89. El extraño diario de Zac (y Laura)

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Jimi no dijo mucho pero sí lo suficiente. Se encontró con Derek en la calle mientras buscaba a Evan, él lo invitó a subir a su auto. Entonces Derek trató de atacarlo luego de que le dijera que amaba a Evan. De milagro, Jimi escapó de ahí. Al parecer Derek había estado enamorado de Jimi todo ese tiempo.

Entre lágrimas y otras cosas, le vendamos los codos a Jimi luego de curar la herida. Yo seguía sintiendo que algo me oprimía el pecho. Pero debía ser fuerte. Aunque nunca antes se me había hecho más difícil. Golpearon a la puerta. La miramos.

— Ojalá que no sea Evan— dijo Jason.

Nos miramos. Me había olvidado de él. Me asustaba pensar en cómo reaccionaría.

— Yo abriré— dijo Lucille, se había respuesto de su ataque emocional de antes—, dejen que maneje esto. Ustedes sigan desinfectando las heridas.

Yo sostenía el frasco que ella estaba usando. Honestamente no sabía cómo usarlo, no sin que me temblaran las manos.
Me quedé atento a la puerta. Laura entró. Tenía puesto su vestido de novia pero eso era lo menos importante de todo. Parecía asustada. Nos miró.

— ¿Qué pasó?— dijo aterrada—, ¿Por qué hay tantas personas afuera?
— Iré a decirles que se vayan, que todo está bien— dijo Lucille mientras salía.

Salió y cerró la puerta. Laura nos miró. Se acercó rápidamente. Miró a Jimi.

— ¿Te caíste?— le preguntó a Jimi.

Definitivamente yo no iba a decir nada. Era demasiado difícil para mí.

— Tenías razón— le dijo Jason a Laura—. Siempre la tuviste.
— ¿Sobre qué?— dijo ella.
— Sobre Derek— dijo Jason.

Ella lo observó con los ojos muy abiertos. Yo también lo miré sorprendido. ¿A qué se referían?

— ¡No, no es cierto!— dijo ella asustada—, ¡Derek no lastimó a Jimi!
— Trató de abusar de él— dijo Jason—. Pero Jimi escapó a tiempo.

La cara de Laura cambió drásticamente. Pasó de la sorpresa a la impotencia.

— Jimi— dijo ella con lágrimas—, no sabes cómo lo siento...
— ¿De qué hablan?— dije.
— Es todo mi culpa— dijo ella mientras se llevaba las manos a la cara—, Jimi, perdóname por favor...
— Hace unos meses Laura me dijo que Derek no era lo que creíamos— dijo Jason—. Yo no le creí porque Derek no había hecho nada. Luego se alejó de nosotros y se graduó... pensé que todo estaba bien pero... no era así. No pude evitar que esto pasara. Jimi, Laura, lo siento mucho.

Lo observé. ¿Lo sabían?

— ¿Por qué nadie me dijo nada?— pregunté incrédulo.
— Porque él se había alejado por su cuenta cuando descubrí que era un farsante y pensé que ya no era una amenaza— dijo Laura afligida—, no podía estar más equivocada. Debí decir algo.
— Tú hiciste lo que debías— le dijo Jason—. Me lo contaste a mí y yo debía actuar pero no lo hice.

Siguieron echándose la culpa a sí mismos. Jimi ya no lloraba pero sí miraba a Laura y Jason.

— Se equivocan— dije, todos me miraron—. No es culpa de ustedes. Ustedes no lastimaron a Jimi. Fue él. Sólo él. Si alguien es culpable definitivamente es Derek, no ustedes.

Laura y Jason se miraron.

— Jimi, debimos cuidarte más— dije.
— No— dijo Jimi, que parecía tener mejor aspecto—, yo debí ser más listo.

Miré la carita de Jimi. Miraba el suelo, avergonzado.

— No tienes nada de qué avergonzarte— le dije—. Tú no hiciste nada malo. Que una cosa sí te quede clara: él es el malo aquí, no tú. No nadie más.

Laura abrazó a Jimi. La profesora entró.

— Las personas se fueron— dijo ella—, les mentí. Pero Evan está allá afuera. Escuchó los rumores de que Zac trajo a alguien aquí. No sé qué decirle.

Nos miramos entre nosotros.

