9. El diario de Laura

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— Cállate— amenacé a Evan—, cállate o te mataré.
— ¿Qué? ¿Por qué?— dijo él con mucho miedo.
— No sabes de lo que estás hablando— le dije enojada.
— Pues sí porque nadie me ha dicho nada— dijo Evan.
— No es fácil— dijo Will, notablemente afectado—. Te entiendo. Hablar no es sencillo. Parece que sí, pero no lo es.

Genial, pensé, mis semanas de esfuerzo se había derrumbado gracias a Evan.

— ¿Vamos a hablar de eso?— dije—, ¿No quieren hablar de algo más feliz?
— ¿Parecemos hombres felices?— preguntó Evan.

Los observé.

— Se ven miserables— dije.
— Me siento miserable— dijo Evan—. Y no sé con quién hablar de esto. Ustedes estuvieron fuera de servicio por mucho tiempo. Zac está desaparecido y me da miedo hablar con Jason porque seguramente va a regañarme porque va a darle la razón a Jimi, lo sé. No me entenderá.
— ¿Fuera de servicio?— dije—, ¿Qué somos, teléfonos?
— Lamento todo esto— dijo Will—. Es mi culpa. Zac no está por mi culpa. También he mantenido a Laura ocupada, por lo mismo no sabíamos que Jimi y tú tenían problemas. En verdad lo siento mucho.

Me quedé en silencio mirándolo.

— Si vuelves a decir que todo es tu culpa voy a golpearte en la cara— le dije a Will—. Sabes que eso no es cierto.
— Se siente verdadero— dijo él, mientras miraba el suelo.
— Pero tú eres Will— dijo Evan—. Nada podría ser tu culpa nunca. Nadie me ha contado qué pasa pero imaginé que Zac y tú tuvieron algún malentendido probablemente causado por Zac porque puede ser muy idiota a veces.
— No, ésta vez es mi culpa— dijo Will muy triste.
— ¿En verdad?— dijo Evan sorprendido—, ¿Pues qué pasó?
— Pensé que íbamos a hablar sobre ti— le dije a Evan—, no sobre Will.
— Es que si hablamos de mí— dijo Evan—, van a darle la razón a Jimi porque hasta yo sé que la tiene pero... es muy difícil para mí.

Silencio. Ambos estaban en silencio, mirando tristes el suelo. Tomé mi teléfono.

— ¿Laura?— contestó Jason.
— Necesito tu ayuda— dije—. Tengo aquí a dos hombres sintiendo lástima por sí mismos.
— Parece que mi momento ha llegado— dijo—. ¿En dónde están?
— Con Will— dije.
— Estaré ahí rápidamente, trata de no deprimirte.

Colgó su llamada. Iba a decirle que era imposible que yo me deprimiera pero después de un rato, empecé a sentirme miserable yo también.

— ¿Crees que Jimi ya no me quiera?— me preguntó Evan—, porque entendería que ya no me quisiera...
— Deja de decir esas cosas— le dije—. Estás deprimiendo a Will.

Observamos a Will. Ahí estaba, sentado detrás de su escritorio, sin moverse, mirando un lápiz atentamente, con un semblante terrible.

— Will— le dije—, estás empezando a asustarme.
— No creo que nos esté escuchando— dijo Evan.
— ¿Qué deberíamos hacer?— le pregunté.
— Lo mismo que él— dijo Evan.
— ¿Qué? ¡No!— dije—, ¡Ya sé! Iré por café. Seguramente a Will le hará bien.

Me acerqué a la puerta. Abrí. Entonces, ahí, justo frente a mí, estaba Jimi. Me observó sorprendido.

— Estaba por golpear la puerta— dijo él—, en verdad eres oportuna. ¿Y Will? Le traje pastelitos.

Miré a Jimi. Parecía feliz, con sus pastelitos y sus mejillas rosadas... nada que ver con Will, que parecía un cadáver.

— Está adentro— dije.

Me hice a un lado. Jimi entró. Entonces recordé que Evan no quería verlo. Pero cuando miré a la habitación no lo vi.

— Hola Will— dijo Jimi con una sonrisa—, adivina qué traigo.

Revisé la habitación. ¿Y Evan? ¿Dónde estaba? ¿Saltó por la ventana?

Will no se movió. Jimi me observó.

— ¿Él está bien?— me preguntó.
— Pues... no lo sé— dije—, pero Jason estará aquí en poco tiempo y él...

Observé que salía un pie debajo del escritorio de Will. O Will estaba sufriendo una mutación extraña o ese era Evan, ocultándose como un cobarde.

Jimi se giró para ver lo que yo veía. Inmediatamente atraje su atención abrazándolo.

— Laura... qué haces— dijo.
— Hace mucho que no te abrazo— dije—, y eres muy suave...

Evan se asomó. Le indiqué con la cabeza que debía salir de ahí. Se apresuró a salir de ahí a gatas. Justo entonces Jimi se separó de mí.

— Gracias por el abrazo pero creo que...— Jimi no terminó su frase. Se giró y observó a Evan en el suelo, con rumbo a la puerta. Me observó.
— ¡Sorpresa!— le dije tratando de parecer feliz.

Evan se levantó.

— ¿Estabas ayudando a Evan a escapar?— me reclamó Jimi.
— ¡Claro que no!— dije.
— Sí— dijo Evan—, no estaba escapando... estaba evadiéndote.
— ¿Evadiéndome?— dijo Jimi enojado—, ¿Por qué?
— Porque no estoy listo para hablar de nada— dijo Evan.
— Eso ya lo sé— dijo Jimi—. Me lo dejaste muy claro la última vez que nos vimos.
— Sí pero... no es como si no quisiera hablarlo... espera un minuto— dijo Evan—, ¿Porqué yo soy el interrogado cuando tú has andado por ahí sin mí? ¡Yo debería interrogarte a ti!
— ¿Qué estás insinuando?— dijo Jimi—, ¿Acaso necesito tu permiso para salir?
— ¡No pero sería lindo que me avisaras!— dijo Evan.
— ¡No puedo hacer eso, nunca puedo contactarte y si mal no recuerdo tú has estado evadiéndome!— dijo Jimi.

Empezaron a reclamarse cosas, cada vez subían más el tono. Me acerqué a Will.

— Will, deberíamos hacer algo...

Will parecía no estar ahí. Su mente debía estar en otro lado.

— ¡Dejen de pelear!— les dije pero no me escuchaban. Miré a Will—, ¡Vamos, debes hacer algo, se supone que eres un adulto!

Nadie parecía escucharme ahí. Empecé a asustarme. ¿Qué se suponía que debía hacer?

Entonces mi teléfono empezó a sonar. Lo tomé sin revisar quién era.

— ¿Jason?— dije desesperada—, tienes que apurarte, no sé qué hacer y todo es una caos...
— ¿Laura?— dijo una voz que reconocí perfectamente.
— ¿Zac?— pregunté completamente impactada.
— ¿Qué pasa?— preguntó.
— Eh...— dije, me giré a ver a los demás.

Seguían peleando. Y Will seguía perdido.

— Yo— dije, estaba demasiado confundida—... no... lo sé... sólo...

Entonces la puerta se abrió de la nada. Era Jason, que parecía agitado por tanto correr seguramente. Dejé mi teléfono caer al suelo. Corrí hacia él y lo abracé. Sentí unas terribles ganas de llorar. Cerré los ojos.

— ¿Laura?— dijo Jason.
— ¡Odio todo esto!— grité sin soltarlo y sin abrir mis ojos— ¡Se supone que estaríamos juntos siempre! ¿Acaso no lo prometimos? ¿Por qué todos pelean? ¿Por qué es tan difícil todo? ¡Y no importa que haga no puedo manejar todo sola! ¡Simplemente no soy suficiente y...

Lo observé. Él parecía muy sorprendido, me observaba atónito.

—... no tienes idea de cuánto te necesitamos— le dije al fin.

Lentamente me separé de él. Fui directo a sentarme al suelo. Entonces me di cuenta de que todo estaba en silencio. Levanté la vista. Todos en la habitación me estaban viendo.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora