99. El extraño diario de Zac

109 25 8
                                    

Laura había ido a buscar venganza por sí misma. Debí sospecharlo, ella parecía muy afectada por lo que pasó con Jimi. Se sentía culpable. En ese aspecto ella era como yo: nos ganaban nuestros impulsos. Aunque en una situación como esa era imposible que no pasara.

Después de la llamada de George, conduje rápidamente hacia mi escuela. Me encontré con Lucille y Jason, que iban de salida. Ambos me regañaron por ser tan impulsivo y aunque les juré que mi plan era tan perfecto que no dejaría consecuencia alguna, se enojaron de todos modos. Sin embargo todo era un desastre porque Laura seguía ahí y si la encontraban sería la principal sospechosa de lo que yo hice.

— ¿Cómo puedes ser tan imprudente?— me reclamó la profesora—, ¿Acaso no eres el presidente del consejo estudiantil? ¿Tienes algún respeto por las leyes o ya no?
— No sabía que Laura iría, de otra forma jamás hubiera hecho nada— dije.
— Además te llevaste el auto de mi esposo. ¿Sí sabes que puede ir a prisión si alguien nota que el auto se veía sospechoso? Pensarían que era George quien lo iba conduciendo. ¿Por qué no pudiste detenerte a pensar en las posibilidades?— dijo enojada.
— George me prestó su auto— dije—. Él lo hizo aún sabiendo los riesgos. Nuevamente te recuerdo que yo no sabía nada sobre Laura. Jamás la pondría en peligro.
— Ya no importa— dijo Jason—. Tenemos que ir por ella.

Lucille trató de contactar a alguien en la universidad para que pudiera decirle si Laura estaba por ahí pero no contestaban.

— Iremos a la universidad— dijo Lucille—. Zac nos llevará.

Estaba por decirle que no era conveniente cuando su teléfono sonó. Se alejó para contestar. Me quedé con Jason, que se veía notablemente preocupado. No sabía qué decirle, nada funcionaría. Yo había puesto en riesgo a Laura, sin saberlo obviamente pero el resultado era el mismo.
Lucille regresó.

— Era Will— dijo ella—. Laura está con Madie, vienen de regreso en este instante.
— ¿Con la rubia malvada?— pregunté.
— ¿Ella está bien?— preguntó Jason.
— No lo sé, Will tampoco lo sabe— dijo la profesora—. Pero ambas se dirigen a la casa de Will así que ahí iremos. Zac nos llevará.

Los observé. No quería ir. En verdad deseaba ver a Laura y confirmar que estaba bien pero ahí estaría Will y yo... no podría verlo. No otra vez.

— No tienes que venir— dijo Jason—. Le diré a Laura que te preocupaste por ella.
— Te equivocas— dijo Lucille—. Sí tiene que ir, él causó todo un desastre y tiene que dar una explicación.
— Puede darla en otro momento— dijo Jason.
— ¿Por qué no ahora?— dijo ella.

Miré a Jason tratando de evitar que yo viera a Will, aún cuando causé demasiados problemas. Aún cuando Laura estaba pasando por malos ratos por mi culpa y él se encontraban angustiado por eso. Jason era un increíble amigo. Pero yo no. Sólo estaba huyendo.
Como un cobarde. Odiaba sentirme así.

— Está bien— dije—. Iré. Los llevaré.
— Pero Zac...— dijo Jason.
— Estaré bien— lo interrumpí—. Lo haré.

Subimos al auto. Conduje con las manos temblorosas. Todo se sentía mal. El corazón me dolía. Quería ponerme a llorar. Simplemente deseaba poder salir corriendo y no regresar. Recordaba el día anterior y todo lo que sentí. Era doloroso, pero no tanto como cuando vi a Will y él me ignoró. Eso había sido insoportable y tendría que volver a hacerlo. Debía estar ahí otra vez.

Llegamos. Hacía mucho que no veía la casa de Will. Sobre todo porque él ya no vivía ahí. Pero recordaba ese lugar como uno de mis sitios favoritos. Por algún tiempo lo fue. Cuando todo era bueno y agradable.
Entendí en ese instante que ya nada podría ser lo que era antes. Las cosas habían cambiado totalmente.

Estaba demasiado confundido y agobiado por todo que simplemente caminé hasta la casa de Will en automático. Jimi apareció por la puerta. Fue directo a abrazarme. Seguía muy perdido, como si no estuviera ahí. Evan apareció ahí también. Estaban muy preocupados por mí. Me preguntaron sobre lo que hice pero no pude decir nada.
Iba a inventarme algo cuando por la puerta apareció él.

Lo observé como si fuera la primera vez que lo veía, aún cuando hacía sólo unas cuantas horas desde que lo había visto. No me observó, bajó la mirada al suelo. Se veía como el mismo Will que solía reírse de mis chistes, pero no lo era. Su cabello estaba más corto. No usaba su bata de doctor ni parecía feliz. Se veía increíblemente decaído... como si no quedara nada de esa alegría que me encantaba.

Sentí un nudo en la garganta. Algo estaba apretando mi pecho tan fuerte que no me dejaba respirar. Mi cuerpo se sentía pesado, como si no pudiera moverme. Tenía miedo. No sabía exactamente de qué, pero quería salir corriendo y no detenerme nunca.
Entré en pánico y lo único que fui capaz de hacer fue sujetar el brazo de Jason con fuerza. Como si él pudiera salvarme.

No despegué los ojos de Will. Él caminó justo frente a nosotros. No me miró ninguna vez. Me había ignorado como el día anterior. Tuve que usar toda mi fuerza para evitar ponerme a llorar. No lo entendía. Yo había elegido eso. Yo decidí que ya no quería a Will en mi vida. ¿Entonces porqué dolía demasiado?

Un auto apareció por la calle. Se detuvo justo al lado del de George. Madie y Laura salieron. Ella aún usaba su disfraz y se veía terrible. Ambas estaban mojadas. Will se acercó a Laura y la abrazó. Ya no parecía triste. Le dijo varias cosas pero no me concentré en eso. Sólo vi cómo se movían sus labios. Me sentía como en un sueño, pero sabía que era imposible porque el dolor era real.

Estaba muy abrumado. Todo daba vueltas a mi alrededor. Me sentía perdido. Como si fuera a caerme en algún momento. Como si pudiera despertar. No, no iba a desmayarme. Debía ser fuerte.

— Ya es suficiente— me susurró Jason al oído.
— No, yo debo...
— Zac, basta— dijo.

Lo miré. Entendí a qué se refería. Mi presencia no le hacía bien a nadie.

— Deberías entrar mientras Laura explica qué le pasó— me dijo.
— Pero...
— Vamos, te llevaré adentro— dijo.

Caminamos un poco. Jimi se percató de que nos íbamos y preguntó.

— Zac no se siente muy bien, necesita sentarse— dijo él.
— Zac, ¿Vas a volver a desmayarte?— preguntó Evan.
— Está bien— dijo Jason.
— Sólo necesito sentarme— dije sin mirar atrás.

Entré. La casa de Will se sentía completamente ajena. Como si nunca hubiera estado ahí antes aún cuando había pasado días enteros en ese lugar. Nadie nos siguió. Laura llamaba más la atención que yo.

Me senté en el sofá. Me sentía mejor.

— ¿Estás bien?— me preguntó Jason.
— Lo estoy ahora— dije.
— ¿Seguro?
— Sí, en verdad. Deberías ir con Laura, te necesita— dije.
— No quiero dejarte solo.
— Los veré por la ventana— dije—. Si te necesito te llamaré.
— Iré sólo un momento y luego volveré.
— Tómate tu tiempo— dije.

Él me dejó aunque parecía que no quería. Respiré profundamente. Me llevé las manos a la cara.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora