Problemas de Pasillo

87. El extraño diario de Zac (en la noche)

El día de la fiesta de halloween había llegado. Evan y Jill estaban muy emocionados. Más que yo, y eso que había sido mi idea.
Me puse mi disfraz de Sherlock Holmes. Ayudé a Evan a ponerse el suyo. Por alguna razón su cabello estuvo más despeinado que de costumbre y fue difícil hacer que su corona se quedara en su sitio. Se veía bien, como un verdadero príncipe. El azul le quedaba bien. Entendí que eso era lo más elegante que podría ver en Evan, que siempre parecía un desastre. Jill nos llevó a la escuela. Llegamos ahí a las cinco aunque algunos clubes llegaron antes para acomodar algunas cosas.

Entramos. Todo lucía muy bien. La plataforma en donde estaría el Dj ya estaba lista, de hecho él ya estaba acomodando sus cosas. La pista estaba lista, también algunos asientos, la barra de comida, los adornos, las coronas en un lugar visible, todo parecía adecuado. Los profesores que estaban a cargo de la seguridad se veían más estrictos que nunca. Pensé que nada podría salir mal. Observé a Lucille y su cabello enorme. Me acerqué.

— Hey, me gusta tu cabello— le dije.
— ¿Qué tal el mío?— dijo alguien. Me giré. Era George.
— Te ves espantoso— dije.
— Gracias, soy Frankestein— dijo—. Y esta hermosa mujer es mi esposa— abrazó a la profesora.
— Tenemos que ser discretos o sabrán que estás aquí sin permiso— le dijo ella.
— Sí, cuida a tu monstruo— le dije y me fui de ahí.

Emery apareció. Usaba un traje común de color negro.

— ¿Se supone que estás disfrazado?— le pregunté.
— Soy el profesor de cálculo— dijo.
— Ojalá yo hubiera tenido esa idea— dije.

Evan ya estaba de un lugar para otro, emocionado, como si le hubieran puesto una inyección de azúcar. Al menos ya no estaba preocupado por Jimi.
La tarde se fue rápidamente. Cuando me di cuenta, ya había demasiada gente y la música estaba en todo lo alto. Yo no era muy fan de esos ambientes pero al parecer muchas personas sí. Esa había sido una idea muy buena. Además, todo marchaba según el plan. Demasiado bien si consideramos que los planes me salían siempre pero con algún pequeño detalle.

— Hola Zac— dijo Gigi, que apareció ahí—, ¿Cómo me veo?
— Muy bien— dije mientras observaba su disfraz de bruja—. ¿Las brujas usaban faldas tan cortas?
— No porque eran aburridas— dijo ella.
— Ya veo— dije—. Por cierto, ¿Sabes algo de Jimi?
— No, sólo que ha estado enfermo. Pero tranquilo, me he encargado de pasarle todos los trabajos y tareas— dijo orgullosa.
— Qué bien— dije—, si me disculpas, Emery y yo tenemos cosas qué hacer.

Me alejé. Gigi llamaba demasiado la atención, más vestida así. Caminé por el lugar para supervisarlo. Todo parecía tranquilo. Las personas se divertían, pero no demasiado gracias a los profesores. Esa había sido una idea genial. Emery estuvo conmigo todo el tiempo. Una de las ventajas de tener a Emery era que no hacía ruido ni hablaba al menos que fuera necesario. Así que llegaba algún momento en donde incluso se me olvidaba que estaba conmigo. Quise decirle que podía irse con sus amigos pero él parecía enfocado en quedarse y ser útil. La presidenta me había dicho antes de irse que Emery era la persona en la que más confiaba y que era increíblemente eficaz como secretario.

Así que imaginé que esa tarde sólo seríamos él y yo, supervisando todo, porque Evan se iba y regresaba a mí a cada rato.

Me encontré con Jimi cuando estaba recorriendo el lugar. Bueno, él me encontró a mí. Se veía adorable vestido de abejita. Las abejas no me gustaban pero podía hacer una excepción si se trataba de él. Notablemente su aspecto había mejorado. Hablé con él un poco y definitivamente quería hablar con Evan. Eso casi me hace saltar de felicidad. Jimi deseaba solucionar las cosas. Lo animé a hacerlo. Aunque por dentro me sentía muy culpable con respecto a lo que había hecho yo con su relación con Evan. Jason decía que estaba bien pero sentía que debía hablar con Jimi. Ser sincero.

Se fue. Me tranquilizó ver que las cosas encontraban su sitio. Gigi me interceptó, justo cuando había pensado que me libré de ella.

— Zac, ¿Los miembros del consejo pueden ganar la corona de rey y reina del baile?— me preguntó.
— No, tampoco los miembros de los clubes— dije.
— Menos mal— dijo ella aliviada—. Porque quiero esa corona y por poco pensé que Laura me la ganaría.
— ¿Laura?— dije.
— Sí, se ve increíble con su vestido de novia. Qué bueno que no puede ganar, de otra forma ella y su acompañante misterioso hubieran ganado con facilidad.
— ¿Qué acompañante misterioso?— dije.
— A Laura la está acompañando un chico alto que trae un disfraz a juego con el de ella.
— Seguramente es Jason— dije.
— No, Jason está por allá, vestido de hippie.

Miré. Jason estaba con los otros miembros del equipo de basquetbol.

— No es un hippie, es John Lennon— dije.
— Lo que sea. Nos vemos, me iré a sobornar a la tía Lucille para que me vuelva reina del baile— dijo.

Salió corriendo. Gigi no cambiaba para nada. Al menos sabía que no tendría suerte con Lucille.

Miré a Emery.

— Deberías tomarte un descanso— le dije.
— ¿Está bien? ¿No va a necesitarme?— dijo.
— Tal vez sí pero me las arreglaré— dije.

Él se fue lentamente. Todo iba muy bien. Así que pensé que debería buscar a Laura y ver su famoso vestido de novia. Quizá se había puesto de acuerdo con algún compañero de clase para ir vestidos a juego. Las cosas entre ella y yo no estaban bien pero habíamos prometido hablarlo. Además, no planeaba saludarla, sólo verla de lejos y ya. Caminé un poco por la escuela. Me encontré con Jason en un pasillo.

— Zac— dijo sorprendido—, ¿Qué haces aquí?
— Me dieron ganas de dar un paseo— dije.
— ¿Planeabas entrar en este pasillo?
— Pues sí— dije.
— ¿No te gustaría ir a otra parte?
— No, este pasillo me gusta— dije.

Él me observó. Y yo a él.

— Muy bien, John Lennon, sé que estás escondiendo algo— le dije—, dime qué es.
— ¡No es nada, lo juro!

Rápidamente logré esquivarlo. Pero no había nadie en ese lugar. Miré a Jason dudoso.

— Te dije que no era nada— dijo y se fue lentamente.

Eso había sido raro. ¿Jason haciendo algo ilegal? Sonaba imposible pero no había querido mostrarme... al menos que no fuera nada y yo estuviera loco... lo que no era una posibilidad.
Caminé un poco más. Los profesores que cuidaban la entrada estaban ahí. Como todos estaban ya en la pista de baile, ellos estaban platicando juntos, inmersos en la conversación. Debían estar cansados, había sido una tarde dura.
Llegué a la puerta. No había ni una alma. Sólo la tranquilidad de la noche y todo el escándalo adentro. Los otros miembros se encargarían de lo demás.

Salí. Escuché unos pasos. Me giré. Alguien iba corriendo hacia la entrada. Estaba oscuro pero la iluminación me permitió ver de quién se trataba y no lo podía creer. ¿Era Jimi? No traía su disfraz de abejita. Sólo estaba usando una camiseta blanca y pantalones cortos. Corría muy rápido.

— ¿Jimi?— dije.

Él se detuvo y me observó. Miré su rostro, estaba empapado en lágrimas. Me asustó verlo así. Iba a decir más pero él no me dejó. Se arrojó a mí. Lo abracé. Estaba frío, no me sorprendía, casi se encontraba desnudo. No dejaba de temblar.

— ¿Qué pasó?— dije muy confundido.

Traté de verlo a la cara pero se estaba aferrando a mí muy fuerte, como si no quisiera dejarme. Como si... algo pudiera lastimarlo. No dejaba de llorar.

Quería preguntarle alguna cosa pero cuando traté de tocar su cabeza con mi mano, noté que tenía algo entre los dedos. Entonces extendí mi palma. Sangre. Lo alejé un poco de mí. Su brazo tenía una extraña marca de sangre porque probablemente yo lo había manchado con mis dedos. Significaba que él estaba herido. ¿Por qué? ¿Cómo?

No lo pensé más. Lo levanté entre mis brazos y entré a la escuela. Él rodeó mi cuello con sus brazos y no dejaba de llorar. Pensé en llevarlo a la enfermería. Corrí lo más rápido que pude. Jimi no era tan pesado. En el camino varias personas, las que no estaban en la pista de baile, me vieron. No me detuve. Jimi estaba mal, no sabía qué le había pasado pero no estaba bien.