— Yo le explicaré a Evan— dijo Jason—. Deja que pase.
— ¡No, no quiero que Evan me vea así!— dijo Jimi.
— Jimi, Evan necesita verte— le dijo Laura—, y tú a él. Nada de esto es tu culpa. Todo estará bien.
— Hagan que Evan pase— dijo Jason—. Y cierren la puerta para que no pueda escapar.
— ¿Escapar?— preguntó Laura.
— Conozco a Evan— dijo Jason—, si no lo detenemos va a ir a matarse con Derek.
— ¡No, no dejen que haga eso!— dijo Jimi.
— No lo dejaremos— le dije—, te juro que no dejaré que Evan haga algo así.

Abrimos la puerta. Evan entró. Miró a Jimi. Parecía en verdad sorprendido. Yo salí de ahí inmediatamente. Laura detrás de mí.

— Ven, entremos— dijo George.

Me giré a ver con quién hablaba.

Entonces lo vi. Will. Ahí estaba, junto a la pared. Me quedé mirándolo y él me observó a mí. No lo había visto en meses. Se sentía como una eternidad. Mi corazón empezó a latir tan rápido que sentí que en serio iba a desmayarme. Su cabello estaba más corto. Lucía diferente pero era él. Parecía tan sorprendido como yo por encontrarnos.

— Will, rápido— le dijo George.

Entonces, cuando sus ojos al fin se habían encontrado con los míos, él bajó la mirada y caminó justo frente a mí hasta entrar. No me dijo nada, sólo pasó adelante como si yo no existiera. Lo seguí con la mirada. Entró y la puerta se cerró.

Eso me dolió como nunca. Me apretaba el corazón tanto que sentía que quería gritar, pero ningún sonido salía de mi boca. Entonces no pude evitarlo. Era imposible contenerme más. Salí corriendo. Estaba oscuro pero sólo corrí. Llegué al jardín donde siempre nos reuníamos. Me senté. Y lloré.

No sabía exactamente por qué lloraba, quizá era por todo. Pero me dolía demasiado. Todo estaba mal. No se suponía que eso estuviera pasando. Nada iba a salir así. Yo tenía planes. Las cosas no debían terminar de ese modo.

No traté de controlarme. Sólo quería llorar. Y desaparecer. Estuve así un rato. Hasta que sentí que todo salió de mí. ¿Por qué todo había empeorado hasta ese punto? ¿No se suponía que las cosas sólo mejorarían? ¿Por qué no se sentía mejor?

Estaba ahí cuando miré una silueta caminar hacia mí. Limpié mis ojos llorosos. Era Laura. Llegó hasta estar junto a mí.

— ¿Me puedo sentar?— preguntó.
— Sí— dije.

La miré. Y ella a mí. Había poca luz pero podía verla. No estaba mejor que yo. Intercambiamos miradas. Entonces nos abrazamos al mismo tiempo, como si nos hubiéramos puesto de acuerdo.

— Te extrañé— le dije.
— Yo también— dijo—. Lamento todas las cosas feas que te dije...
— Yo también lo siento— dije—, en serio lo lamento. Soy tonto, muy tonto y nunca sé qué está pasando. Por favor, perdóname.
— No, tú perdóname a mí— dijo ella—. Te dije cosas horribles. No tengo justificación. En serio lo siento.
— No hablemos de eso ahora— dije—. No tengo cabeza para nada... sólo... me siento culpable.
— Yo más— dijo ella.

Nos separamos. La observé.

— Nada de esto hubiera pasado si siguiéramos juntos— dije—. Jimi no tendría que haber recurrido a otras personas si estuviéramos para él. Apuesto a que me habrías hablado de Derek si yo no hubiera sido malo contigo. Todo esto se pudo haber evitado.
— No sabíamos que esto pasaría— dijo.
— Pero debíamos— dije—, ¿Qué clase de amigos somos si no podemos protegernos entre nosotros? Es más, ¿Por qué ya no parecemos amigos?

Ella se veía triste.

— Han pasado cosas— dijo triste—. Y nos separaron.
— Pues no debería ser así— dije—. Deberíamos poder mantenernos juntos. Porque siempre van a ocurrirnos cosas, pero eso no debería separarnos. Así somos vulnerables.
— ¿Y qué hacemos? Todo es diferente ahora.
— Déjamelo a mí— dije—, sé qué debo hacer.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora