185. El extraño diario de Zac (y cuando lo dejó ir)

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Evan se reencontró con su peor enemigo nuevamente: brócoli. Jimi estaba tratando de obligarlo a no odiarlo. Pero parecía imposible. Era bastante gracioso en realidad porque Evan llevaba todo el día esforzándose para que Jimi no se molestara porque planeaba seducirlo, y sus problemas con el brócoli no ayudaban nada. George y Lucille que se encontraban en la misma mesa que nosotros, se morían de la risa. Estaba absorto mirando la cara de Evan cuando se me ocurrió girarme un poco y ver a mi alrededor. Entonces, en la mesa de Laura, junto a ella, a Madie y a Jason, lo vi.

Él no podía verme ni yo a él realmente, sólo su espalda. Pero sabía que era Will. Mi corazón se agitó nada más al identificarlo. Y tuve un enorme impulso por salir corriendo pero estaba tan paralizado por el miedo que no me moví. Sólo regresé mi mirada a Evan pero me sentía incómodo, como si no debiera moverme para nada. Pero era absurdo porque estaba seguro de que Laura nos acomodó así para que ambos pudiéramos estar tranquilos en el mismo lugar.

— Iré a saludar a Will— dijo Evan.

Se levantó. George lo siguió.

— A mí no me engaña, es sólo un pretexto para no comerse el brócoli— dijo Jimi.
— ¿Tú no irás a saludarlo?— le preguntó Lucille.
— Supongo que sí— dijo él—. Sobre todo porque no quiero que Evan se salga con la suya.

Lo observé irse.

— Jimi es mejor esposa que yo— me dijo Lucille—. Me sorprende y a la vez me pone triste... ¿Estás bien?

La observé.

— Claro— dije.
— Cariño, no trates de engañarme— dijo ella—. No seré tan buena esposa como Jimi pero sí soy menos crédula que él. Es obvio que Evan trata de hacerlo caer en sus redes.
— No está haciendo un buen trabajo— dije.
— Claro que sí— dijo ella—. Está funcionando y eso que aún no empieza realmente. Créeme, conozco bien a Evan. Puede ser extremadamente galante cuando quiere. Y hoy parece muy decidido. Jimi ni siquiera lo sabe. En ese aspecto es ingenuo. Tanto como tú pensando que puedes engañar a alguien. Se nota que estás mal. Todos pueden darse cuenta.

La observé asustado.

— ¿Quiénes?— pregunté.
— Tus padres ya han mirado en esta dirección varias veces— dijo ella.

Los miré. Ellos no estaban lejos de mí. Parecían felices mientras hablan con los demás.

— No quiero que se preocupen por mí— dije—. Hoy sólo deberían pensar en ser felices.
— Entonces tranquilízate un poco— dijo ella—. Te ves tenso. No te preocupes, todo saldrá bien. Estaré aquí por si me necesitas.

No me sentía más tranquilo pero al menos me agradaba saber que alguien entendía que estaba pasando un momento difícil. Me hacía sentir menos solo.

Evan y Jimi volvieron.

— Cómete ese brócoli— le dijo Jimi enojado.
— ¡Pero es horrible!— se quejó Evan.
— ¿Y George?— preguntó Lucille.
— Está con los demás— dijo Jimi—. Madie quiere convencer a Jason de estudiar medicina y a su vez George quiere convencerlo de que es mejor estudiar periodismo.
— Iré a detenerlos antes de que se maten o traumen a Jason para siempre— dijo ella.

Se levantó y se fue. Miré mis manos. Estaban temblorosas.

— Zac, ¿Estás bien?— preguntó Jimi—, no has comido nada.
— Es que el brócoli le quitó el apetito— dijo Evan.
— Claro que no— le dijo Jimi enojado.
— No tengo hambre— dije.
— También te ves pálido. ¿Te sientes bien?— dijo Jimi y puso su mano en mi frente.
— Estoy bien, lo juro— dije—. Es sólo que me abruma ver tanta gente.
— Claro que sí— dijo Evan—. Es raro ver tantos adultos importantes. Por ejemplo ahí está la senadora Finley y otros políticos. Es más, hasta el director de nuestra escuela está aquí. Lo que me da una idea. Podríamos obligar a Harry a hacer algo, eso siempre te hace sentir bien.
— No estoy de humor para ver sufrir a Harry— dije.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora