitaba hablar a solas con Will y como yo debía irme, me despedí.
Sentía que me había perdido de algo pero temía preguntar. Después de todo, era un secreto.

Las vacaciones estaban muriendo. Ya había fecha para el primer día de clases. Zac ya se estaba preparando para ser presidente del consejo.
Yo me sentía ansioso. Y asustado. Volver no me gustaba, sentía que no había tenido tanto tiempo para disfrutar como quería... pero debía hacerlo.

Me sentía muy agobiado por todo. Y justo cuando no sabía qué hacer, Derek me llamó. Preguntó si estaba ocupado. Le dije que no. Así que quedamos de vernos en la cafetería de siempre.

Llegué. Ahí estaba él, de buen humor.

— Hola— le dije y me senté con él en su mesa.
— Jimi, qué puntual. Ni un minuto tarde. ¿Estás practicando para el regreso a clases?— dijo.
— No, y de hecho no quiero hablar de eso— dije—. Creo que no quiero volver a clases aún.
— Yo tampoco quiero volver— dijo—. De hecho estoy muy asustado. La universidad me asusta.
— Lo harás bien— dije—. Pasaste el examen de admisión, deberías sentirte orgulloso. Y eres genial, todo saldrá de maravilla.
— ¿En verdad lo crees?
— Claro— dije—. Confía en mí.

Me sonrió.

— Entonces deberías seguir tu propio consejo— dijo—. Te irá bien en la escuela.
— Lo sé pero... de alguna manera siento que me faltan vacaciones. Creo que es porque han pasado muchas cosas en estos días.
— ¿Los problemas que tenías con Evan ya los solucionaste?
— No lo sé— dije—. Resultaron ser más grandes que todo y... Zac está ayudando a Evan con algunas cuestiones.
— ¿Y tú?
— Yo... no lo sé. Creo que entiendo a Evan y quiero hacer todo por él pero... creo que Zac es más útil que yo y sinceramente me siento tonto cuando voy con ellos. Como si les estorbara. Indirectamente lo hago, Zac regaña a Evan porque dice que se desconcentra mucho.
— Debe ser difícil mantenerse enfocado contigo cerca— dijo él.
— A mí me costaría estar concentrado si Evan rondara a mi alrededor— dije.

Él me observó.

— Evan... en verdad te gusta, ¿No?
— No tienes idea— dije—. Por eso esta situación me estaba consumiendo. Quiero ser útil para él.
— Sólo sonrie. Eso ayuda mucho. A mí me ayuda.
— ¿Mi sonrisa te ayuda?
— Bastante— dijo—. Creo que echaré mucho de menos que no vayamos a la misma escuela.
— Puedes llamarme— dije—, o escribirme. Puedo contestar rápidamente.
— Eso sería lindo— dijo.

Tomamos un café mientras él me contaba la pesadilla que fue todo su proceso de inscripción. Descubrí que me gustaba mucho estar con él. Las cosas se me olvidaban por un momento.

Después él dijo que me llevaría a casa.

— ¿Tienes un auto?— pregunté cuando vi que entraba en un pequeño auto azul.
— Es de mi padre— dijo—, pero hay una gran posibilidad de que me lo regale. Soy nuevo en esto de la conducción, pero no te preocupes, estás a salvo.
— Me encanta— dije.
— Sí, pensé que debería manejar mi propio auto porque la escuela está un poco lejos. Ademas, también quería poder llevarte a donde quisieras.
— Eso sería bueno si hubiera algún lugar al que quisiera ir— dije.
— Yo conozco lugares— dijo.
— Y yo tengo tiempo de sobra al parecer— dije.
— Entonces deberíamos ir.
— ¿Tendrás tiempo para salir aún cuando vayas a la universidad?
— Quiero pensar que sí— dijo—. Si no entonces buscaré un espacio.
— ¿No irás a fiestas?
— Tal vez sí. Quiero ir a muchas.
— Yo siempre he creído que me sentiría incómodo en fiestas así.
— ¿Alguna vez has ido a alguna?
— ¿Tengo cara de ser al que invitan a todo?— pregunté.
— Tienes una carita muy adorable— dijo—. Una que no encaja en las fiestas a las que voy.
— Y qué bueno porque no sé qué haría en una fiesta de adolescentes.
— Lo que todos hacen— dijo mientras me abría la puerta del auto—, sube.

Eso hice. Él también subió.

— ¿Qué hace la gente que va a esos lugares?— pregunté.
— La gran mayoría habla. Ya sabes, conocen gente. Otros beben. Y otros bailan.
— Soy pésimo conociendo gente— dije.
— Claro que no, me conociste a mí— dijo.
— Sí pero fue una casualidad. Generalmente no tengo tanta suerte.
— Las personas son simples, sólo tienes que hablar con ellos. La ventaja es que si fallas o dices algo raro no importa porque puede que nunca los vuelvas a ver en tu vida. Pero si funciona podrías tener un nuevo amigo.
— Parece difícil— dije.
— Creo que te vendría bien un poco de distancia con tus amigos. Después de todo han pasado por mucho, mereces un respiro.
— Ellos son los que necesitan descansar de mí— dije.
— Por eso. Podrías tener más amigos. Deberías ir a fiestas conmigo. Te presentaré amigos y beberemos, será genial.
— Yo no bebo— dije—, me asusta.
— ¿Tienes miedo de que algún día la bebida intente beberte a ti?— se burló.
— No, aunque ahora es una posibilidad, gracias por la imagen mental— dije—. En realidad me da miedo hacer alguna cosa tonta mientras estoy ebrio.
— Pero esa es una de las ventajas de beber. Puedes hacer lo que quieras y nadie te va a responsabilizar por eso. Pero no debes beber si no quieres.
— ¿Entonces qué haría yo en una fiesta?— pregunté.
— Podrías bailar conmigo.
— No sé bailar y creo que sería raro que te vieran bailar conmigo— dije—, tu reputación podría verse afectada.
— Podrías ponerte tu gorrita— dijo mientras me ponía el gorro de mi abrigo—, entonces nadie vería quién eres.
— No creo que eso vaya a funcionar.
— O podrías usar una máscara. Ambos podríamos usar máscaras. Así además de bailar sin que nos molesten, asustaríamos a los demás.
— Parece divertido— dije mientras me reía.
— Tomaré esa risa como una respuesta afirmativa a futuras invitaciones a fiestas.
— Bien, pero no olvides las máscaras— dije.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora